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No sabía cuánto tiempo había pasado, no sabía muchas cosas en realidad pero sí sabía que le gustaba observar las gotas deslizándose a través del traga luz, estaba segura de eso. Era lo único que podía mirar, se encontraba en una tabla de madera que ajustaba todo su cuerpo con esposas, incluso su cuello por donde pasaba una vía con cianuro. No tenía escape, la última vez que lo intento usando sus dones de fenómeno ─como le decían ellos─ había muerto y sorpresivamente volvió a la vida, pero no fue casualidad, una sombra la visitaba a menudo y la salvaba una y otra vez, pero no la rescataba.

A veces le decía que todo mejoraría, otras veces se burlaba de ella. No le molestaba la sombra, le había dicho su nombre y con eso le bastaba, era alguien.

Era Arélie.

No se encontraba sola en ese sitio, sus captores buscaban a personas como ella todo el tiempo, nadie sobrevivía tanto tiempo como ella. La sombra decía que ellos debían morir para que ella viviera, una muerte se paga con otra.

Ella solo quería escapar de esa pesadilla, y lo hacía. Sólo miraba las gotas, se perdía observando el humo del frío saliendo de su boca, se concentraba tanto en esos detalles que no pensaba en el dolor. No lo sentía, experimentaban con ella a diario ─pero eran precavidos─ estaban conscientes que la muchacha a pesar de su falta de conocimiento era poderosa, la envenenaban a diario, minuto tras minuto y aun así seguía viva.

La capturaron cuando apenas era una bebe, en un puente que presentaba signos alterados de energía, llevaban estudiándolo durante años, nunca habían obtenido tantas respuestas como las consiguieron con ella. ¿Su objetivo? Mutación genética, conseguir el tan anhelado privilegio de ser como ellos, los magos.

─ ¿Lista para tu dosis de hoy? ─preguntó sínico, Arélie no respondió, se encontraba mirando al vacío como siempre. Esto solo hacía molestar al hombre, le gustaba cuando imploraban, la chica nunca lo hacía.

─ Oh, mi apreciada fenómeno sabes cuánto detesto que no me respondas ─ a su vez, clavó un cuchillo en la panza de la chica, esta no se inmuto, cuando lo sacó una potencial cantidad de sangre se desbordaba sobre la mesa, cuando él limpia el estómago de la chica no había marca de la anterior herida. Como si nunca hubiese pasado.

─Ya me he cansado de esto ─decía la sombra a su lado, nadie podía verla, solo ella ─te he tomado aprecio ¿lo sabes pequeña niña? Me gusta cuando me miras y me cantas, por eso decido conservarte.

Arélie dejó de mirar las gotas, y centró su vista en la sombra. Le regalo un intento de sonrisa. Eso le bastó a la muerte para saber que la chica ya no debía seguir pagando, no con dolor.

─ ¿De qué te ríes pequeña bastarda? Has mejorado bastante, pero yo no, es por ello que hoy probaremos algo nuevo ─ un estado de alerta se activo en ella pero para cuando intento reaccionar ya se encontraba en una especia de capsula, repleta de agua. No podía respirar, tampoco quería soltar el poco aire dentro de ella, cuando lo hizo empezó a sentir espasmos. No solo perdía aire, la estaban electrocutando.

Solo se concentró en las burbujas que hacía el agua cuando perdía el poco aire que le quedaba, ¿acaso estaba disfrutando su muerte? Su cuerpo comenzó a retorcerse más y a su vez todas las luces comenzaron a parpadear, hasta hacer estallar los bombillos, de un momento a otro Arélie solo percibía oscuridad, lo último que sintió fue una cadena entre sus dedos.

AmbedoWhere stories live. Discover now