- -Hola, bebé –Me saluda Samantha mientras me da un súper beso en la mejilla-. Ya, ahora sí pide el Uber.

- -Ya lo hice desde que te vi llegar, así que llega en dos minutos. ¿Por qué demoraste tanto?

- -Ya sabes, Caro, los mismos problemas de siempre con mi viejo.

- -Sam, ¿él te volvió a lastimar?

- Samantha se hace la que no escuchó y se queda viendo a la calle mientras le da una piteada a su cigarro. Yo le agarro la mano y le digo:

- -Sabes que cuando quieras, puedes quedarte en mi casa, ¿verdad? Mi familia es feliz de recibirte ahí, y podemos robar los cigarros de mi mamá –Me río del último comentario que lancé como para contagiarla-.

Sam fuerza una sonrisa y solamente me abraza.

El taxi llegó, nos embarcamos y le pedí que fuera lo más rápido posible a la Cato. Sam había sido absorbida por la vista del paisaje camino a la universidad.

¿Cómo puede esta chica ser tan hermosa? Con su contextura bastante atlética, su piel tersa como la de una muñeca de porcelana, sus rizos castaños y definidos, sus hermosos pómulos y ojos color miel. Cualquiera que me escuche describir lo perfecta que veo a mi mejor amiga, podría jurar que estoy enamorada de ella, pero no. Es solo que me conmueve demasiado lo perfecta físicamente que es, y lo mal que la tratan y abusan psicológicamente en casa, como su padre. Y solo su familia, porque adondequiera que vaya Sam, llama la atención de la gente.

Llegamos a la universidad, la misma a la que sabía que iba a ingresar desde que estaba en tercero de secundaria, la Pontificia Universidad Católica del Perú y que habían predestinado mis padres desde que nací. Una de las más prestigiosas y caras universidades del país. Tenía un campus completamente grande y los profesores que enseñan ahí han viajado ya por todas partes con tan solo treinta y tantos años.

- -Y, ¿con qué empezamos? –me dice Sam mientras yo sigo contemplando el campus y la gran cantidad de alumnos que entran por el portón-.

- -Bueno –digo mientras reviso el horario en mi teléfono-, nuestra primera clase es Filosofía.

- -Ya, espérame un toque que quiero comprarme algo para desayunar porque no he comido ni mierda.

Y con lo que le habrá pasado hoy, no me la imagino teniendo tiempo y comodidad para sentarse a comer en su propia casa.

Fuimos a la cafetería y Samantha me convenció de faltar a la primera clase, no quería decirle que no. De verdad me preocupo mucho por su bienestar, o sea, nos conocemos desde el kínder. Nos sentamos en una mesa, yo tomaba un jugo de fresa con leche mientras Sam se comía una empanada de carne y bebía jugo de naranja. Ambas en nuestros teléfonos.

Alguien interrumpió nuestras actividades, se apoyó de pie en nuestra mesa y nos habló.

-Hola, ¿son cachimbas? –dijo el chico, no podía distinguirlo bien porque había un tremendo sol en pleno marzo y estar sentada mirando para arriba era un ángulo terrible-. Puedo adivinar que lo son porque vienen con las mochilas llenas –dice eso mientras se ríe-.

-¿Y quién se supone que eres tú? –dice Samantha mirándolo con el ceño fruncido-.

-Tranquila... solo estaba jugando. Suelo hacer esto cada vez que alguien se me hace nuevo en la universidad, trato de entrar en confianza, pero contigo parece que me fue mal, ¿verdad? –dice el chico apoyando sus codos sobre nuestra mesa. Samantha prefiere bajar la mirada y le da un sorbo a su jugo de naranja-. Déjame volver a empezar... soy Lucas Bescio. ¿Y tú eres...?

-Samantha Bravo –le dice desinteresada. mientras le da una mordida a su empanada de carne-. Esta es mi mejor amiga Carolina. Carolina Santistevan.

-Un gusto, Carolina –me dice Lucas mientras mira a Samantha-. Oye, ehm... Sam, si es que te puedo decir así. ¿Qué carrera vas a estudiar?

-Filosofía, pues, ¿no se nota? –le responde mientras suelta una sonrisa-.

Los dos se contagian la risa y este chico ya cogió una silla y se sentó con nosotras. Lucas se metió en nuestra reunión de mejores amigas. ¿Este es un tipo de persona que debía conocer? ¿Por qué Samantha se ríe de algo tan tonto? En fin, cogí mi teléfono y comencé a ignorarlos. Este muchacho no me daba buena espina.

- Manya, tengo una filósofa justo frente a mí. Entonces me imagino que has visto Ágora.

- Obvio, es un icono de la Filosofía y la Astronomía. Me encanta esa mujer.

- Me encanta que te encante Ágora. En serio. –Lucas mira tentativo a Samantha-.

Oh no, ¿¡se están seduciendo!? No puedo aceptarlo, Samantha apenas conoce a este tipo y seguramente quiere meterse a la cama con él solo porque tienen cosas en común. Esta chica tiene serios problemas y no voy a permitir que entre alguien en su vida a revolverle aún más la cabeza a mi mejor amiga. 

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⏰ Last updated: Aug 13, 2019 ⏰

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Lima, la grisWhere stories live. Discover now