CAPITULO 171 LLANTO LEJANO

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—"Necesito una distracción, algo que mantuviera ocupado a todos ellos".


— ¡IINDRHATAQ!...


El exclamar de cierta frase por uno de los jinetes de camello, me llevo a observar el aterrizar de una sospechosa flecha en las cercanías de varios de ellos. El proyectil repentinamente invoca un círculo mágico comparable a una tienda de campaña para tres personas, mana fluye de sus bordes como llamas incoloras y dos docenas de sables flotantes surgen del dichoso círculo.


Como si cada uno fuera empuñado por una entidad invisible de hábil maestría con la espada, atacaron al grupo de jinetes de camello, pero no eran los únicos, detrás de las pocas rocas de gran tamaño y por medio de Espíranos con la habilidad de camuflarse en el arenoso terreno, más atacantes surgieron. Los agresores vestían túnicas blancas con turbantes, cubrían sus rostros con un pañuelo dejando solo sus ojos al descubierto.


Pronto una batalla campal se cernió a nuestro alrededor, aunque nos encontrábamos dentro de carretas lejos de las espadas o cualquier arma blanca capaz de rebanar o atravesar nuestra carne, no estábamos del todo fuera de peligro. Flechas y proyectiles mágicos volaban por los cielos, algunos caían cerca de nuestra posición y en cuestión de tiempo terminaríamos siendo herido por alguna.


—¡¡INDHETOK!!...


Uno de los prisioneros de la carreta exclamo dicha palabra, la razón se debía a una flecha que había caído cerca de nosotros, emitía un brillo sospechoso y no tarde en darme cuenta de la razón. Desato una explosión, pues el brillo era el producto de mana concentrado, su estallar me envió hacia atrás dándome contra los barrotes (sin daño serio o moderado) hasta terminar en el suelo, cegó mi vista e hizo zumbar los oídos.


Mi visión se recupera, mis oídos seguían zumbando, observo que la jaula ha sido abierta, producto de aquella explosión, los prisioneros aprovechan y huyen por dicha abertura. El hombre de brazos fornidos y punto purpura en la frente es escoltado por dos sujetos vestidos de túnicas blancas, mismos integrantes de la facción atacante.


En la espalda de su vestimenta noto que ambos llevaban una misma marca, la figura de un hombre sin rostro ni cabello, carente de piernas y con seis brazos, cada una empuñando un sable. El hombre del punto purpura de me mira unos segundos y luego se retira con sus escoltas de blanco.


— ¡Roz, Roz...!


Mi sentido auditivo finalmente se recupera, el zumbido desaparece y oigo con claridad la voz de Riha llamarme.


— ¡Es nuestra oportunidad, tenemos que irnos de aquí! –Dijo la Lupian.


Me ayudo a ponerme de pie y ambos corrimos hacia el lado destruido de la carreta, al salir observamos como la batalla entre los atacantes y nuestros secuestradores estaban en su clímax. Los esclavistas tenían ampliamente la ventaja, los atacantes tuvieron la mayoría de las bajas e iniciaron inmediatamente la retirada.


El líder secuestrador de larga barba y cicatriz en el ojo derecho noto la fuga de los prisioneros de una de las carretas, de hecho, da la pura casualidad de que la única carreta dañada y con los prisioneros en fuga, era en la que Riha y yo nos encontrábamos. Ordeno a sus arqueros disparar contra nosotros, una lluvia de flechas fue dispara hacia nuestra posición, todos los fugados corren hacia una dirección en concreto, misma que no tarde en decirle a mi compañera.

Metalord RevolutionWhere stories live. Discover now