In-co-mo-do

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—Anna.

La rubia detuvo su andar y miró al dueño de la voz que la llamaba, encontrándose con un chico dos años mayor de cabellos oscuros.

—¿ocurre algo, Ray?— pregunto con una de sus endulzadas sonrisas y con cierto brillo en sus orbes azules.

—¿Vas a querer que aún te ayude con Química?

—Ah, si por favor.—Suplico.

—Bien. Iré a tu casa esta tarde. Nos vemos— se despidió el azabache saliendo del edificio bajo la mirada de la rubia. Con una sonrisa ella hizo lo mismo y se fue a su hogar tarareando un canción infantil.

—¡Ya llegue!— anunció su llegada con una enorme sonrisa. Dejando sus cosas en el sofá e ir a la cocina.

—Bienvenida a casa.— saludo cierto albino que salía de la cocina sonriendo.

—¡Norman!—grito emocionada, lanzándose a los brazos del albino y dando unas cuantas vueltas acompañada de ligeras risas de emoción.— te extrañe demasiado— dijo aferrándose al cuello del chico, cabe decir que ella era un duende a lado de su hermano.

—Yo igual te extrañe mucho.

—¿cuando llegaste?

—Hace un par de horas. Quería ir por ti pero-

—No hace falta que lo digas— interrumpió pasando su mano por una de las mejillas de su hermano, sonando triste ante aquel recuerdo que abundaban sus mentes y el mar de recuerdos tristes de su vida.

—¿Siguen juntos?—se atrevió a preguntar tomando la mano de su hermana e ir a la sala, en donde se sentaron en el enorme sofá blanco.

—Si. Desde que te fuiste ellos no se han separado ni un sólo momento—Contesto la rubia acurrucadose en los brazos de su hermano.—Se siente horrible.

—Ni que lo digas.

Ambos hermanos compartian un sentimento en común: "No ser correspondidos por las personas que aman".  Se les hace una de las peores experiencias que la vida les pueda dar, sobre todo, que después de dos años aún no las hayan podido superar. ¿Por que tenían tan mala suerte? Quien sabe.

Pasaron un par de horas y ambos hermanos se la pasaban contando anécdotas de los últimos dos años que estuvieron separados y poniéndose al tanto de las nuevas noticias del lugar, una de tantas era que Gilda y Don por fin eran pareja.

—Sabia que esos dos terminarían juntos.—sonrió con aires de orgullo.

—Yo también decía lo mismo. Solo que Gilda se negaba en aceptarlo.

—¿Y Nat?— preguntó el mayor sabiendo que el de cabellos escarlata y su hermana habían tenido algo, pero todo fue a base de sentimientos falsos por parte de ella.

—Él se fue hace unos meses a Estados Unidos. Oye ¿no tienes hambre? Por que yo si tengo demasiada hambre—dijo tomando el teléfono de casa, obvio iba a pedir a domicilió ya que tanto ella como Norman eran un desastre en la cocina—¿comida china o pizza?

—Pizza— respondió el albino entre pequeñas risas por la urgencia de la rubia en cambiar el tema. Se levanto del sofá y fue a la cocina.—traje chocolates por cierto.

—¡Dame!—pidió la rubia extendiendo sus brazos e ir a la cocina.

El timbre de la casa sonó dos veces captando la atención de ambos hermanos que degustaban tranquilos de unos chocolates.

—¡Safo!

—¡Safo! Agh! ¿Por qué siempre ganas?— se quejó el albino dejando su manjar.

—Por que en este juego siempre eres muy lento—se burlo la rubia comiendo los dulces.

El albino rodó los ojos y fue a la puerta, encontrándose con alguien a quien de seguro no quería ver en esos precisos momentos.

—¿R-Ray?

—¿Norman?

Anna al escuchar ese nombre se alarmó.

Con el corazón en las manos salio corriendo de la cocina hasta llegar a la entrada, en donde se encontró a ambos chicos matándose con la mirada, en la que Norman parecía crear una película sangrienta y Ray no se inmutaba. Las miradas de ambos chicos se posaron en la rubia, el albino entre miradas diciéndole "¿Qué hace el aquí? " y el azabache preguntando lo mismo. Anna se tenso, quería salir corriendo y huir del lugar. La situación solo se definía en una palabra: Incómodo.

Deseos Inadecuados [TPN. RayAnna] Where stories live. Discover now