Uno.

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Habían pasado apenas unas horas desde que todo había terminado y con eso la nostalgia de los que ya no estaban llegó
Algunos simplemente volvieron a lo que alguna vez fue su vida, los otros, los que habían perdido un poco más solo miraron las ruinas que los rodeaban, no había forma de recuperar aquel lugar que había sido su hogar por muchos años.

Steve Rogers aún se mantenía en pie después de sentir cómo perdía parte de su alma al mirar al hombre al que siempre había admirado en secreto y ver cómo se le escapaba la vida por los ojos, no sentía que el mismo fuera un héroe a pesar de que todos lo llamaban así mientras lo felicitaban palmeándole la espalda pues había perdido mucho no solo a Tony también había perdido a la mujer con la que había pasado los últimos años y a la que consideraba como su hermana después de todo Natasha lo había dicho, eran una familia, el había perdido a dos miembros muy importantes.

Apenas se vio seguido por el hombre verde quien levantaba algunas de las lozas más pesadas para ver si se podía recuperar algo, quizás recuerdos, fue cuando la vieron, una pequeña niña que se mantenía escondida entre los escombros  fríos y negros, los miró fijamente fue cuando decidieron acercarse solo un poco.

No podían creer lo que estaban viendo, los ojos grandes y azules de la niña les llamó la atención, estaba asustada desde luego aunque al parecer no le eran tan desconocidos pues por un instante pareció reconocerlos y esbozar un intento de sonrisa.

El hombre verde fue el primero en acercarse, la pequeña dio un paso atrás casi queriendo salir corriendo pero no lo hizo al final, ella sabía quién era aquel hombre, sin embargo nunca lo había visto en persona, se aferraba a una pequeña libreta roja que parecía usar como un escudo exactamente igual al rubio que miraba frente a ella y que sostenía ese pesado artefacto que le llamó demasiado la atención.

El rubio le sonrió podía reconocer aquella limpia mirada, le recordaba a alguien que sin duda había conocido bien pero que de alguna manera le confundía, ¿cuantos años tenía? Cuatro quizás menos, si bien era más alta para su edad aún era una pequeña demasiado inocente.

—No te haremos daño — fue lo que dijo Steve tratando de darle confianza a la pequeña sabía que sería difícil puesto que nunca los había visto y se encontraba en un lugar que parecía bastante inseguro y que realmente lo era de alguna forma.

Banner sonrió, también la miraba percibiendo aquel encanto que sin duda la mujer que alguna vez amo igualmente guardaba, el cabello rojo de la pequeña brillaba a pesar de estar lleno de polvo tanto como su rostro tan blanco como el mármol, su carita manchada de tierra, quizás de sangre debían protegerla, cuidarla hasta...

—¿Quién eres? — pregunto de la forma más suave que le fue posible al hombre verde quien ahora era una mezcla de ingenio y simpatía en una sola persona.

Steve lo detuvo, tenía una leve intuición aun cuando no estaba del todo seguro.

—¿Eres...hija de Natasha, de Natasha Romanoff? — insistió Rogers.

La niña no dijo nada seguía aferrándose esta vez con más fuerza al libro rojo.

—Steve tenemos que salir de aquí — dijo Bruce — ¿Por qué dijiste eso, crees que es hija de Natasha acaso ustedes..?

Rogers le palmeó la espalda exponiendo lo que presuntuosamente podría ser una sonrisa, él sabía bien que nada había ocurrido entre ellos no de esa manera pero de cierta forma algo en su interior le decía que aquella niña tenía algo que ver directamente con la ex agente, su amiga a la que por mucho tiempo creyó conocer bien y que ahora no estaba del todo seguro pues guardar un secreto así de grande y no contarle nada lo desilusionaba un poco.

Lo que sea necesario.Where stories live. Discover now