II

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Erick intenta empujar a Joel para dejar de sentirse acorralado y apenas puede dar un paso lejos del armario, las manos del rizado, lo tumban y cae al suelo con fuerza.

—¡Joel, no! —grita fuerte al sentir como araña su espalda rápidamente, hasta llegar al borde de sus pantalones y entender cómo bajarlo.

Es bastante listo para apenas empezar a usar sus pulgares.

El ojiverde voltea intentando apoyarse en sus rodillas para alejarse, mientras aún lo sostiene hundiendo las uñas en sus caderas.

—Joel, basta —dice aún sin comprender por qué ahora es un chico.

Uno muy atractivo.

Es que siempre Joel ha sido el más lindo del mundo para él, pero ahora ve que realmente si es así.

El perrito llora un poco al sentirse regañado y Erick aprovecha para gatear lejos con la intención de vestirse, hasta que siente la lengua de Joel en los bordes de su agujero.

Debería empujarlo para que pare, eso sería lo correcto, pero no puede.

Es hábil y va rápido, mojando su entrada.

El ojiverde gime empinándose, cuando llega más profundo.

Se siente demasiado bien y es su Joel quién lo está haciendo, eso de cierta manera, despierta un poco de morbo en él.

Las manos del rizado van por su espalda y se aferra a él, para subir un poco.

—Joel —susurra al sentir cómo aún no es bueno direccionando ese cuerpo y solo con su punta entra y sale de su agujero, abriéndolo poco a poco.

El perrito jadea contra su oído disfrutando de por fin poder meter su pene, porque lleva varios días en celo, y Erick no se daba cuenta.

—Mete todo —le pide girando la cabeza y la lengua de Joel va a su boca, deslizándose completamente en él.

El ojiverde llega solo por sentirlo totalmente adentro.

Su semen cae al piso, y se retuerce dejando que lo penetre a su gusto.

Joel es salvaje, va muy rápido y se mueve bien encima, como si estuviera desesperado por tener más.

—¡Ah! —grita al sentir como toca su próstata y recién cae en cuenta de que la puerta de su habitación está abierta y tiene medio cuerpo en la sala.

Lo que significa que no está muy lejos de la entrada.

—¿Erick? —escucha detrás de la puerta y Joel gruñe al oír su voz.

Ese hombre nunca le ha agradado.

Presiona la espalda de Erick con las manos y lo pega al piso para embestirlo más duro.

El ojiverde siente las lágrimas por el placer agrupándose en su rostro y no puede evitar gemir su nombre de nuevo.

Joel.

—Estás enfermo —dice afuera su ex al darse cuenta de que solo tenía al perro ahí dentro.

Ya a Erick no le importa.

Se concentra solo en lo bien que Joel lo hace, y en su semen cuando llega en su interior.

Respira con dificultad con el rostro descansando en el piso y el perrito sale de él casi en un salto y gatea hasta su lado.

Su lengua va nuevamente a su boca y Erick lo detiene con una mano, atrapando sus labios.

—Ahora voy a enseñarte a besar —susurra suavemente.

El perrito de Erick || JoerickUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum