La noche de halloween

333 27 5
                                    

Ah, las noches de Octubre sin duda son las mejores, el otoño es realmente satisfactorio, además causa una tranquilidad en mí que es inimaginable. Pronto llegará la famosa noche de brujas, y ahora que estoy con Dante, quiere que nos disfracemos en pareja, no me puedo imaginarme a mí combinado con lo que Dante quiera que usemos.
Mi madre ha adornado un poco la casa, le he ayudado a colocar un par de telarañas o unas calabazas en el pórtico. Mi papá por otro lado, ha estado trabajando demasiado, más que otros días.
Mis hermanas llamaron para ver si podían pasar la noche de brujas acá en la casa, yo opté por no opinar, de todas formas no estaré en la casa, lo más probable es que Dante quiera que salgamos a pedir dulces ¿Qué si me desagrada la idea? En realidad no, no tengo muchos recuerdos de mí yendo a pedir dulces. Lo que más recuerdo de estas fechas, son los altares del día de muertos que se celebra en México, sólo que nosotros no lo llevamos a cabo aquí.
—Mamá ¿Qué se supone que le debo decir a él? ¿Crees que saldrá todo genial? Es decir, quiero pasar esa noche con él, divertirnos como solemos hacerlo y quizá hacer alguna travesura pero, ¡No sé qué pensar!  —Seguí dando vueltas en la cocina—. ¿Y si lo arruino? Soy tan pésimo.
—Ari —Me interrumpió ella—. No tienes porque perder el control, sabes que todo saldrá bien, ustedes dos son lo suficientemente listos para hacer que ese día sea fantástico.
Me crucé de brazos y analicé sus palabras.
—Es fácil para ti decirlo, tú eres mejor en esto que yo ¿Qué tal sí… vas tú en vez de mí? —Sonreí, pero luego negué—. Olvídalo, esa es la peor idea del mundo.
—Sólo sé tú mismo Ari, he visto suficientes películas como para saber que es lo que mejor funciona —Pasó junto de mí.
—Tú lo has dicho, películas —Tomé un respiro ¡Esto es la vida real! Pero bien, seguiré tu consejo.
—¿Y cuándo será? Tantas cosas que tengo que hacer y se me olvidan ciertas fechas.
—Es dentro de cinco días —Luego pensé en él—. ¿Sabes qué? Lo llamaré, necesito saber de qué iremos disfrazados.
Corría tomar el teléfono y le marqué a su casa. Tardaron cinco minutos en contestar, lo mejor de todo fue que él contestó.
—Quintana —Le dije—. ¿Y… qué se te ha ocurrido?
—Qué bueno que lo preguntas, tengo cientos de ideas —Habló muy contento—. ¿Sabías que la civilización griega es basta en dioses? Podríamos ser dioses griegos.
—¿Tú y yo? ¿Vistiendo un vestido blanco? —Me reí.
—¡Es una toga! —Exclamó—. Entonces ¿Qué opinas?
—¿Los dioses griegos se besaban entre sí? —Pregunté, si vamos a vestirnos de algo así, me gustaría saber que pasaba por su cabeza en esos tiempos.
—Pues supongo que sí, y si no, los mismos griegos lo hacían.
Me quedé pensando en ello, Dante y yo vestidos de seres poderosos que caminan sobre la acera de Texas ¿No se verían muy desubicados? Es decir, no serían sus rumbos.
—¿Tú que pensarías si ves a dos dioses griegos caminando por ahí? —Le pregunté.
—Pues no sé, pensaría que van a una fiesta —Dijo él y luego se rió—. ¿Por qué? ¿Aún no estás convencido?
—Olvídalo ¿Y cómo haremos los vestidos? —Sentí la furia de él carcomiendo mi alama—. Digo, togas.
