1. El premio

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- Acércate -me ordenó.
Estaba de rodillas así que me puse a cuatro patas y gateé, notaba el frío del suelo en mis rodillas y en mis pezones al hacerlo lo cual hizo que se me pusiese la piel de gallina. Ella estaba sentada en el suelo con las piernas completamente abiertas enseñándome así su coño depilado. Con una mano se lo acariciaba lentamente, como quien acaricia el pelaje de un gato, mientras que con la otra me cogió del moño despeinado que tenía en la coronilla y tiró de él para que fuese más rápido. Una vez me tuvo en la posición deseada dijo:
- Tengo una cosita para ti que no dudo de que te guste.
Mantuve la vista fija en su coño y en su mano, pues su otra mano no me permitía alzar la cabeza.
- Abre bien la boca -dijo.
Lo hice.
Comenzó a masturbarse con delicadeza, pasando los dedos por su clitoris hasta que se hinchó. De ahí paso directamente a meterse dos dedos en la vagina. Para estar más cómoda se levantó del suelo, manteniendo aún mi pelo en su mano, saqué la lengua para mostrarle mi excitación y mis ganas de recibir mi premio por mi buen comportamiento. Eso pareció excitarla aún más porque comenzó a mover los dedos en su coño rápidamente y a gemir. Cuando ya noté que se iba a correr se sacó los dedos y se acarició los labios mayores de una manera muy veloz. Supe en ese instante cuál iba a ser mi premio: squirting. Solo de pensarlo me excite aún más si podía.

El chorro salió disparado de su coño y me golpeó directamente en la cara y en la boca. Cerré los ojos para que nada me entrase en ellos y me limite a intentar captar lo máximo posible con la boca.
Una vez hubo acabado se bajó hasta colocarse a mi altura (seguía cuatro patas) y me puso una mano en la mejilla. Me miro fijamente a los ojos mientras me acariciaba la mejilla suavemente, pero ya sabía lo que venía después (siempre lo hace), una bofetada, un gemido involuntario salió de mi boca.
- Mi putita -susurró. Acto seguido me besó metiéndome la lengua hasta el fondo como intentando saborear su corrida ya tragada desde mi boca. Gemí gustosamente ante esa muestra de cariño-. Mira como has dejado el suelo.
La mano que sujetaba mi cabeza descendió hasta que ésta tocó el suelo y, sin dudarlo me puse a lamer de ahí la corrida que se había escapado de mi boca, manteniendo la vista fija en ella mientras lo hacía, pues le encantaba.
- Ahora te toca agradecerme este premio -dijo una vez que el suelo ya estuvo limpio.
Se puso a cuatro patas y se dio la vuelta, dejándome su culo redondo a la altura de mi cara. Gustosamente acerque mi cara hasta él y comencé a lamerle el ano con ansia mientras separaba con ambas manos sus nalgas.
- Así, así -gimió-. Mete tu sucia lengua hasta el fondo y lame como lo buena perra que eres.
Introduje mi lengua en su pequeño asterisco y la comencé a mover en círculos con movimientos rítmicos mientras que mi cabeza subía y bajaba cuando entraba y salía. Una de sus manos llegó de nuevo hasta mi cabeza, acariciandome las raíces del pelo que nacían desde la frente. Cuando noté que se iba a correr me estiró de ellas, un pequeño gemido de dolor salió de mi boca pegada a su culo.
Se levantó del suelo y me miró desde su altura, estaba de pie con sus altos tacones mientras que yo estaba arrodillada en el suelo con la cara aún manchada por su corrida y mi coño húmedo rozando el frío suelo.
Su mano me acarició la barbilla suavemente.
- ¿Te ha gustado tu premio?

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