—Hey, Louis. Bienvenido. ¿Qué tal las renovaciones?

—Genial. Logré pintar todo y casi todo el piso está terminado. —Pasó su brazo alrededor de la cintura de ella y giró por el suelo, riéndose cuando golpearon una silla—. Aunque me alegra estar de regreso. Entonces, ¿qué ha sucedido aquí? ¿Algo excitante?

—Contraté un barman. —Se soltó del brazo de Louis y fue detrás de la barra—. Él es bueno. Los clientes lo aman.

—Impresionante. —Louis se sentó en una de las altas sillas del bar, viendo a Circe servirse un vaso con agua—. ¿Cuál es su nombre? ¿Trabaja hoy?

—Harry Styles, y sí. De hecho debe de estar aquí pronto. Él llega temprano prácticamente todos los días y se va cuando cerramos.

—Un tipo con una sólida ética de trabajo. Dulce. —Un repentino pensamiento le llegó a Louis y frunció el ceño—. Espera, ¿no le estaré pagando horas extras?

—Sí, lo haces. Y él vale cada centavo, así que no te quejes. —Dejó el vaso con agua en la barra y se sentó en la silla alta al lado de Louis—. Tory se enfermó esta semana, así que él está cubriéndola desde el almuerzo hasta la tarde. Cuando ella regrese él trabajará exclusivamente en la tarde y en la noche.

—¿Entonces el tiempo extra es solo temporal?

—Sí.

—Bueno.

—Scrooge, —Circe le acusó, arrugando la nariz.

Louis colocó una mano sobre su corazón. —Ouch.

Riéndose ella saltó de la alta silla y le dio un beso en la parte superior de la cabeza. —Ve a hacer las cosas que los jefes deben de hacer en la oficina. Yo terminaré aquí fuera.

—Sí, señora. —Louis se puso de pie y fue a la parte de atrás del restaurante—. Avísame cuando llegue Harry, ¿Bien?

—Claro.

—Gracias.

Circe le dijo adiós con la mano antes de entrar en el pequeño lugar que servía de estación de espera. Riéndose, Louis atravesó la cocina. La jefa de cocineras, Helene, había llegado mientras Louis estaba al frente. Ella asintió con su habitual taciturna manera en respuesta a su efusivo hola.

Gimiendo por lo bajo, Louis empujó la puerta de la cocina hacia el cuarto trasero. Sintió como si hubiera golpeado algo. Se oyó una maldición amortiguada del otro lado.

«Mierda. ¿A qué diablos le golpeé

Abriendo la puerta, Louis salió. —Hey, Lo siento, No quise... —Se detuvo con la boca abierta—. Oh, dulce santo infierno, ¿Cactus?

Enormes ojos verdes lo miraban como si pudieran matarlo y cortarlo en cincuenta pedazos.

—No. Me. Llames. Cactus. Imbécil.

El gruñido en la voz de Edward hizo que Louis sintiera sus rodillas débiles. Se sostuvo de la puerta apoyándose, esperando que Edward no notara la repentina hinchazón de su entrepierna.

—Lo siento. ¿Bien?

—Aplastaste mi dedo con la puerta. —Edward levantó uno de sus delgados dedos. La punta ya estaba morada—. Sobreviviré. De cualquier manera, ¿qué diablos estás haciendo aquí?

—Este es mi lugar. —Louis tomó la mano de Edward para inspeccionar el dedo lastimado—. ¿Quieres algo de hielo para eso?

—No gracias. —Edward arrebató su mano. La mirada asesina era algo más que cautelosa—. ¿Qué quieres decir con 'tu lugar'?

La Cebolla FelizWhere stories live. Discover now