—Podemos ir a comprarlas, vamos al centro a comprar la tela —Se escuchó entusiasmado—. Después podríamos hacer cosas que algunos mortales solían hacer con los dioses —Le dio entonación a esa frase, pero yo lo arruiné.
—¿Orar? —Me reí—. Dante, no empieces con tus perversiones
—Bien, yo me calmaré —Dijo—. Ahora me tengo que ir, nos vemos mañana.
Y entonces colgó. ¿Qué acaba de pasar? Ahora me vestiré como un dios griego.
**
La noche ha llegado, fueron los cinco días más largos de mi vida, yo pensé que jamás llegaría, sentí como si hubieran sido años ¡Y no estoy exagerando! Dante me dijo que nos veríamos a las siete de la noche afuera de mi casa.
Ya son las cinco de la tarde, yo apenas estoy comiendo un poco de lo que mi madre cocinó, a ella le gustó la idea de Dante.
—¿Ya estás listo? —Se acercó a mí—. Seguro serás todo un galán en esa toga.
—¡Mamá! No tienes que hacerme sentir más avergonzado! Ya mucho tengo con tener que salir así, pero… lo hago por él —Exclamé.
—Ay Ari, como tú no habrá dos —Sonrió y se fue.
Yo terminé de comer, pasé mis platos al fregadero para después subir a mi habitación. Me quedé mirando el traje que nos hicimos, ¿Me veré siquiera bien? Tengo miedo, pero de esos miedos que no sabes que hacer, me agrada la idea de que Dante se quiera disfrazar conmigo pero aún siento que esto es demasiado.
Pero igual apoyaré esa decisión, siempre hay que probar cosas nuevas.
Me puse la dichosa toga, me sienta bien, es cómoda ¡Espero que él jamás se entere de esto! Bien, ahora… a pedir dulces.
Al bajar me encontré con él, llegó primero y eso que yo vivo aquí. Él la verdad se ve muy bien, le queda fantástico.
—Oye nada mal Ari —Me dijo—. Te vez fantástico.
—Qué curioso —Me reí—. Yo pensé lo mismo de ti.
—¿Nos vamos? —Asentí, y salimos.
Ah decir verdad me la pasé genial, le quitamos los dulces a unos niños que nos dijeron algo acerca de nuestros “vestidos”, corrimos a las casas a pedir dulce y aunque ya estamos adolescentes/jóvenes nos daban dulces.
Había bastantes niños con sus padres, algunas fiestas que se escuchaban. Además de casas muy bien decoradas.
Nosotros llegamos con bolsas de dulces llenas, más de lo que imaginamos. Cuando todo terminó nos fuimos a casa de Dante, sus padres habían salido a una junta con sus amigos, así que nosotros tenemos la casa a sola.
—¿Y qué quieres hacer? —Me miró con una sonrisa en la cara—. ¿Vamos a mi habitación?
—Sí, vamos —Subimos y ya que llegamos ahí, dejamos las bolsas de lado, yo me fui a sentar a su cama y él se sentó al lado mío—. ¿Entonces?
Dante se acercó a mí y me besó, yo le seguí a ese beso, con mis manos acaricié su rostro y jugué con su cabello.
Él me acarició la parte baja de mi espalda.
—Te quiero a montones Ari —Luego me empujó y los dos ya estamos acostados sobre su cama—. Y no quiero que esto acabe jamás.
Yo me sonrojé un poco, la neta,
—Yo tampoco quiero que se acabe —Le sonreí.
Yo al final lo abracé y me quedé recargado sobre su pecho, él sólo me acarició mi cabello dándome besitos en la frente.
Sin pensarlo me quedé dormido. Cuando desperté miré a mi alrededor, esto no es mi habitación, ya está oscuro, luego vi a alguien junto de mí ¡Es Dante! Nos quedamos dormidos, él me sigue abrazando, así que yo sólo me olvidé de todo lo demás y me volví a recostar con él, voy a dormir junto con este dios griego

Aristóteles y Dante ||Historias Random||Where stories live. Discover now