todos los días

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Agoney salía se trabajar sobre las 18:30 de aquel 30 de agosto.

Se juró demasiadas veces que lo llamaría para tomarse un cafe en su casa. No lo hizo.

Agoney se pasaba los días pensando cuando y como se atreveria a confesarle lo que mucho tiempo llevaba escondiendo. Se conocian desde hacía cuatro años y siempre habían sido algo más que amigos. Amigos de los que se besan a escondidad y se dicen lo mucho que se importan mutuamente. Pero Agoney ya no sentía que solo le importaba. Quería decirle lo mucho que le quería, que lo amaba, que estaba enamorado de todas sus imperfecciones, de sus bromas, de sus piques e incluso de su mal humor. Quería decirle que quería estar con el todos los días de su maldita vida. ¿Lo hacía? No. Solo se lo podía demostrar con besos, caricias, gemidos y embestidas.

Pasaron semanas, hasta que por fin se digno a expresar todo lo que sentía.

Agoney, que siempre había sido muy tradicional, le escribio una carta.

Querido Raoul:

Me acuerdo perfectamente del primer día que te vi, ibas con tu sudadera amarilla que tan bien te queda. Puedo jurar que desde ese día lo supe. Supe que serías tú la persona que me acompañe el resto de mi vida. Estoy tan enamorado de ti que es dificil de creer Raoul.

Todo se me queda tan corto cuando te digo lo que me importas que incluso me da miedo. Me siento tan afortunado de haber podido disfrutar de tu compañía, de tus besos, de tus caricias, de tus impotencias, de tus llantos, de tu valentía, de tu voz, tus manos, tus labios, tu cuello, y un gran infinito de cosas más.

Siento no haber podido dartelo todo cuando más me necesitabas, tengo tanto miedo de hacerte daño. Aunque sabes que siempre estaré ahí.

He visto miles de peliculas, y siempre había creido que el amor así, tan fuerte y tan puro, solo existian en las peliculas de noventa minutos.

He leido cientos de novelas a lo largo de mi vida, muchas de ellas tirando de que el amor es el centro del universo. Que no puede hacer ningun daño, que es lo que necesitamos para sobrevivir. De Jack para Rose, siempre pensé que eran tontos. Que el amor era algo ficticio, que solo se encontraba en las paginas equivocadas de los libros. Pero todo eso cambio cuando te conocí a ti. Nunca pensé que podría completarme y sentirme tan vivo por otra persona, hasta ti. Tu cogiste mi mano y me sacaste de la oscuridad y me enseñaste de que estan hechas las almas, aunque da igual, la tuya y la mía son una sola. Una vez me preguntase que es lo que mas quería en el mundo. A ti.

Si, a ti.

Y a tu maldita sonrisa.

Realmente no se como darte las gracias por aparecer cuando mas te necesitaba. Lo resumiré en un GRACIAS. Así, en mayusculas.

Ya sabes que no es lo mio dejar escapar mis sentimientos de la jaula. Pero hoy me da igual, he conseguido comenzar a expresarme como para parar de golpe.

Si Julieta nos viera, la envidia correría por su venas. Ella nunca tuvo la oportunidad de conocerte, ni de tenerte. Y yo sí.

Quien me iba a decir que un buen dia te ibas a figar en mi. Que me sonreirías con picardía provocando un nudo en mis cuerdas vocales.

Seguramente si me lo hubiesen preguntado antes yo ya habría apostado por ti. Incluso en otra vida. Y es que esos besos no se olvidan ni cerrando los ojos. Ni con alzehimer.

No puedo explicarte con palabras todo el tiempo que quiero pasar a tu lado.

Empecemos con un "para siempre".


A Raoul le costo asimilar todo lo escrito en la carta.

Pero días despues ahí estaban, dandose el sí quiero.

Si quiero seguir acompañandote el resto de mis días, si quiero seguir queriendote, si quiero verte crecer a mi lado. Por que la primera vez lo supe, siempre fuiste tú, mi niño. Siempre seras tú, Raoul.




todos los días. -One-Shot- Ragoney.Where stories live. Discover now