- - - - ---:꒰ Chapter Four꒱:

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Después de haber sido abrazado por Harry en los baños, se había recluido en su habitación, queriendo evitar a toda cosa encontrarse con el Gryffindor. Sabía que si lo tenía enfrente, lo único que sucedería es que se rompería, se solitaria las lágrimas y la pesadez que en él cargaba, para seguido sonrojarse violentamente, comportándose como si fuera un adolescente hormonal e inmaduro que estaba viviendo el mejor momento con su enamorado.

¿Enamorado? No, Potter podrá ser de todo, pero no su enamorada. ¿O quizás? ¿De eso se trató siempre el molestarlo? ¿Actuar como un niño queriendo llamar la atención de la persona que le gusta? No.

Lo único a lo que salía era a entregar sus deberes escolares a los profesores y eso entre las horas de clase, evitando así encontrarse tanto con sus compañeros como con los de la casa contraria.
A la hora de las comidas, Pansy le llevaba pequeños platos de fruta y yogurt, alimentos que obviamente no ingeria y si lo llegaba a hacer, rápidamente eran vomitados.

Una semana habrá pasado llevando al pie de la letra esa rutina y nadie decía nada, los maestros se sentían conformes con que estuviera aprendiendo y cumpliendo con las tareas que asignaban al alumnado.
Sus amigos, como siempre les era indiferente las actitudes que tomará, mientras siguiera con vida y no podía culparlos, después de la guerra y siendo de familiar sangre pura, todos tenían cadáveres en el armario que no querían sacar a los demás, pero también qué eran difíciles de empujar.

Pero una tarde, su círculo se vio irrumpido, ese día Pansy se había quedado charlando con Granger y Zabini, simplemente era lo suficientemente perezoso para no ir del comedor a las mazmorras.

Unos golpes lo sacaron de sus pensamientos, confundido porque Parkinson nunca acostumbraba a tocar, mencionó un dudoso y débil adelante.
Vio como la puerta era abierta con cuidado, mientras que por ella atravesaba un chico pelo castaño, Nott, llevaba desde que regresaron a Hogwarts sin hablarle al menos que fuera para bromear y solo si estaban los demás al rededor, no podía reclamarle, sus dos padres yacían en Azkaban y los recuerdos de trabajar para Voldemort los hacía incómodos a hablar.

Curioso noto que en cada brazo cargaba dos bandejas con alimentos.
Evitando tirar algo, cerro con una leve patada la puerta tras de si.

—Vine a dejarte alimento y a hacerte compañía. Y antes que reniegues, no me iré, no hasta verte comer.– Sentenció de forma severa mientras se acercaba a su cama.

Theodore le analizó de pies a cabeza, no tenía descaro en ocultar como lo barría con la mirada. No lo hacía de forma maliciosa, su mirada era de curiosidad y la búsqueda de algo. Finalmente un suspiro salió de su persona mientras negaba repetidas veces con la cabeza.

—Quizás los imbéciles aquellos decidan hacerse los ciegos, pero no creas que no sé lo que haces, Draco.– Su voz sonaba triste, nunca lo había escuchado hablarle así, comúnmente era serio en el mejor de los casos y en el peor, antipático.

—Entonces veo que Potter no es el único entrometido.– Mencionó casi para si mismo.

—¿Potter? Es raro viniendo de él, digo, si lo supiera seguramenta ya estaría...– No terminó de hablar, recordando como el león estuvo demasiado decaído y desesperado buscando a alguien toda la semana.

Draco le miro expectante a que terminará o aunque sea le dijera que fue lo que había llegado a su mente para guardar silencio.

—No importa, come.– Ordenó empujando su bandeja de comida más cerca de él.

Draco la analizó por completo, sobre esta descansaba una pechuga de pollo sin empanizar, junto a esta un pequeño plato con salsa, seguido otro plato con diversas verduras y para finalizar un vaso con jugo.
El estómago de Draco se revolvió, no sabía si de asco o de hambre, pero sin ganas de averiguarlo nego repetidas veces.

Con el gesto fruncido, Theodore detuvo su tarea de comer y miro directamente a los ojos del rubio.
Este se removió incomodo en su lugar mientras empujaba la bandeja.

—Bueno, no me iré, no importa que falte a mis últimas clases, me quedaré hasta verte comer el último bocado.

Draco observo su rostro en busca de algo que le dijera que era mentira. Pero el rostro del castaño no se reflejaba más que la decisión.
Cansado y sin ganas de tolerar a nadie, comenzó a cortar en pequeños pedazos los alimentos.
No salto por alto la mirada de duda de su compañero, entonces dirigió sus ojos grises hacia su persona, llamando su atención nuevamente a él.

—Las tareas han estado difíciles, no?.– Empezó mientras seguía en la actividad de cortas sus alimentos. —Digo, no es que no domine los temas, pero escribir tanto cansaría a cualquier y ya sabes, quieren que entregemos los mejores trabajos por ser de último año.

El rubio siguió parloteando, logrando así que Nott en ningún momento dirigiera su vista al plato del contrario, solo estar observándolo y con eso Draco se daba por bien servido.
Mientras hablaba de temas al azar seguía moviendo la comida de un lado a otro.

Por momentos simulaba que iba a dar un bocado, entonces volvía a mencionar algún tema que captará la atención de su amigo y cuando creyo que era momento, se levantó de su cama con la bandeja en brazos.
Rápidamente la dejo sobre su escritorio, donde el chico no pudiera ver cuanto alimento había dejado y con una sonrisa en su rostro lo miro.

—Nott, tienes clases, no quieras usar a tu enfermo amigo para evitarlas.– Señalo causando un leve sonrojo en el rostro del contrario.

Una leve risa salió de sus labios mientras tomaba a Theo del brazo y lo arrastraba hacia la salida de la habitación. El chico aun se sentía desconcertado ante la actitud de Draco, pero aun así no evitaba el ser arrastrado fuera del lugar.
Volvió en si al escuchar la puerta tras de si cerrarse y entonces un pensamiento lo invadió. ¿Draco había comido? ¿Si, no? Lo había visto llevarse el tenedor con comida a la boca varías veces o eso creía.

Sin darle muchas vueltas al asunto se retiro lo más rápido que pudo para no llegar atrasado a clases.
Mientras que detrás de la puerta un cansado rubio soltaba un gran suspiro.

Con cuidado se acercó a la bandeja de comida que había dejado y un gran rugido salió de su panza.
Si comía un poco no le haría daño o... No, no lo haría, se estaba tardando mucho, llevaba semanas vomitando y él seguía ahí, así que debía recurrir a ello.

Sin pensarlo más tomo los alimentos y se dirigió al baño de la habitación para arrojar los alimentos por el escusado.
Se sentó frente a este mientras veía como hasta el último trozo era arrastrado por el agua.

La culpa se suelta, no se vomita. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora