Prólogo

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Viernes. 5:00 pm.

4 de Julio.

En el condominio de Shane entra la luz del sol tardecino por el gran ventanal iluminando el comedor de cristal, él está sentado a la cabeza de la mesa leyendo los papeles que trajo su asistente hace diez minutos, a un lado el coctel de frutas que estaba comiendo antes que ella llegara. Yo estoy sentada al otro extremo de la mesa intentando leer mi libro de anatomía mientras tomo café de moka, le doy un sorbo y alzo la mirada para observarlo, los rayos del sol hacen un halo en su cabello rubio ondulado, su tez blanca contrasta con los labios rosa natural que ahora son una línea fina, eso es señal de que está molesto. En silencio termina de leer los documentos y los firma, cierra de golpe la carpeta de cuero negro y se la entrega a su asistente que está parada atrás de él con el rostro pálido y la frente con unas pequeñas gotas de sudor.

—¿Es todo?— pregunta Shane a la asistente de forma seca.

—Si señor— su voz es casi un susurro, aprieta la carpeta en su pecho como protegiéndose.

—Puede irse entonces— le manda sin mirarla.

La asistente hace un movimiento de cabeza y empieza a caminar presurosa, sus tacones sobre el piso de mármol hacen eco en todo el comedor, veo en su rostro que quiere salir de aquí lo más pronto posible pero al escuchar que Shane la llama de nuevo se sobresalta y queda parada a unos cuantos metros de la puerta.

—Y señorita Sanders, esta clase de errores no se pueden permitir. No habrá una segunda vez.

—Sí señor, nuevamente una disculpa— responde con la voz entrecortada por los nervios —con su permiso— dice al pasar frente a mí, se nota que tiene un poco de temor a su nuevo jefe.

—Adiós Helen— lo único que puedo hacer es darle una sonrisa de "lo siento".

Ella baja la mirada y su angustia termina cuando se va del condominio. Volteo a mirar a Shane.

—¿Qué?— me pregunta alzando una de sus cejas.

Cierro el libro, lo pongo a un lado de la mesa y me cruzo de brazos.

—La pobre estaba aterrada, debiste ser menos severo con ella, apenas empezó a trabajar contigo ¿Qué? ¿Dos semanas?

—Dos semanas y media. Esos papeles son importantes y ya deberían estar a esta hora en el escritorio de mi contador, olvidó dármelos esta mañana y viene a molestarme a mi casa por su incompetencia.

—Si fuera incompetente la hubieras despedido hace mucho, te conozco. Además todos cometemos errores, incluso tú.

—Sí, pero da la casualidad que yo soy el jefe— se levanta de la silla y viene a mí — no fui tan duro, no la despedí— me acaricia el cabello y me da un beso en la base de la cabeza —no volverá a cometer el mismo error, te lo aseguro.

La parte intolerante de Shane es difícil de presenciar pero él es así, perfeccionista en absolutamente todo y se lo demanda a todos los que trabajan en su empresa, personalmente creo que no es malo querer que marche a la perfección, es la manera de tratar a sus trabajadores lo que no me gusta y él lo sabe. He visto desfilar decenas de asistentes que, o no aguantan el temperamento de su jefe o él las despide porque no son lo suficientemente competentes.

Me levanto de la silla y camino a la sala, él viene detrás. Lleva sus pantalones negros colgándole en la cadera y su camisa polo gris, me toma de la mano girándome para quedar frente a él.

—Vamos Jordan, no lo tomes así. Debo ser rígido con las personas que trabajan para mí, entiéndeme— se acerca y pega su cuerpo al mío —además si llega media hora antes nos hubiera interrumpido, entonces si la despido— acaricia mi rostro con sus largos dedos —me gusta cuando estamos juntos.

—A mí también— le doy una leve sonrisa y lo abrazo por la cintura —me dio pena verla así, eso es todo.

—Estoy seguro que si tus superiores en el hospital ven que estás cometiendo un error te lo hacen saber sin miramientos.

—Pues sí, debo admitir que no son nada dulces al hablar.

—Es lo que hago, pero no es con el afán de hacer sentir mal a las personas ¿ok? No soy tan malo— sonríe pícaro, es tan guapo y encantador cuando se lo propone que no puedo estar molesta con él por mucho tiempo, agarra mi barbilla y nos damos un beso largo —hablemos de cosas más importantes ¿quieres? Esta noche es la cena de beneficencia de la que te hablé hace unos cuantos días ¿recuerdas?— pregunta mientras me besa los dedos de la mano —dime que si vas a acompañarme esta vez.

—Amor, como es día feriado el jefe pidió nuestro apoyo; las personas parecen más propensas a sufrir algún tipo de accidente en estas fechas. No podré ir contigo, lo lamento mucho.

—Yo también. Esperaba que me acompañaras, voy a aburrirme mucho con toda esa gente con la que no tengo nada que ver.

—No digas eso, recuerda que es por una buena causa.

—Tienes razón es por una buena causa pero no me gusta ir sin pareja a ese tipo de eventos. En fin— suspira resignado —tendré que ir solo a estar rodeado de ancianos adinerados con olor a naftalina— hace ruidos extraños que me hacen reír —vamos cariño, te llevaré a tu departamento.

A las 6:00pm. estamos frente a la puerta de mi departamento.

—Entonces ¿nos vemos mañana?— pregunta Shane.

—Mañana seré toda para ti.

—Más te vale.

—Te amo— nos damos un beso de despedida.

—Yo también. Adiós Jordan.

—Adiós.









El amor de mi vida (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora