Una birra en la montaña

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Eran las 10am cuando Emma se levantó de un susto por sentir la presencia de alguien muy cerca de su cara: era Sam sonriendo mientras esperaba la historia de Marco.

—Psicópata de mierda -se quejó Emma con voz de recién despierta.
—Quiero saberlo todo ahora.

Por alguna razón, a Sam le parecía normal que Emma le contara sobre su noche con tan solo haber dormido unas 3 o 4 horas. Pero ella no podía ignorar el hecho de que Sam saltara en su cama para despertarla y hacerla hablar. Así que se dio por vencida y se sentó para contarle sobre su noche con el chico misterioso.

—Tía, me encanta ese hombre.
—Sam, no lo conoces. ¿Y si es un psicópata?
—Pues al menos te hace sentir viva. Que ya es más de lo que esperaba.
—Ya. Es muy extraña la sensación que tengo. Me trae mucha paz, pero no dejo de pensar en...
—No vas a decir su nombre. Está prohibido -le interrumpió Sam.
—En fin. Ya que estoy despierta, ¿nos vamos a esquiar?
—¡Yasss! -dijo levantándose en un salto de la cama y cayendo al suelo.

Emma no paró de burlarse de su amiga hasta llegar al teleférico. Había sido demasiado graciosa su caída y le levantó el ánimo por el resto del día. Sam había esquiado antes, pero Emma no tenía ni la más mínima idea: ella era más de playa. Así que Sam la ayudó un poco, aunque fue en vano. Después de 5 horas de caídas, Emma no podía más con su vida y sentía que su cuota de esquí de por vida había sido saneada.

A eso de las 16h ya estaban de nuevo en casa y se echaron en la cama a hacer la siesta de lo cansadas que estaban. Emma se despertó a eso de las 18:30h en pánico. Se reincorporó de un salto y salió corriendo a la ducha. Sam, con cara de dormida -con un ojo cerrado y otro entreabierto- la miró con cara de confusión y se volvió a quedar dormida. Emma logró estar lista a las 18:55h.

—¡Me voy a la birra! -le dio un beso en la mejilla a Sam y bajó corriendo.
—Que vaya bien... -susurró Sam intentando alzar una mano para despedirse.

Al bajar, ella puntual, se percató que no tenía cómo avisarle a Marco que estaba lista. Para su sorpresa, él estaba fuera esperándola. Emma salió y lo vio a él apoyado contra su coche con unas gafas metalizadas y enrollando un cigarro. En su cabeza pasó todo a cámara lenta y solo lo veía muy sexy. Ella no entendía esa sensación de seguridad y confianza que le transmitía este chico, pero le encantaba. Marco levantó la vista y sonrió.

—¡Qué guay! No has muerto -le dijo mientras le plantaba dos besos en las mejillas.
—Pues aún no, pero varias veces vi mi muerte -rió.
—¿Qué te parece si nos vamos al bar a tomarnos algo y me cuentas sobre tu experiencia casi paranormal? -dijo guiñando el ojo.

Así que caminaron juntos hasta el bar y se sentaron a tomar algo. Emma no entendía lo fácil que era hablar con él. Además, Marco tenía historias fascinantes de excursiones y aventuras que nunca se había planeado. Ella sentía que estaba hablando con alguien que había vivido 100 vidas y escucharlo hablar le encantaba. Cuando Emma contaba alguna historia sentía que no tenía comparación con las suyas, pero él la escuchaba como no la había escuchado nunca nadie. Hablaron de todo: de amores, de aventuras, de estudios, de política, de lecciones que te da la vida... y aunque los dos tenían algunas veces opiniones muy diferentes, en ningún momento se sintieron incómodos al expresarlo. Para Emma, Marco era su "Safe-Zone".

Se hicieron la una de la mañana y decidieron que era hora de volver. Ella estaba, por primera vez en mucho tiempo, feliz. Feliz de haber conocido a alguien con quien pudiera compartir tan naturalmente todo lo que le pasara por la cabeza. Marco le invitó las birras, le dijo que la próxima pagaba ella y Emma encantada le dio las gracias. Obviamente le hacía ilusión volver a quedar con él. Llegaron al hotel de ella y Marco se quedó mirándole a los ojos.

—Para, que me da vergüenza -reclamó Emma escapando de su mirada.
—Pues no debería darte vergüenza. Eres tan guapa...

Marco la acercó a ella con una mano y con la otra le cogió de la barbilla y acercó su cara a la de él, plantándole un beso lento y con fuerza. Emma sintió ese beso en lo más profundo. Fue un beso lleno de pasión y de ganas; unas ganas que él se estaba aguantando, pero que quería demostrárselas. Marco se separó sus labios de los de ella, pero se quedó lo suficientemente cerca como para verle a los ojos de nuevo. Ella quedó en shock total y sonrió con ojos brillantes.

—Buenas noches, niña -le plantó un beso en la coronilla y se marchó.

A Emma le brotaba la pasión por los poros. Necesitaba que no se fuera o verle de nuevo pronto. Nunca había conectado de esta manera con alguien. No era amor, ni mucho menos. Su corazón seguía latiendo por Leo, pero Marco conectó con ella de otra manera: de una manera profunda. Tocándole fibras que nadie había movido.

Subió corriendo con una sonrisa de oreja a oreja. Riéndose tontamente de su noche con el chico misterioso, que ya no era tan misterioso. Entró a la habitación y se encontró a Sam sentada en su cama esperándola para que le contara todo con lujo de detalles. Emma le contó fascinada por su noche, por ese chico que le movió el suelo, por cómo el destino funciona de maneras misteriosas.

—Necesito verle de nuevo -dijo Emma en un momento de iluminación-. Cuando estoy con él, me olvido de Leo, de las cosas malas de la vida y todo se siente como que estamos sobrevolando en una nube.
—Vale... Creo que este es el momento de intervención. Nadie, repito, nadie tiene la capacidad de hacerte sentir así tan rápidamente. Ten cuidado, este chico es demasiado bueno para ser verdad.
—Pero, ¿qué dices? Si es un pan.
—Eso no lo sabes. Quiero decir, lo estás conociendo y eso está muy guay y sabes que me encanta que te distraigas y salgas del agujero negro en el que estabas. Pero le estás dando todo el poder de sentirte bien y ahora estás diciendo que lo necesitas. No lo sé, Emma... no quiero que la vuelvas a pasar mal.
—No te preocupes, Sam. Sé lo que estoy haciendo.
—Ya. Eso es lo que me preocupa... -y susurró: "no lo sabes".

Emma se fue a dormir esa noche con una sonrisa en la cara. Nada de lo que dijera Sam haría que ella cambiara de opinión sobre cómo se sentía con Marco: tan segura, tan tranquila. Algo que tenía demasiado tiempo sin sentir y que tenía tiempo buscando. Una sensación de estabilidad.

Marco le contó a Emma lo mal que lo había pasado con su ex hace año y medio, y que ella era la primera chica que estaba conociendo y que de verdad le hacía ilusión conocer. Que le apetecía aprovechar todo el tiempo que tuvieran juntos para conocerse más a fondo y que quería irse de excursión al día siguiente con ella. Y Emma, cegada por su encanto, le dijo que sí.

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⏰ Terakhir diperbarui: Oct 17, 2019 ⏰

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