Parte Única

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"I'm so damn hungry..."

Dentro de sus largas pestañas, su mirada café seguía las facciones del hombre que seguía durmiendo plácidamente a su lado. No había reparado todavía que el más joven tenía una pierna encima de su cintura y ya había despertado.

No era que hubiera recuperado el sueño perdido, era sólo que ya estaba acostumbrado a dormir pocas horas y en horarios poco usuales. La primera vez que le había sucedido tenía 12 años. Un encargado de la estación de tren lo despertó a final de recorrido. Sus padres tuvieron que ir a buscarlo. Había ganado un pasaje de regreso gratis pero tuvo la ardua tarea de permanecer despierto todo el recorrido.

Malditos Johnny's y su empresa explotadora de niños.

Más de veinte años después, recordarlo le daba risa. Más de veinte años después su presencia en cualquier lugar seguía teniendo el mismo efecto. Todo el mundo se daba vuelta a mirarlo, todo el mundo lo apuntaba con el flash de la cámara de un teléfono. Todo el mundo lo seguía viendo. Y eso incluía a las chicas que cada tanto lo buscaban para pasar una noche con él. Pero Ryo Nishikido era un tipo fiel. Y desde que empezó a salir con Tadayoshi, su compañero de grupo -y prácticamente de la vida-, su vida de "cumplidor de deseos" se terminó abruptamente.

Su pareja era todo un primor. Salvo cuando lo encontraba enojado, y no quería encontrarlo enojado. Pero Tadayoshi siempre tuvo una espina que por más que Ryo intentara de quitársela, cada vez, parecía enterrarse más y más en su relación. Esa espina tenía nombre y apellido, aunque Ryo le había aclarado una y mil veces que pertenecía a otro rosal, y no al suyo.

Metafórico era algunas veces el hombre oriundo de Osaka. Se preguntaba por qué le costaba tanto armar alguna cuando lo mandaban a escribir canciones.

El hombre a su lado se movió. Ryo se encontró con su mirada de una mezcla entre café y esmeralda. Él miró hacia abajo y se encontró apresado por sus piernas. Cuando volvió a levantar su vista, Ryo le sonrió.

-Buen día -le dijo con un notable acento extranjero.

-¿Piensas soltarme alguna vez? -le preguntó él estirando uno de sus brazos para luego rodear el cuello del más joven.

-No por el momento.

-Genial -el hombre acercó más el cuerpo de su acompañante, pegándolo al suyo-. No pienso irme a ningún lado todavía.

"Why are you so mean to me?"

Desde niño lo había tenido todo. Sólo tenía que pedirlo y en pocos segundos lo tenía frente a sus ojos. La ventaja de ser hijo de un actor reconocido de Hollywood, por supuesto.

Al ser un niño había empezado a pedir cosas normales: juguetes, un auto a control remoto, un decimocuarto viaje a Disney. Lo más extravagante que había pedido fue un poni.

Claro que conforme los años fueron pasando, él fue creciendo y las exigencias a su alrededor lo llevaron a pedir cosas que no debió haber pedido, cosas que sin importar lo que fueran, se lo daban en bandeja de plata porque era él.

Por culpa de estas adicciones -pedir cosas, que siempre hubiera alguien que se las dé- es que su carrera fue yéndose a pique. Ya era un visitante en los centros de rehabilitación por los que pasaba, y la verdad era que nadie podía hacerse cargo de su bienestar a menos que él diera el primer paso. Cuando se dio cuenta que los contratos ya no le llovían y estaba teniendo problemas en con sus compañeros de trabajo, decidió someterse a la abstinencia hasta quedar limpio.

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⏰ Last updated: Jun 27, 2019 ⏰

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