La madera crujió bajo mis pies poniéndome nerviosa, no era momento de distraerme y sin embargo, lo estaba haciendo.

Saqué una pequeña navaja suiza de mi bolsillo y reajusté las correas que mantenían las catanas listas para usarse en mi espalda. Luego de lo que tendría que hacer los demonios que habían salido de aquí, serían arrastrados de vuelta y los que estuvieran en la zona, que no fueran arrastrados vendrían directo a matarme por la sangre que justo en ese momento caía de mi mano.

Susurré las palabras exactas en latín que me dijo Levi y no estaba sucediendo nada.

Maldita sea, realmente esperaba que funcionara. Di media vuelta para irme antes de que los demonios vinieran a matarme.

El suelo tembló como si se tratara de un terremoto y por el tambaleó di un paso por el balanceo que terminó haciendo que mi pie rompiera la madera roída y se atorara. Todo el humo y las criaturas empezaron a ser absorbidas, por lo que tuve que bajar y protegerme la cabeza con las manos, llevándome un par de aruños, en ambos brazos y piernas. Mi estómago se revolvió al levantar la vista y ver los cuerpos de algunos de mis antiguos compañeros, observándome y acercándose lentamente dirigidos por la chica que acompañe el baño.

Me levanté tan acelerada como mi pulso y sacando ambas armas en mi espalda las clave por lo menos tres veces para lograr romper el resto de la madera que mantenía mi pie atrapado. Tuve que dar dos pasos hacia atrás para evitar sus ataques, tenía al menos trece pasos más para no caer yo al agujero que se encontraba cerrándose.

...

— Estoy hecha un asco — estaba salpicada de la baba que desprendían los demonios, de mi sangre y llena de pequeños cortes por todos lados.

— Pierre ¿la dejarás subirse así como esta al auto? — le sonreí al estúpido de Levi.

— Yo le temo más a ella, compañero. Además tú estás igual — Levi había entrado a deshacerse de tantos como pudo sin saber realmente cuales se quedarían y cuáles eran los que se absorberían.

— Yo no necesito usar el auto — zanjó cruzándose de brazos.

— Pues entonces vuela de regreso, porque de seguir escuchándote yo terminaré matándote — se terminó subiendo al frente con Pierre para platicar y no dejarme tomar una siesta.

Me sentí culpable por al menos dos kilómetros, para cuándo los recuerdos de la gente que no logré salvar a avanzaron, comencé a recordar cada detalle de lo que sucedió luego.

Dan estaba ebrio y yo tenía una súcubo dentro, recordé como empezó a repartir besos húmedos por mi cuello pero jamás llego a mí boca, no hasta ayer. Recordarlo solo me generaba un cosquilleo en los labios que desee sentir de nuevo, aunque también quise de aquellos que le dedicó a la súcubo. Mi cara fue de extrema sorpresa al darme cuenta de que mis recuerdos pasaron a ser buenos. En verdad disfrutaba los besos de Dan más que todos los que había recibido de cualquier otra persona, no solo me di cuenta de eso, también que tal vez esa conexión entre Dan y yo no sólo era de amistad, aunque nosotros —yo en su mayoría— no nos percatamos los demás sí y era por eso que todos creían que estaríamos juntos.

— Despierta chérie, ya llegamos — parpadeé confundida, pues no sabía en qué momento me había dormido —. Tú noviecito no se ve contentó, creo que esta esperándote.

— Yo mejor me voy, francesita no te quedes de mal tercio — Levi se esfumó en el aire y Pierre huyó con los escoltas.

Analicé un par de opciones de escape y decidí tomar la más efectiva.

Bajé inocentemente del auto y caminé decidida hacia él, seguramente esperaba que solo huyera o pasará sin más por un lado, así que lo tomaría desprevenido. Aprovechando los brazos cruzados llegué y tomé su cuello con amabas manos, haciendo que se inclinará hacia adelante y lo besé, dejándolo pasmado el tiempo suficiente para salir corriendo como desquiciada hasta la casa.

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