Sin esperar más, arrancó a máxima velocidad por la avenida Leres. Marain se sentía inquieta con el casco, necesitaba respirar aire puro, sentía que se asfixiaba, así que se paró en el paseo y se quitó el casco, pasando sus manos por su larga cabellera negra.

—¿Te encuentras bien? —inquirio Iker—

—Sí, sólo quería respirar... —pero realmente Marain se sentía agobiada. Todavía no podía creer que era capaz de conducir a tal velocidad con su motora—

—¿Segura? Siento que tienes mucha presión encima.

A ella no le gustaba mentir, pero asintió. Ella pensaba en muchas cosas, como en tener que pagar una deuda, los exámenes que tendría en esa semana, los problemas financieros... Todo esos pesos los cargaba ella; Marain Bleach. Pero no mostraba cuan cansada se encontraba, cuan agotada se sentía.

—Imaginare que te creeré.

A ella le entró una curiosidad de saber quién es Iker Frederick. De dónde venía, sus costumbres... Así que saltó con la primera pregunta:

—Hace unos meses dijiste que provenías de una familia rica, ¿no?

—Cierto.

—Entonces, ¿qué rayos haces estudiando en la peor escuela de San Griego?

—Buen punto de vista, Marain.

Iker se desmontó de la motora, sacó algo de sus bolsillos, Marain se dió cuenta de que eran unos cigarrillos, él no tardó en prenderlo con un encendedor.

—No me llevo bien con mi familia, mejor dicho; ellos no se llevan bien conmigo. Lamentablemente me tocó vivir en una familia egoísta que lo único importante para ellos es salir en los periódicos y ganar dinero. En cambio a mí, nada de eso me importa porque solo quiero vivir una vida normal, como cualquier ser humano —saco un poco del humo por la boca, lejos de Marain—. Soy problemático, lo admito, pero te puedo asegurar que no me meto en problemas por querer, es por mi fama.

No era problemático, se aseguró Marain. No quería ser millonario, porque todos le caían encima por su fama...

—Para mi desgracia, mi padre son un chasco y no me quieren ayudar.

—Te entiendo —Marain se recostó un poco para atrás en su motora para contemplar el cielo oscuro con varias estrellas y la luna llena—. Deberías de dejar ese vicio que apenas conozco —él rió—

—Lo dejaré, tenlo por seguro.

🏍️


Cansada de tantos reproches de parte de Freddy, Marain soltó:

—¡Cierra el pico, Mackenzie, que a nadie le importa tus problemas! ¡Si vuelves a hablar de tus problemas, ten por seguro que te rompo el motor! —amenazó ella con un destornillador—

Ella ya estaba cansada de escuchar lo mismo.

—¿Entonces con quién más me quejo si no es contigo? —arqueó las cejas—

—¿Y te crees que soy una hoja y tú un bolígrafo? Estás muy equivocado.

Marain terminó de ajustar los últimos tornillos para luego pararse y limpieza sus manos embarradas de aceite.

—Tampoco así porque se que tienes problemas igual que yo. Pero tú me comprendes más que nadie. ¡Rouger me timó con la bujía! —quejó—

—Eso te pasa por no llamarme antes de comprar, muy bueno que te pasó.

—¿Acaso estás por echar sal?

Cierto, ¿qué le pasaba a Marain? Quizás todos sepan el problema.

«Iker»

Ese chico tenía loca a Marain, todos los días era un cuento.

—Desde que lo vea lo asesino —dijo ella en un leve susurro—

Dispuesta a ir hacia San Diego por su dinero, Marain se colocó su chaqueta de cuero negro para luego montarse en su motora.

—¿Tan rápido te vas? —asintió—. Bueno, vé con cuidado.

Y así Marain Bleach emprendió marcha hacia San Diego, sin esperar más.

El tráfico era pesado, pero no tanto para una motora. Esquivaba los autos con agilidad, tanto que parecía un rayo. Pasó dos semáforos más y llego a San Diego, pueblo cerca de San Griego.

—Te encontraré a dónde sea que estés, eso tenlo por seguro.

Marain empezó a preguntar por Iker pero al parecer nadie sabía de su existencia, hasta que dió con el punto clave.

—¿Ese infeliz? ¡Claro que lo conozco! El vive en la mansión Frederick. Hoy no lo he visto hacer de las suyas, así que es posible que esté en la casa. La mansión está justo en esa esquina. Suerte con ese problemático.

El señor se fué dejando a Marain con las palabras en la boca. Puede que sea cierto, Iker es demasiado inquieto y no le sorprendía que dijeron eso de él, pero lo más raro es que no haya salido de su casa, según el señor.

Marain no dudó más y fue en dirección hacia la mansión que justamente quedaba a la esquina de la siguiente calle.

—¿Enserio vives aquí, Iker? Casi me parece hasta imposible.

Habían dos guardias en la entrada, obviamente no dejaron pasar a Marain.

—Vengo a ver a Iker Frederick, es urgente —les dijo ella—

—No podemos dejarla pasar, señorita.

—¡Por lo menos díganle que Marain Bleach está aquí!

Los guardias iban a protestar hasta que vieron un carro negro, polarizado entrar por la casa.

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