Capítulo quinto (Final)

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El mundo jurásico está sumido en un completo caos, en el cual los protagonistas entremezclan improvisación con heroicidad para tratar de avanzar. Sin embargo, en la antesala de lo que parece ser el fin, una temida entidad hará acto de presencia...


ESCRIBE VÍCTOR


Los acontecimientos se sucedían a tal velocidad que nadie cayó en la cuenta de un pequeño detalle.

Mientras Yaoc y Joel se desvanecían dejando un precioso rastro de flores donde antes habían estado sus cuerpos abrazándose con la mirada, mientras Rebeldía y Gaius se debatían ante las sacudidas agónicas de ese mundo, mientras Inna sentía regresar su vida gracias a la antítesis que experimentaba Don Memo... Tan solo Ly permanecía boquiabierta ante lo que de verdad actuaba de contraste con todo.

Era una sonrisa.

No una sonrisa cualquiera.

Sobre ella, unos ojos gélidos escudriñaban al grupo.

Rick parecía no solo ser consciente, sino que dando la espalda a Tylerskar, hacía ademán de sentir en su fuero interno a su temible rival.

Porque, en efecto, Tylerskar había dejado de ser él mismo.

—No vayas. Es inútil... — Rick habló con una tímida gravedad a Rebeldía, en parte sabedor de que ya cualquier palabra iba a ser en vano a la hora de tratar de evitar cuanto estaba por acontecer.

Ésta, haciendo caso omiso, apretaba dientes y puños mientras daba lentas zancadas hacia lo que quedaba de su amado, si es que aquella posesión dejaba lugar a algo así.

—Ah, querida. — La risa del Monstruo se tornó más acentuada. — Un placer conocerte... Aquí. — Extendió sus brazos abarcando todo un entorno que parecía sumido en una creciente autodestrucción.

Cuando Rebeldía se posó frente a él, las lágrimas ya comenzaban a regar sus marcados pómulos. La mirada característica de aquel ser, del azul claro de depredadores marinos más temibles, lucía desorbitada, tan ida como hambrienta.

—De rodillas, por favor.

Rebeldía no solo obedeció, sino que agachó la cabeza mientras Rick gritaba unas palabras sin más esperanza que la de dejar constancia de ellas.

—¡No siempre te saldrás con la tuya!

La carcajada que esperaba como eco no tuvo lugar.

Rick no sabía que temía más, si a un Monstruo elocuente o a esa esfinge que, en lo más hondo de él, moraba el plano de su inconmensurable oscuridad.

—Tus ojos siguen pareciéndome muy apetecibles, viejo. — Mientras decía aquello, el Monstruo posó su mano sobre el pelo naranja de Rebeldía, que agarró con tal fuerza que sacó un gemido de dolor por parte de ésta. —Todo un plato principal para un auténtico banquete. Sin embargo... ¿No tiene toda buena comida un soberbio aperitivo?

Cuando Rick alzó la mano por acto reflejo y Ly se llevó las manos a la boca silenciando un grito desesperado, tanto ellos como el resto de los presentes sabían que ya era demasiado tarde.

El Monstruo sonreía mientras llevaba los restos viscosos de las órbitas de Rebeldía a sus labios.

Cuando hubo observado detenidamente la reacción de todos y cada uno de los miembros del grupo, levantó de un tirón a Rebeldía empujándola en dirección a la gran brecha que se había abierto recientemente.

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