2 -

462 26 7
                                    



🅰🆁🅸🆂

Abracé al chico que lloraba frente a mi.

Puso su cabeza en mi pecho y volvió a agarrar con mucha fuerza mi ropa.

Odiaba verlo así.

—Temo, perdóname por permitir que te pasara esto. Te juro que esos imbeciles van a pagar, yo los haré pagar por cada segundo que te tocaron, ¿okey? no voy a permitir que las cosas se queden así.— Seguía abrazando al niño más hermoso que mis ojos habían visto. Podía sentir como mi playera estaba mojada con sus lágrimas. —Soy un idiota. No te pude proteger. Desearía que todo tu dolor se transfiriera a mi.— Empecé a pensar en voz alta.

En eso, oímos como alguien empieza a mover la cerradura de los baños con algo fuerza, probablemente porque no logró abrirla a la primera. Yo giré mi cabeza hacia atrás al escuchar el ruido, aunque al estar en el cubículo no logré ver ni la puerta. Temo se limitó a seguir en mi pecho.
Teníamos que irnos de ahí, la persona detrás no había logrado pasar, pero seguramente ahora iría por un profesor para poder abrirla.

—Tenemos que irnos Tahi. Vamos al departamento, solo tengo que avisar para que nos dejen salir de aquí.—

Volteó a verme, aún abrazado a mi, simplemente asintió.
Nos fuimos separando lentamente. Y me levanté para ayudarlo a hacer lo mismo.

—Ari. Me duele... ya sabes. No me había movido de aquí desde que ellos se fueron.— Dijo Temo, pasó sus manos por su cara para limpiarse las lágrimas y lo ayudé a que se parara. Al lograrlo, pude ver mejor su ropa; tenía algunos botones de su camiseta desabrochados, como los de su pantalón que ahora había caído a sus muslos. Se lo acomodé y lo ayudé a abotonarlos. Tenía algunas manchas, no me quise poner a pensar de que eran y amarré mi chaqueta alrededor de su cintura. Ya listos para salir, puso un brazo sobre mis hombros y yo uno en su cintura para ayudarlo a caminar. —Tu nunca lo habías hecho así... creo que incluso hay sangre.— Yo sabía a lo que se refería y me enojaba mucho escucharlo.

Empezamos a caminar lentamente para salir del baño.

—Si la persona que intentó abrir la puerta nos ve salir así, podría pensar que...— Decía, pero no lo dejé terminar.

—No importa. Lo único importante aquí es que tu estés bien, e irnos ya. Además es el tercer piso, todos están comiendo abajo, seguramente él también ya bajó—

Llegamos a las primeras escaleras.

—¿No quieres que te cargue?— Pregunté.

—No. No Aristóteles. Yo puedo bajar, solo déjame sostenerme un poco en ti.— Podía ver que a pesar de escucharse tan seguro y valiente, sus piernas temblaban.

No lo iba a obligar; simplemente lo agarré para evitar que pudiese caer.

Finalmente bajamos todas las escaleras hasta el primer piso, ahí fuimos directo a dirección.
Al entrar, nos sentamos en unas sillas que eran para esperar en lo que salían los maestros.
Estuvimos unos segundos ahí, pero me desesperé, me paré para ver porque no había nadie cuando salió la prefecta.

—¿Qué sucede? Aristóteles, ¿cierto?— preguntó aquella mujer al verme, aún no llegaba a sentarse por lo tanto aún no alcanzaba a ver a Temo.

—Sí, éste, mi novio, Temo, se siente mal, y yo creo que lo mejor es llevarlo a su casa.—

—¿Quién es tu novio?— Entonces lo alcanzó a ver, él realmente se veía mal, así que no dudó en creerme. —¡Ah! Cuauhtémoc López, ¿qué le sucedió? ¿No querrá ir a la enfermería?—  Ella pensó por un segundo. —Está bien, él se puede ir, pero tu...—

Destrozado - [αяιѕтємσ]Where stories live. Discover now