Capítulo 15: Vísperas

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Y siguió concentrada en su tarea de descargar arsenal. Al cabo de unos segundos, la vocecita de Anna lo intentó una vez más:

- Creo que papá la ha perdonado.

- ¿Cómo sabes tú eso? – Lara la miró de reojo, inquisitivamente. - ¿Te lo ha dicho?

- No, qué va. No sé, es una impresión mía.

La exploradora suspiró.

- Tu padre puede hacer lo que quiera. – y cerró el maletero del vehículo de un golpe – Pero en lo que a mí respecta, yo no perdono, y mucho menos olvido.

(...)

Eran vísperas del evento, y cabía prepararlo todo. En pocos días, Selma ultimó los detalles de la presentación y defensa de su nueva tesis en público, ante un tribunal evaluador y más tarde, como celebración – pues nadie dudaba de que obtendría una buena calificación – una fiesta de recepción en la mismísima excavación de Göreme. La universidad de Istanbul había hecho una excepción trasladando el evento a Capadocia, cuando en realidad debería haberse limitado al campus de la capital.

Eso significó que, en pocos días, los hasta entonces escasos habitantes temporales de la excavación se encontraron rodeados de masas de invitados y observadores que venían a disfrutar del evento, y que, dado la delicada situación del yacimiento, eran limitados y no podían acceder sin invitación previa.

Cada uno de los compañeros lidió con la situación lo mejor que supo, de acuerdo con su personalidad. Kurtis y Marie simplemente desaparecieron. El exlegionario se refugió en la caravana de Zip ultimando los preparativos de lo que iba, hipotéticamente, a suceder: la aparición de Schäffer en aquel evento, pues entre la lista de los invitados no faltaba el anuncio pomposo de la presencia de la Dr. Barbara Stanford, marchante de arte y especialista en el Próximo Oriente. La lista se publicó con suficiente antelación como para que hasta un idiota interesado en encontrarla la viera inmediatamente como invitada de honor, aunque el resto de los ilustres facultativos de Istanbul se preguntaran quién puñetas era aquella doctora hasta entonces desconocida.

Marie seguía enferma, por lo que se refugió en su barracón y no salió en absoluto, acompañada únicamente por los huesos de su difunto esposo. Kurtis la visitaba a menudo, pero aparte de prometer que asistiría brevemente a la celebración, no quiso involucrarse en la planificación del evento.

Barbara tampoco se movió del barracón en que la confinaron. Aunque técnicamente nadie la había encerrado ni prohibido moverse, se sentía prisionera y se contentó con estar sola y aislada. Su miedo crecía por momentos, sabedora de ser la diana de todo el plan. Sólo salía cuando Kurtis o Zip requerían su presencia y sólo si el fornido exlegionario la acompañaba como un escudo personal. Allá donde fuera, se encontraba con la mirada gélida de Lara.

Zip, Selma y la propia Lara se manejaron con mucha más naturalidad. La arqueóloga turca fue la más atareada de todos, recibiendo y animando a los invitados, estableciendo contactos, asegurándose de que se montaba adecuadamente la carpa y el escenario para la presentación, y ultimando los detalles para el buffet. Lara se burlaba de ella, diciendo que debería haber sido wedding planner. En cuanto a ella misma, no pudo escabullirse de un puñado de admiradores que se empeñaron en saludarla y conocerla. Ella no los defraudó. En cualquier caso, iba a necesitar de toda su concentración durante el evento y cuanto antes se librara de ellos, mejor.

Anna estaba furiosa. Le habían prohibido, a ella sí explícitamente, moverse con total libertad. Pasaba horas entrenando con su padre la forma de controlar y canalizar sus pensamientos, porque debía ayudar. No estaba aún segura de cómo, pero debía ayudar. Y estaba casi todo el tiempo controlada por Zip y por su padre, que no la perdían de vista.

Tomb Raider: El LegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora