¡Que quiero ser rubia!

Start from the beginning
                                    

— Oye, pues a mí me queda genial, estos ojos resaltan mis pómulos y el color moreno de mi pelo no ha cambiado, pero está más brillante que antes— Contestaba, para sorpresa de todas, Karol.

Las seis amigas deambulaban taconeando por la estancia, haciendo aspavientos y sin creer lo que les estaba pasando.

De repente, un golpe fuerte impactó contra la ventana. Se quedaron paralizadas en el acto y, como por arte de magia, el ventanal se abrió, dejando paso a una ventisca que las hizo tener que sujetarse a lo que más cerca tuviesen.

La ventana se hizo cada vez más grande, arrancándose trozos del marco y la pared, hasta que todo el panel salió despedido por los aires, succionando también a las seis mujeres que, con aquellos tacones, no podían sostenerse y aguantar la fuerza del aire.

Ninguna de ellas sabía qué era lo que estaba pasando, acababan de ser tragadas por una especie de agujero negro.

Despertaron dentro de una habitación llena de espejos y carritos con barras de las que colgaban infinidad de coloridos vestidos.

— ¿Dónde estamos? — Preguntó Connie, mientras seguía sin creerse lo que reflejaba el espejo de uno de los tocadores.

— Parece el tocador de una artista— dijo Regina manoseando los vestidos expuestos y perfectamente planchados.

— Esto es muy raro chicas, yo estoy acojonada del todo. Nos han cambiado la cara y el pelo, nos han vestido como putillas del futuro, y para colmo, estamos encerradas en un sitio que no había visto en mi vida. ¿Podéis oír la música vosotras? — Preguntó Alicia mientras intentaba girar el pomo de la única puerta que tenía la habitación.

Nada más terminar de decir aquella frase, unos golpes en la puerta sobresaltaron a las chicas, y una voz grave se escuchó tras ella.

— ¿Preparadas? Os quedan cinco minutos para salir.

— ¿Salir? ¿Dónde? Esto no me gusta ni un pelo. ¿Qué coño está pasando aquí? — Dijo Irene mientras se agarraba a Connie de la cintura.

— Tomadlo como un juego, yo es que me parto de la risa, ¡parecemos las Spice Girl!

Todas miraron a Karol entrecerrando los ojos un poco más, hasta convertirlos en pequeños arañazos en sus rostros.

— La Karolita se nos ha vuelto loca de remate. Miradla, pero si está todo feliz con eso de que nos hayan secuestrado— decía Alicia, que no dejaba de girar y girar el pomo de la puerta y dar golpes para abrirla.

— Les voy a poner una denuncia que se les van a caer los huevos al suelo. ¡Quiero mi pelo exactamente como estaba antes! — Reivindicaba So toda enfadada.

La puerta del vestuario se abrió de golpe y Alicia cayó al suelo, dando con el culo sobre unos trajes tirados en él.

Seis chicos vestidos de traje chaqueta y guapísimos, las miraban con cara de asombro.

— ¿Todavía sin terminar, señoritas? Los fans las esperan y si no salen pronto tirarán el escenario abajo— dijo uno de ellos al tiempo que ayudaba a Alicia a incorporarse.

Alicia se quedó mirándole fijamente, solo le faltaba el hilo de baba colgando de la comisura. El chaval era muy guapo y sexy, y ella intentaba recordar cómo era eso de respirar. 

Las chicas dejaron las preocupaciones ipso facto, mientras seguían, sin saber muy bien dónde, a los modelos de Armani que avanzaban por pasillos largos y estrechos. La música se escuchaba cada vez más alta, y cada uno de ellos ofreció a las seis amigas su brazo para salir a escena, juntos y agarrados.

Encuentro en taconesWhere stories live. Discover now