¿Puedo robarte un beso?

Le robé un beso antes de que se fuera. 

Cual Robin Hood, se lo robé en la puerta de aquella casa que no nos pertenecía. 

Existía el miedo de estar al descubierto en la oscuridad, en nuestra intimidad. 

A unos cuantos metros, detrás de cortinas, tres posibles testigos discutían de su porvenir. 

Aunque para quienes estábamos ocultos, no nos importaba. 

Comenzó con un beso tierno, uno que simbolizaba la inocencia. 

Pero luego se lanzó a mi cuello, cual vampiro arrancándome un gemido. 

Volvimos a unir labios y, completando mi pregunta inicial, nos abrazamos mientras susurraba en su oído: 

"Cuando vuelvas, intenta robármelo". 

La puerta principal se abrió, dándole la señal para irse. 

Afuera le estaban esperando para volar. 

Se alejó en el carro mientras cerraba la puerta y me adentraba en la casa con rostro triunfal. 

Éramos libres a nuestras maneras. 

Sin embargo, un sentimiento amargo me envolvía. 

No nos volveríamos a ver a quién sabe cuándo. 

Me senté en el sofá donde le prometí robarle un beso, con extraños a mi alrededor. 

Y eso hice. ¿Pero a qué precio?

Yo le robé un beso, pero se robó mi corazón.