Capitulo 8

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La incredulidad pasó a desconcierto, y después a sorpresa. ¿Había escuchado bien? ¿O estaba soñando? 

No… la cara de _______ le decía que no soñaba en absoluto, la miró de arriba abajo y su libido despertó. Quiso tenerla en ese momento. Pero no se iba a mostrar tan desesperado. Y además, algo no encajaba.

-Vaya… vaya… -susurró. 

-¿Qué, has cambiado de opinión? –preguntó ella arqueando una ceja, y rogando que no fuera así, y en caso de que lo fuera, que la dejara ir tranquila. 

-Claro que no, cariño ¿Cómo voy a cambiar de opinión? –Eso de mentir se le estaba dando muy bien- Y mucho menos ahora que la señorita se ha ofrecido. ¿A que es debido el cambio? 

-Creo, que no me queda otra opción ¿no?

-Cierto… -dijo él después de un corto silencio- no tienes otra opción… 

-¿Y bien? 

Silencio. Un silencio pesado que estaba cayendo sobre ella haciendo que se comenzara a sentir mal, el nudo del estómago la hacía querer vomitar, y su corazón bombeaba con demasiada rapidez. 

-Mmm… 

-¿Valorando la mercancía o que? –preguntó exasperada antes de ponerse a gritar. 

Él rió. 

-Creo que ya la tengo muy valorada –murmuró sensualmente. Ella se estremeció- Creo que sabes mi decisión.

-Bien –dijo ella- ahora hablemos de dinero –añadió, se mordió la parte interna de la mejilla por su orgullo dañado, y se sintió una estafadora cuando a él se le oscurecieron los ojos. 

-Podemos hablar de eso después… ahora quiero hacer otra cosa –contestó él levantándose y acercándose hasta ella. 

-No –musitó ella caminando hacía atrás.

-No te preocupes, te pagaré… 

Se sintió como… si no fuera persona. Quiso reír, pero las lágrimas le quemaron los ojos. Los cerró y luchó contra si misma. 

-Será mejor que aclaremos eso ahora –musitó sacando fuerza de donde no la había. 

Él la sujetó por los hombros, y la acercó a su cuerpo. 

-Solo pon el precio, y yo pagaré. 

_______ habló y murmuró una cifra insignificante, solo había contado con el precio del billete más o menos, y una pequeña ayuda. Él se carcajeó mirándola. 

-¿Y? –preguntó ella. 

-¿Sólo eso? Creía que me ibas a salir más cara… -dijo él inclinando la cabeza, ella la retiró. 

-Estoy esperando que me contestes… 

-¿Efectivo o transferencia? 

-Efectivo.

VIENE LA PARTE PERVER LA PAG Y YO NO NOS HACEMOS CARGO DE TRAUMAS xD

-Bien… -entonces la besó, con una fuerza de la que él mismo se sorprendió. Poseía su boca con desesperación y ansia y ella gimió cuando le entreabrió los labios para penetrarla con la lengua, la abrazó y la pegó contra su erección- deja de temblar –musitó cuando dejó de besarla. 

Ella ni siquiera sabía que temblaba. No se había dado cuenta. 

-Yo… 

-No te voy a morder. Bueno, quizás si, pero no te dolerá. 

Volvió a temblar, y esa vez de excitación. James la rodeó con sus brazos, y la alzó del suelo, para apoyarla contra el escritorio al que al final acabó subida. 

La falda se le había subido hasta los muslos, y James estaba entre sus piernas, presionando su erección contra su sexo el cual se iba humedeciendo cada vez más. 

Gimió cuando él la sujetó por la nuca y le echó la cabeza hacía atrás para besar su cuello, su boca entreabierta hacía que su respiración agitada fuera audible, mucho más audible, provocando que James ardiera. Le levantó la blusa y la liberó del sujetador mientras la besaba con ansias, devorando su boca. 

Ella gimió al sentir las manos de James masajeando todo su cuerpo, y un jadeo resonó por parte de _______

Aquello era una mala adicción. Muy mala. 

James miró la cara sonrojada de la chica y supo que tenía que tenerla en ese mismo momento, o acabaría completamente loco y frustrado. Devoró sus pezones lentamente, saboreándolos, deleitándose de los gemidos de ella. De sus susurros y sus peticiones. Mientras se encargaba de sus pechos, acarició la suave piel de la cara interna de los muslos femeninos, hasta alcanzar sus caderas, tiró de ellas hasta colocar el trasero de ______ al borde del filo de la mesa. 

Subió y la besó en la boca, pegándose contra ______ para así mostrar su excitación. 

-Te necesito ahora, _____ Te tengo que tener –dijo. 

-James–gimió ella, cuando él la liberó de la ropa interior y acarició su suave humedad.

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