Capítulo 1

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—Lo siento, señor Styles, —bufó la mujer de traje azul oscuro—. Pero no hay nada que podamos hacer. Nuestros fondos para este proyecto fueron retenidos hasta que este asunto se resuelva.

Harold Styles se quedó con la boca abierta ante ella, preguntándose si había oído bien. 

—Señora Duncan, vine aquí desde Santa Fe para este trabajo. ¿Ahora usted me dice que no lo hay?

—Eso no es lo que estoy diciendo.

—¿Y qué es lo que está diciendo exactamente? —Harry se apoyó atrás y le dio su mirada más helada—. Porque yo juraría que usted me dijo que Bradford & Lehrer están envueltos en una disputa legal con los propietarios de parte de las tierras en donde estaría la construcción, que no tienen idea de cuánto va a durar y que por lo tanto no me pueden contratar ahora.

—No dije tal cosa. El puesto aún está disponible.

—Sin embargo usted dice que no me puede pagar. Y dado que yo no ofrezco mis servicios gratis, lo que dice es la misma cosa.

La cara de la señora Duncan se ruborizó. Su expresión sugería que ella había mordido un limón particularmente agrio. 

—Eres bienvenido a buscar un trabajo temporal mientras que esta situación se resuelve y recuperamos los fondos.

—Lindo contar con su permiso. —Él apenas logró mantener el sarcasmo fuera de su voz. Poniéndose de pie, se acomodó el traje. Odiaba usar trajes. —Bueno, al menos puede decirme dónde me quedaré, así puedo acomodarme y empezar a buscar algún trabajo temporal.

Gracias a Dios, ellos le ofrecieron dónde quedarse por un tiempo. Después de pagar sus deudas en Santa Fe y el viaje de dos días en su Harley, apenas tenía lo suficiente para un par de comidas y una noche más en el Best Western.

El rubor de la mujer se profundizó y el estómago de Harry se cerró. «Oh joder. Por favor que no diga lo que creo que va a decir.»

—La cosa es... —ella comenzó, sus manos juntas en un nervioso nudo— ...que tampoco tenemos fondos para su alojamiento en este momento.

Asintiendo, Harry golpeó el arete de su lengua con la parte de atrás de sus dientes. Él contó once golpes antes de poderle hablar a la mujer calmadamente en lugar de gritarle en su cara.

—Se da cuenta de que no tengo donde quedarme, ¿verdad?

Ella tenía una muy buena expresión de culpabilidad. 

—Sí. Y como le he dicho, lo siento. No seremos capaces de proporcionarle una casa o pagarle un hotel, al menos en un mes, pero debe de entender a lo que nos enfrentamos aquí. Esto ha sido un desafortunado contratiempo, y nosotros estábamos peligrosamente cerca de cerrar con números rojos, incluso antes de que nuestros fondos fueran congelados.

—Oh, entiendo cómo es esto. —Suspiró, y llevó su mano a su cuidadosamente arreglado cabello—. ¿Por qué no me llamaron?

No es que hubiera habido diferencia realmente. Pero maldición, ese no es el tipo de mierda que esperas que un tipo vierta de repente.

—Nosotros lo descubrimos esta mañana. No creímos que haría mucha diferencia en llamarle ya que venía para acá.

De nuevo asintió. Quince golpes con el arete de la lengua esta vez. Harry metió ambas manos en sus bolsillos, formando un puño en el interior de las bolsas de poliéster, él no podía agarrar el cuello de la Señora 'Tonta' Duncan o terminaría en la cárcel con cargos de asalto. Después de todo, eso no era realmente culpa suya. Ella sólo era la pobre imbécil a quién el pez gordo de la compañía le había encargado que le diera las nuevas noticias.

La Cebolla FelizWhere stories live. Discover now