I.

3 0 0
                                    

- Hey, hey, hey, ha llegado lo más hermoso que tiene la familia.

Estoy en casa de los abuelos, domingo familiar, vengo solo por los abuelos, los demás pueden joderse, me valen sus miradas de desprecio y comentarios por mi crop top con transparencias.

- ¡Querida, que gusto que vinieras! – mi abuela me dio un abrazo cálido.

- Sabes que jamás me pierdo los domingos, por nada – devuelvo una sonrisa – y el abuelo, ¿dónde está?

- En la recamara, está un poco cansado, ve y dile que la comida ya estará lista. Por cierto – se acercó a mi oído – me encanta esa camisa, debes prestármela.

Guiñó y siguió a la cocina con un ritmo contagioso, solo reí y fui a la recamara. Toqué suavemente la puerta, lo suficientemente fuerte para alertar que iba a entrar.

- Hola general – tomé posición de sargento y seguidamente escuché una risa ronca y grave.

- Hola mi pequeña, pasa a darme un abrazo – él se levantó con dificultad y le di un fuerte abrazo.

- La abuela dice que la comida ya estará lista, me comentó que has estado un poco cansado.

- Suspiró – querida, ya muchos años han pasado por mí, ya toda acción se me hace un tanto difícil, y me canso bastante rápido.

- Haremos algo, yo vendré 3 veces por semana y los ayudaré en lo que necesiten, limpiar, cocinar, lo que sea.

- Hablaremos de eso luego, primero comeremos y disfrutaremos el tiempo en familia – sonreí y asentí.

Fuimos hasta el comedor y me senté en uno de los asientos cercanos a la cabecera donde se encontraba mi abuelo, allí estaban mi tía Maryorie, con quién vivo actualmente, sus dos hijos, Dan y Sophie, el tío Blake, su esposa y su hija recién nacida, el primo Adam y su novia Kate, quien es insoportable y cree que me acuesto con mi primo, la tía abuela Nancy quien siempre que me encuentra tiene algo que criticar, y por supuesto mis abuelos. Todos hablaban sin parar, sobre política, economía, los chismes de los periódicos e Instagram, mientras yo comía muy tranquila, hasta que por supuesto tenían que sacar conversación sobre mí.

- Hablando de ropa INAPROPIADA, ¿qué tienes para decir sobre tu vestimenta Sam? – Kate enfatizó la palabra.

- Está increíble, la compré la semana pasada, y si me la quieres pedir prestada, haz fila.

- JÁ, ¿quién te pediría esa camisa tan vulgar?

- Sonreí - la abuela.

- Así es Kate, me encanta esa, vulgaridad, como tú la llamas – la abuela y yo chocamos puños.

Kate se atragantó, con un grano de arroz, mientras el abuelo trataba de no reírse, toda la mesa quedó en silencio. Todos terminaron de comer, esta vez todos hablaban menos Kate que miraba hacia abajo.

- Kate, querida, ¿por qué tan callada? – resaltó la voz de la esposa del tío Blake, no recuerdo su nombre.

- Oh, ¿yo? – No, la otra Kate, la esposa del príncipe William, imbécil – estoy concentrada en otras cosas, no me hagan caso – sonrío, parecía algo despreocupada.

- Y, ¿cómo van los preparativos para la boda?

En el momento que escuché la palabra boda, me encontré ahogándome con el jugo de naranja que tenía en la boca.

- ¿Qué boda? – Kate estaba bastante complacida con mi pregunta, se acomodó en su asiento y colocó sus brazos perfectamente en la mesa.

- Nuestra boda Sam, Adam y yo nos casaremos en septiembre.

Miré alrededor y todos, al parecer, sabían sobre esto, miré a Adam y tenía los ojos a punto de salir de sus cuencas.

- Asentí repetidas veces - ¡felicidades!, - sonrieron, bastante nerviosos - y ¿cuando se comprometieron?

- El día de mi cumpleaños, el mes pasado, ¿no lo recuerdas?

- Como no recordarlo Kate, si ni siquiera me invitaste.

- ¿Cómo que no la invitaste?, dijiste que no había podido ir por un compromiso, Kate – Adam está algo confundido, aquí se armó la buena.

- ¿Un compromiso, en serio Kate?, ¿no se te pudo ocurrir otra cosa?, algo así como las cosas que le dices a tus amigas sobre mí, que me ando prostituyendo o me ando drogando, ten algo de creatividad – jugué con mis cubiertos.

- ¿Qué?, ¿quieres tener mala fama al igual que tu mamá adicta?, si la quieres me lo dices y lo hago sin ningún problema.

- Me levanté de mi puesto – de mi mamá no hables, maldita bastarda de mierda.

- Nancy se puso de pie - ¡basta!, Samantha compórtate frente a Kate, ten un poco de respeto y decencia... - ¿En serio quieres hacerte la victima?

- Y tú, es mejor que cierres la boca, ¿hablando de decencia?, no me hagas reír, Nancy, todos los que estamos sentados en esta mesa, sabemos que cuando estabas casada con el tío abuelo Jorge te acostabas con toda la cuadra mientras el ganaba el dinero para mantenerte, se partía la espalda trabajando para complacerte en todo lo que se te daba la gana, por eso eres la única que no puede hablar de decencia, maldita cínica, a los únicos que tengo que respetar son a mis abuelos, a mi tía Mayorie porque son los únicos que quisieron encargarse de mí, ellos se ganaron mi respeto y se lo merecen. En cuanto a ti Kate, - voltee hacia ella - eres una perra insoportable, y nunca, jamás en tu vida vuelvas a hablar de mi madre, no tienes derecho. Adam, por favor abre los ojos antes de que esta zorra frustrada te arruine la vida, buenas tardes.

Azoté la silla y salí de la casa, tomé los auriculares y los coloqué en mis oídos a todo volumen, miraba hacia abajo, no me importaba en la dirección que fuera, sólo quería alejarme de allí.

- Me esperaba que esto algún día sucediese, pero ¿en serio tengo esa porquería de familia?, no me sorprende que crean que soy la desgracia, no entienden estoy cargando una cruz que ni siquiera me corresponde, los errores los cometió mi madre, aunque ella ahora esté pagando las consecuencias... Yo seguiré sufriendo, por sus malditas acciones – patee con ira un objeto metálico y miro hacia arriba - ¿POR QUÉ YO? ¿AH, QUE CARAJOS HICE EN MI VIDA PASADA? ¿MATÉ A BILL CLINTON O A LA PRINCESA DIANA? YA DAME UNA SEÑAL DE QUE DEBO HACER CON MI VIDA DE UNA VEZ, QUIEN QUIERA QUE SEAS – rebuzné con la ira acumulada, en esto suena mi celular y contesto - ¿QUÉ?

- Querida, ¿dónde estás?

- Tía, no quise... Disculpa, estoy algo... Ocupada.

- Sí, no te creo. Iré a buscarte, dime dónde estás.

- ¿Vienes sola?

- Sí, dejé a los niños en casa de los abuelos.

- Estoy en la esquina de arriba de la cuadra Foster.

Escuchar la voz de la tía Maryorie me calmó lo suficiente como para poder respirar con normalidad. Me llevó a un pequeño café situado a las afueras de la cuidad, allí me llevaba mi madre cuando era pequeña, en ese tiempo no usaba drogas, pero sí muchas pastillas anticonceptivas, vamos, es humor negro. 

SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora