Hacer ofrenda.
Ofrenda de gesto.
De gesto pequeño.
De su fluidez preñada
de calidez y delicado confort.
De gesto cotidiano,
sabroso y amable,
intenso.
Sin adornar,
de andar por casa,
como en zapatillas.
Desnudo,
aseado,
honesto.
Comprometido con la alegría.
Sin maquillajes
ni apariencias.
Esa clase de gesto pequeño que,
en voz baja y sin presumir,
viste, canaliza
y conduce el latido
de la efervescente,
voluble y necesaria
pasión de construir sentimiento,
emoción,
fortaleza de cambio,
continuo movimiento...
En ése, el único vestido que,
desde nacer, llevamos puesto ...
A vida não para ... tão rara ....