TODO COMENZÓ...

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Fue en abril del 85 cuando mi padre Leonardo Bale hijo del reconocido banquero Francisco Bale, lleno de vitalidad y apetencia por comerse el mundo, entraba en el aula de la universidad más prestigiosa del país, para atender a una aburrida clase de microeconomía donde la gran mayoría de los estudiantes se encontraban suspendidos viendo al infinito soñando con lo menos patéticas que serían sus vidas si estuviesen trayendo un sin número de sueños a la realidad pero que gracias a la presión familiar con la cual cargaban los llevaba a ser lo que en mi opinión sobrellevaba el poco carácter que a los 16 o 18 años una persona puede tener, frustrados, siempre reiré a causa de las buenas historias que mi padre me contó acerca de todos ellos, pero lo que mi padre jamás pensó fue que entre risas, bostezos, pláticas y aburridas cátedras, a ese mismo lugar llegarían un par de piernas morenas, a pasearse por los pasillos, cautivando por completo su atención y la de todos sus compañeros hombres, quienes más adelante lo odiaron por haberse quedado con el "premio gordo".

Pues sí, esas sexy piernas acompañadas de grandes caderas, senos bien torneados, una sonrisa de telenovela y unos ojos azules como el mar, eran Fernanda Alcatraz, la mujer a la cual estoy condenado a llamar madre por el resto de mis días, hija del cervecero Antonio Alcatraz, bastante intelectual para una mujer con su físico, la mejor de su clase para ser exactos, y tan talentosa que le bastaron 2 meses para robarle el corazón a mi papá, Mary mi abuela materna, o Nona como le digo desde los 3 años, nunca estuvo de acuerdo en que Fernandita se casara con tan prestigioso hombre, pues creía que mi abuelo Francisco era un egocentrista riquillo que andaba en negocios raros, pero la verdad es que, mi viejo sería incapaz de robarse una moneda de 1 centavo, siempre ha sido muy correcto y doy gracias a la vida por permitirme vivir la mayoría de mis 19 años a su lado, he aprendido bastante y soy lo que soy gracias a él.

Ya por los 90's mi padre y mi madre estando recién graduados de su amada Escuela de Negocios y ciencias Económicas, decidieron dar el siguiente paso que fue, casarse, una boda al estilo colonial a la que la alta sociedad y alcurnia asistió, como se acostumbraba en mi familia paterna, su luna de miel en París fue fantástica según lo que me cuenta mi Padre, pero siempre me recuerda que ni siquiera esa vez fue tan feliz como el 16 de julio de 1995, sí, el día de mi nacimiento:

- Tín

- ¿Si papá?

- Recuerda que eres mi mayor regalo y tesoro más preciado hijo.

- Si pá, lo sé y tú eres el padre menos amargado que conozco, por eso no dejo de amarte - río

- Te estoy hablando en serio joven, nunca nada se podrá comparar al amor que siento por ti - se queda callado, después de unos segundos suspira y al verme con su siempre presente brillo en la mirada me dice - Nunca cambies hijo, a pesar de las circunstancias siempre, escúchame bien, siempre estaré orgulloso de ti

- ¿Así deje embarazada a alguna chica alcoholizada en una fiesta? - sonrío

- Deja de hablar estupideces, concéntrate en tu futuro y luego hablamos de convertirme en abuelo, tengo que irme -mira afanadamente su reloj, me besa la frente y me dice- me va a dejar el avión, te amo Martín, cuida a mamá.

- Tranquilo pá, me aseguraré de que todo el vodka de la ciudad llegue a tiempo.

- ¡Martín! - exclama mientras me lanza una de sus miradas que significan que dije algo malo y sale completamente afanado.

Ese soy yo, Martín Francisco Bale Alcatraz un chico de 19 años apasionado por la fotografía bastante amado por su padre y abuelo, odiado por su madre y extremadamente consentido por su abuela, o bueno, Nona, en mi caso, mi abuela paterna murió cuando mi padre tenía apenas 5 años y mi abuelo materno partió a otra vida cuando cumplí mi segundo aniversario, desde ese día no he visto a mi madre despegar su boca de un vaso lleno de licor, supongo que la partida de su padre marcó profundamente su corazón.

RETRATA MI ALMAWhere stories live. Discover now