BLACK ORDER

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II


Si repasamos la lista de las cosas que habían acontecido esa mañana y que habían hecho caer los ánimos de Allen en mas de una forma, todos y cada uno de ellos juntos no se comparaban a lo que acaba de ocurrir.

Si tener una deuda de 5 000 000 de yens que tenía que ser liquidada dentro de cinco meses causaba toda una revolución en los estados de animo del albino, ahora el haber tirado comida sumamente cara en un traje, de seguro, de diseñador y por ende con un costo que le haría aumentar una buena cantidad de ceros a su magnifica deuda de cinco millones, cuyo propietario le miraba con odio jurado mientras maquinaba mil y un maneras de hacerlo pagar por ello, esto causaba que surgieran unos irrefrenables deseos de ir y aventarse del puente mas cercano mientras gritaba "¡¿por qué yo?!".

Sin duda el mundo había confabulado en su contra para hacer en un abrir y cerrar de ojos su vida miserable. Y ahora solo miraba con terror a Kanda para cerrar con broche de oro un día completamente plagado de desgracias. Las cosas no podían ponerse peor, ¿o si?.

El miedo estaba escrito por todo el rostro de Allen, quien miraba horrorizado a un enfadado Kanda, tenía tantos deseos de salir corriendo del lugar pero aquel hombre que le miraba de modo asesino parecía ser alguien que no le fuese a permitir librarse de ello tan fácilmente.

–Yo...señor...yo lo siento

–¡eso no es suficiente!-contesto mas que molesto el japonés mientras miraba inquisidoramente al albino. Toda la comida estaba por todo el elegante traje de Kanda, y Allen le miraba aterrorizado.

El jefe del restaurante se había acercado a la mesa donde se encontraba el albino y el furioso japonés de pie mirándole asesinamente apenas hubo oído la voz de este ultimo alzarse sobre las demás voces de los distintos comensales que se encontraban ahí.

Cuando llegó vio como el albino se reincorporaba lentamente para mirar fijamente el suelo, y el japones le miraba inquisidoramente en espera de una respuesta.

–quizás...pueda pagarlo-se atrevió a decir Allen sabiendo que quizás y muy probablemente no lo podría hacer.

–¡esto no es algo que un mesero pueda pagar!-dijo Kanda señalando su traje.

–yo...entonces...permítame lavarlo-sugirió el albino.

–eso no funcionará.-dijo Kanda mirando a Allen quien no podía dejar de ver el suelo.

Allen cerró los puños y alzó la mirada, "¿entonces que quería?", se pregunto a si mismo ya exasperado por las respuestas que el mayor le daba.

–¡disculpe la molestias señor, perdone la torpeza de nuestro mesero, comúnmente el es muy bueno, pero los accidentes existen!-se intentó disculpar el jefe de Allen por él. Allen apretó los dientes y se sintió desplazado, se sintió como un niño pequeño e indefenso y odiaba aquella sensación.

–¡y a mi no me interesan si existen o no los accidentes!, ¡quiero una solución a esto!, ¿qué piensa hacer?, ¿lo va a pagar usted?-preguntó Kanda mientras miraba atento al jefe del personal y dueño del restaurante.

–pues yo...-intentó responder el jefe sin encontrar respuesta alguna a la pregunta de Kanda, saco de su pantalón un pañuelo blanco con el cual se limpio el sudor que comenzaba a aparecer en su frente.

–dígame, ¿usted puede pagar los ocho millones que cuesta este traje?-pregunto mordazmente Kanda ya sabiendo la respuesta, por mas famoso que este restaurante fuera el desembolsar tal cantidad de dinero los haría entrar en una crisis económica que les llevaría a la bancarrota, el miraba al jefe, quien constantemente se pasaba el pañuelo por la frente y miraba el piso en busca de alguna solución. Kanda estaba consiente que les estaba poniendo en apuros y disfrutaba de verles arrinconados y sin escapatoria.

Office BoyWhere stories live. Discover now