Capítulo 1: Muerte en vida.
Nunca había pensado en la muerte, su padre siempre le recitaba unos versos helenísticos "no debes temer a la muerte porque mientras vivimos no está presente y cuando está presente ya no vivimos" pero no sabía si esto se podía aplicar a su situación.
Ella siempre había sido una niña feliz, viviendo con sus padres y sus hermanos en una pequeña y bonita granja al norte de Francia, pero toda esa felicidad desapareció cuando llegó la Gran Guerra.
El poderoso ejército alemán, junto al austriaco, invadió Francia hasta casi llegar a su capital y entonces empezó su pesadilla.
April Delacroix levantó la cabeza al ver el camión militar acercándose a la casa, dejó en el suelo la cesta de tomates que estaba recogiendo y fue hacia la casa. Entró y vio a bastantes soldados hablando con su padre, se asustó al ver que eran alemanes.
-Bueno días Señor Delacroix, soy el capitán Drew Haider, y estos son el Teniente Patrick Lwone y el Comandante Josh Hartnett.-dijo el soldado que parecía el jefe.-Venimos a su casa porque nos faltan suministros y nos gustaría comprar alguno de sus productos.
-No sé si puedo venderles algo, pero si quieren puedo ofrecerles algo de comer, April, ¿por qué no vas a buscar un poco de leche?-dijo el hombre visiblemente nervioso.
Los tres hombres se volvieron hacia la chica, y ella salió de la cabaña para ir al corral a buscar a su única vaca, sin comprender cómo su padre podía invitarles a comer, siendo ellos unos invasores en su país, tendría que estar loco o bastante asustado para hacer lo que estaba haciendo.
Volvió a la cabaña lentamente con el cubo de leche, y lo dejó en la mesa de la cocina. Puso la leche en tres vasos, y fue a la sala de estar. Lo que vio allí la dejó de piedra.
Los soldados apuntaban a sus hermanos con las pistolas, al igual que a sus padres.
El comandante, que estaba sentado en una silla, al lado de la chimenea, se volvió y miró a April, que estaba parada en la puerta.
-Vamos April, no seas tímida, ¿por qué no entras y nos dejas probar esa famosa leche? Me han hablado mucho de ella.-la invitó el chico con una sonrisa sarcástica.
April no pudo moverse hasta que un empujón de un soldado la hizo moverse. Caminó lentamente hacia la mesa, sintiendo como si fuera a su funeral, y dejó la bandeja en la mesa.
-Siéntate, querida, no te voy a comer, además estás en tu casa.-dijo Drew, señalando la silla de enfrente suya. La chica se sentó y le miró con miedo.
-No me mires así, no voy a hacerle daño a tu familia, simplemente necesito comida para mis soldados, y como tu padre no nos la da por las buenas, la cogeremos.-explicó Drew tras beber el vaso de leche.-Es muy buena, su fama la precede.
-Y si no, nos va a hacer daño. ¿Por qué les apunta con las pistolas?-preguntó April con voz temblorosa.
-Te he dicho que no les voy a hacer daño, ¿es que no confías en mí?-preguntó Drew mucho más serio que antes.
-Eh….-murmuró April sin saber bien que decir.-Si, creo que sí.
-My bien, buena chica, Patrick, sujétala.-ordenó Drew, antes de que ella pudiese hacer nada, el hombre la sujetó los brazos y se los ató a la espalda. -Pero usted dijo que no nos haría daño.-exclamó April con los ojos llenos de lágrimas de miedo. -¿Has oído, Patrick? ¿De verdad creías que decía verdad, niña? Estamos en guerra, y yo no tengo fama de piadoso.-dijo el soldado con una sonrisa.
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April's Revenge
RandomPrólogo April lo pierde todo, su familia, sus amigos, su casa, su vida. y todo por culpa de unos soldados Ella lo presenció todo y en ese momento juró vengarse de cada uno de ellos.