Encuentro en tacones

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— Ok…— Alicia se queda callada unos segundos con el dedo junto al de sus amigas, presionando el culo del vaso sobre la tabla— Quiero saber cuándo será mi próximo orgasmo. Pero uno bueno, que los “a medias” no valen.

El vaso tiembla por un instante y con desesperante calma, se desliza sobre las letras talladas del tablón de roble. De repente, da un giro brusco en el que varios dedos se separan momentáneamente del cristal, hasta pararse en el número “5”. Todas se miran interrogantes. El vaso vuelve a moverse, esta vez más deprisa, señalando con el borde las letras “D-I-A-S”  

— No está mal, podría haberte puesto meses— suelta a modo chiste So, mientras las demás le ríen la gracia.

— Quiero preguntar con quién…

— No, me toca a mí, en la siguiente ronda sigues, que siempre haces lo mismo— discute Regina, al tiempo que se concentra en la pregunta— vale, quiero saber si mi novio se masturba y con qué frecuencia.

Ninguna ríe, saben que las preguntas son serias, que todas pasarán por ello y están acostumbradas a escuchar de todo en sus reuniones semanales.

El vaso vuelve a moverse y, esta vez, no necesita que las chicas pongan el dedo encima, se desliza solo por el panel y marca descaradamente el hueco vacío entre los números: “1” y “2”.

Suele hacer ese tipo de cosas, dejar a la imaginación sus respuestas, luego el grupo de amigas saca sus propias conclusiones. Queda totalmente claro el significado cuando el vaso vuelve a pisar las letras: “D-I-A” 

— Bueno, no es nada nuevo, ni tampoco me ha sorprendido. Creo que le gano— dice con la ceja levantada Regina, que sigue soplando sus uñas, desde hace tiempo secas.

— Y tonta serías si no fuese así— contesta Irene mientras se ajusta la hombrera del sujetador, al parecer el trajecito que se ha puesto para la ocasión, es un tanto pequeño e incómodo.

— Siguiendo el orden, nenas, quiero saber si mi pareja piensa en otra cuando hacemos el amor…— por un momento, Connie se ruboriza y mira hacia abajo, esperando la respuesta.

— Será cuando folláis ¿no? Las cosas claras Connie, que estamos entre amigas— contraataca Karol.

— Eso, cuando follamos. Que tiquismiquis que sois, por favor.

Todas se concentran en el grosor del fondo del vaso y miran como se desliza hacía la palabra “SÍ”, que hay tallada en una esquina.

— Dejadme preguntar si todas las veces…”que follamos”— remarca en tono más alto—  y con quién, por favor.

Asienten con la cabeza, permitiendo la contestación a la pregunta de Connie. Ella es la más tímida, aunque solo en apariencia.

Esta vez el vaso va despacio, hacía la palabra “NO” y acto seguido marca las letras de un nombre propio: “L-I-L-Y_C-O-L-E”.

— ¡¿Quién coño es esa?!

— Es una actriz, un tanto peculiar. Tu chico es muy original en gustos— aclara Irene.

— Bua, yo a veces pienso en George Clooney, vaya novedad— se ríe Connie, claramente aliviada.

La tarde ya ha caído y la escasa luz que entra por la ventana, obliga a las chicas a encender las velas, que han preparado con anterioridad sobre el aparador. El ambiente ahora es más misterioso y enigmático. Las seis amigas empiezan a notar los efectos del “margarita” casero y tienen las mejillas coloradas, tanto por el calor de la época del año, como por el exceso de alcohol en su organismo.

— Yo quiero saber si el tío que me ligué el otro día la tiene… bueno, eso, con buenas dimensiones. No, no, mejor, si se sabe manejar bien, que al final es lo que cuenta—  expone So expectante.

Como en un partido de pin pon, el vaso se desliza primero al “NO” y cruza el tablero hasta el “SÍ”. La interrogadora mira satisfecha la contestación. El chaval le gusta.

— Ahora yo— dice Irene— quiero saber si conseguiré batir mi record de cuatro.

Con un giro rápido, el vaso se posa sobre el “NO”, ocasionando que todas se tronchen de la risa.

— Yo no sé qué esperabas, reina, ya bastante tienes con esos cuatro— dice Regina entre risas.

—    Por soñar no se pierde nada.

— Vale, me toca a mí— Karol suelta el móvil por primera vez en toda la tarde y pone voz ronca y teatral— Quiero saber si alguna vez han visitado a “ese” que todas sabéis por la puerta de atrás.  

La respuesta es clara y concisa cuando el borde del vaso rodea la palabra “NO”. Como todas saben el motivo de la pregunta de Karol, las chicas que están sentadas a su lado, le dan una palmadita en la espalda, reconfortándola. Era la respuesta que esperaba.  

— Sé que no es mi turno, pero la semana pasada me quedé sin tiempo, a ver… quiero saber cuántos se tocan con mis fotos del facebook— pregunta So, mientras recuerda la última foto en plan “Cat-Woman” que publicó.

El vaso se lo piensa, todas creen que está calculando la cifra y, pícaras, sonríen mirándose mientras esperan. Al fin se pone en movimiento y marca: “8-6”. Esta vez el estruendo que causan sus risotadas, despierta al gato de Connie, que hasta ese instante, dormitaba en el sofá.

La jarra de “margarita” ya solo contiene pequeños hielos y deciden hacer una parada para llenarla…

— ¡Eh! Esperad. Quiero hacer la pregunta que se quedó en el tintero. A ver, ¿con quién será ese súper orgasmo de Alicia dentro de cinco días? — Interrumpe Regina.

Sin saber bien por qué, todas ponen el dedo sobre el cristal de nuevo, y la respuesta no se hace esperar: “C-O-N_T-I-G-O”.

— Muy gracioso, chavala, la próxima vez empujas más despacio, se te ha visto el plumero— Alicia señala con dedo acusador a So, que la mira indiferente.

— Sé que por un momento te has asustado, lástima no haberte sacado una foto— contraataca So y, cuando está en la puerta de la cocina, grita— pero si quieres… ¡vuelve a preguntar!

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