LA MARAVILLA DE SER ESPECTADOR

Por EliceBcest 

"Saber mirar es una virtud"

Tal vez nunca se es demasiado viejo o demasiado joven para entender las atrocidades que trae consigo una guerra, las pérdidas que esta conlleva, como afecta las vidas de aquellos a quienes se ama. Los tres se habían sentido devastados con la muerte de Neji, para su Sensei que los amaba como un padre sentía que le fue arrebatado un hijo. A decir verdad, incluso para Lee no era ya un Rival, se había vuelto un amigo, si, es cómo describiría la relación de ellos dos, en efecto con los años se habían vuelto amigos. Para Tenten era diferente, tan diferente a lo que él o Gai-Sensei podían sentir, ella había perdido a quien amaba.

Nunca lo habían dicho de manera abierta, pero más de una vez, sin que sus compañeros de equipo lo supieran, Lee vio como sus manos se rozaban, como lentamente se entrelazaban, y además de como en sus labios se dibujaba una sonrisa. Ellos estaban juntos, Lee nunca tuvo que preguntarlo, simplemente lo sabía.

Recuerda como esa noche fue con su Sensei, necesitaba sacar de alguna manera la pérdida irreparable que él sentía, sin embargo, al parecer no era el único que había tenido esa idea. Gai sostenía Tenten entre sus brazos, hablaba tan quedamente que no pudo entender lo que decía, pero podía ver como su amiga se aferraba fuertemente al pecho de su maestro. Al parecer Lee y Tenten compartían más de lo que imaginaban, de lo mucho que les significaba su Sensei, ya no eran unos niños, pero, siempre encontraban en esos toscos y fuertes brazos el consuelo que necesitaban.

—Lee no es necesario que estés únicamente mirando —le dijo Gai, para que se acercara a ellos. Lee obedeció en automático, estuvieron entre sus brazos, los dos lloraran por su propio dolor, porque ambos habían perdido a Neji.

Gai no derramó ni una lágrima esa noche.

Pero la guerra no se detuvo, ya que esta no da tregua, no importa lo mucho que todos hayan perdido, lo poco que quede para seguir conservando, simplemente sigue avanzando, arrasándolo todo.

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Recuerda la cara determinada de su Maestro, de alguna manera al ver a los ojos a Gai-Sensei sintió que éste lo sabía, sabía que alguna vez tendría que sacrificarse por aquellos a quienes amaba. Entonces Lee lo entendió, no importaba que eso terminara con su vida, eso era lo que realmente significaba ser fuerte. La fuerza no significa una gran cantidad de enemigos eliminados o incluso el número de habilidades que posees, sino proteger a aquello que consideras importante.

Lee lo miró pelear, era algo tan maravilloso, las lágrimas que rodaban por sus mejillas eran una mezcla de dolor y de orgullo, su Sensei, el hombre al que más admiraba se llevaría al otro mundo sus ideales, la última lección que le daba su maestro era poder mirar todo el esplendor del poder de la juventud.

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Lee escuchó la voz de Naruto, le agradecía a Gai-sensei por lo que había hecho, y en un instante la pelea del rubio y Madara había comenzado.

Fue corriendo hasta donde estaba su maestro, pero él no había llegado primero, miró como Kakashi-Sensei estaba contra el pecho de su Rival.

—¡Está latiendo! –decía Kakashi-sensei, todavía con la cabeza contra el pecho de su Sensei.