Capítulo 5: Recuerdos de la ciudad roja

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FASE 5

Consigna: Tendrán que traer a los antagonistas de sus personajes principales a este nuevo capítulo. Sin olvidar que la trama debe estar ligada al color, siempre. ¡Que broten chispas! Sabemos que siempre hay un personaje que es el malo, el malintencionado en la novela. Lo queremos conocer a fondo.

Color: rojo

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Ruidos. Gritos. Guerra. Sangre. Le encantaba estar ahí, en la acción.

Le fascinaba venir a presenciar las guerras, la sensación de asesinar lo cautivaba, lo llenaba. Los seres humanos eran tan estúpidos, que al ir a una guerra ya prácticamente se condenaban a morir, poco importaba si morían en manos de sus enemigos o de Killcide. Él se camuflaba y atacaba a ambos bandos, villanos, seyrens, cualquiera, daba lo mismo. Lo importante era entrenar sus poderes y sobre todo, divertirse y distenderse.

Recordó la primera vez que tuvo que usar sus poderes para sobrevivir. Jamás podría olvidarlo. Había huido de su violento hogar, sus padres habían terminado por matarse mutuamente. El pequeño Kut, solo en las calles de la gran ciudad, no había tenido más remedio que usar sus poderes para defenderse de un enorme rufián. Jamás olvidaría la sensación de placer que le produjo ver cómo se escurría la sangre roja del cuerpo de su agresor.

Una granada, explotando muy cerca de donde se encontraba, lo trajo de vuelta a la realidad, a la acción. Rodó por el suelo y logró resguardarse en las trincheras para no salir herido. Pero entonces un soldado le apuntó para dispararle, y al mismo tiempo, muy hábilmente, Killcide activó sus poderes de camuflaje. Le encantaba la expresión de desconcierto de sus oponentes cuando desaparecía ante sus ojos.

Pero también contaba con sus otros poderes, sus poderes telequinéticos, con los que podía sujetar a los seres vivos desde sus órganos vitales, y podía también hacer que sus órganos se estrujaran y dejaran de funcionar. Comenzó a usarlos entonces contra ese joven soldado, estiró la palma de su mano, la apuntó hacia el militar, sintió que tenía la vida en su poder, y entonces cerró la mano con brusquedad para ver caer, muerto y escupiendo sangre, a su oponente del momento.

La sangre, ese color carmesí que brotaba del soldado, lo transportó hacia su ciudad: la capital villana, la ciudad roja. Era su hogar, prácticamente se había criado en sus calles, sobreviviendo como había podido. Una acumulación de recuerdos vinieron a su mente: un semáforo en rojo, color que señaliza el peligro; él de pequeño cruzando una calle; un ruido ensordecedor, un bocinazo, una frenada; el miedo a la muerte prematura. Pero era necesario, así fue como conoció a Rufo, su mentor, quien lo salvó con su agilidad, quitándolo del camino del vehículo.

Rufo, aquel hombre al que Killcide admiraba y en el que confió plenamente durante su niñez, era el líder de un grupo mafioso, que al conocer los poderes del pequeño Kut, comenzó a entrenarlo para su beneficio. Él fue quien lo rebautizó "Killcide", un apodo del que nunca se desprendió y que comenzó a usar como su verdadero nombre.

Su jefe siempre llevaba en su chaleco, un símbolo que su aprendiz jamás olvidaría, era la bandera villana de dos colores: negro y rojo, pero tachada de una manera desprolija con una cruz roja. Era el símbolo de su banda criminal, querían manifestar su descontento con el gobierno villano existente: el Concejo. Proponían la ausencia total de una forma de gobierno, la anarquía, el caos.

Lamentablemente, debido al estilo de vida que llevaba, Rufo fue asesinado. Tras la muerte prematura de su mentor, Killcide había comenzado a convivir con numerosos grupos mafiosos de la ciudad. Buscaba una guía como la que había recibido de Rufo, pero su búsqueda no tuvo éxito, jamás logró encontrar a alguien como él, o al menos similar a la idea que se había formado de su líder.

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