04| Tu Sombra

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Eros Loughty.

Los gritos de los hombres afuera me aseguraban una sola cosa: ellos estaban aquí. Por un momento me olvidé de la persona que estaba atada frente a mi, ignoré su repugnante presencia para ponerme a la defensiva. Miré a mis amigos quienes asintieron antes de mirar a la puerta, los tres estábamos listos para enfrentarlos. Escuchamos los disparos acercándose a la puerta y Evan rió.

— Finalmente llegó, nuestra preciada líder del equipo élite.

¿Nuestra preciada líder?

— Hablas y te corto la garganta.

— Quiero ver si llegas a ponerme un dedo encima antes de que ella me defienda.— murmuró mirándome de reojo y sentí que mi sangre hervía.

Sin embargo, no podía reclamarle nada. Yo tomé una decisión y Rose actuó de la forma que se le hizo más sencilla, ella buscó una manera de curar la herida que yo le hice. En todo caso, si hay alguien aquí que esté de sobra soy yo. Negué con la cabeza, centrándome en lo importante: hablar con ellos.

No tenía tiempo para lamentos, debido a esa debilidad fue que pudieron ponerme entre la espada y la pared. Mostrar mis sentimientos está mal, demostrar quiénes me importan es sinónimo a sacrificarlos. No puedo mostrar mis emociones a nadie más que a mi mismo, en un mundo como el mío, debo mantenerme distante al resto si quiero seguir de pie.

Mi mano se tensó contra la pistola cuando Ryan ingresó cargando dos, una en cada mano. Sus ojos pasaron por cada uno de nosotros hasta que acabó formándose una sonrisa en su rostro, reconocía esa expresión, él nos odiaba. Observó a Evan y rodó los ojos antes de hacerse a un lado sin dejar de apuntarnos, yo era el único que estaba fuera de su mira y no tardé en comprender la razón.

Como si mis pensamientos la invocaran, ella se asomó por la puerta con un vestido negro que se ajustaba a su figura, mi corazón se comprimio cuando vi las manchas de sangre sobre su piel y la tela. Poco a poco, levantó la mirada para analizar la situación y casi se rió al ver el estado de Evan. Finalmente, su mirada cayó sobre mi causando que recobrara la compostura. Por donde sea que la viera, ella no era la misma chica de la que me enamoré.

— R-Rose...— murmuró Foster retrocediendo  de a pequeños pasos.

— No sabía que estaban tan desesperados por vernos, pero chicos, existen formas más amables de pedir una reunión.— comentó Ryan sin gracia.

— Podemos explicar lo ocurrido esa noche, vinimos para hablar las cosas.— afirmé.

Será la última vez que les hablé de forma pacífica. La próxima, no respondo ante mi nombre.

— Acabamos con todos sus hombres, es mejor que se rindan y lo liberen.— agregó una chica a sus espaldas.

Una risa se escapó por mis labios, quién sea que fuera debía saber que nadie me da órdenes.

— ¿Y quién eres tú para hablarnos así? ¿La líder de ese grupo élite?

Sonreí.

— No, de hecho, los líderes somos nosotros.— tragué saliva.— Y te ordeno que sueltes a Evan si no quieres que uno de mis cuchillos acabe incrustado en tu garganta.

Muéstrame hasta dónde llegas, Rose.

— No lo haré.

— Bien.

Uno de sus cuchillos salió volando en mi dirección y me moví a tiempo para evitar que me cortará la cabeza. Sin embargo, el ardor en mi hombro no tardó en presentarse e hice una mueca. Fue rápida. Ryan disparó hacia mis amigos quienes se separaron por la habitación, dos chicas los sujetaron y vi que Rose liberaba a Evan quien me miró de reojo.

Pequeño Demonio: Bestia | EDITANDO Onde as histórias ganham vida. Descobre agora