Ella usó mi corazón como trampolín

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No entendía muy bien la causa. Quizás fuera el tono calmado de la castaña o saber que Futaba estaba pasando las noches con alguien más. Sea lo que fuere, Kaoruko comenzó a sentir cómo la rabia la poseía.

―¡¿Y lo dices tan tranquila?! ¡¿Qué pasaría si Kuro-han intenta propasarse con Futaba-han?!

―Yo confío en Claudine ―respondió Maya con una ataraxia envidiable.

La peliazul desvió la mirada mientras sus labios tiritaban.

―¿Recuerdas lo que te dije cuando casi regresaste a Kioto? Te dije que debías ser lo mejor que pudieras ser por el bien de aquellos que te apoyan... Eso no aplica solo al teatro.

La chica se llevó la mano al corazón mientras cerraba los ojos. Una sonrisa se dibujó en sus labios también.

―Yo no puedo asegurar que sea la mejor novia que puedo ser, pero cuando miro el rostro de Claudine mientas estamos juntos, me doy cuenta de que estoy haciendo un buen trabajo.

No era que quisiera dudar, pero Kaoruko no se convencía de que alguien tan seria y enfocada en sus metas como Maya tuviera un lado cariñoso, por lo que emitió una risita un tanto burlesca. No tener a Futaba cerca estaba causando sus efectos.

―¿Qué pasa?

―Es que... tú... haciendo cosas así... Y Kuro-han...

―Pues... sí. Más aún, Claudine es más cariñosa que yo ―dijo pensando en los abrazos que la rubia le daba cuando estaban solas.

Aquella confesión comenzó a rebotar en el cerebro de Kaoruko como una pelota, obligándola a ver una realidad que siempre había evitado o, más bien, que pretendía ignorar. Incluso las más serias y competitivas de la academia eran capaces de mostrarse amor. ¿Cómo le había demostrado ella su amor a Futaba? Solo con una caja de sus dulces favoritos en primer año. Había caído de nuevo en el error de creer que tenía garantizado el amor de la pelirroja nada más por el tiempo que llevaban juntas, y ahora estaba pagando las consecuencias.

«Le dije que le mostraría el lugar más brillante... Que nos esforzaríamos juntas después de lo que ocurrió en la audición de la jirafa...».

Las lágrimas volvieron a correr por sus mejillas.

―¿Estás bien, Hayanagi-san? ―preguntó una preocupada Maya.

―... Sí, mejor que nunca, Tendo-han ―respondió Kaoruko un minuto después. Todavía tenía los ojos húmedos, pero sonreía a pesar de eso. Percatarse de la verdad definitivamente la había ayudado.

―Futaba-han no ha roto conmigo... y me aseguraré de que no lo haga nunca ―dijo con confianza antes de lanzar una risilla burlesca.

(...)

―Kuroko, ¿alguna vez te has enamorado de alguien que te haya utilizado?

―¿A qué viene esa pregunta?

―... Siento que así fue mi relación con Kaoruko. Yo la amaba y ella amaba lo que yo le daba.

Claudine agachó la mirada, sintiendo pena por su amiga.

―Pues no. Maya es la única persona de la que me he enamorado y ella nunca me ha utilizado.

A pesar de esa respuesta, Futaba empezó a pensar que quizás la castaña sí utilizaba a la rubia, pero de una manera diferente. Kaoruko la usó como trampolín para sus propios fines, pero Maya usaba a Claudine como su motivación para ser estrella. Era como si la mitad francesa pusiera las manos para que Maya se impulsara a un sitio más alto, y una vez que la mencionada Maya estaba ahí, estiraba las manos para ayudar a Claudine a subir.

Ella usó mi corazón como trampolínWhere stories live. Discover now