...

En este momento me encuentro armando mi bolso para salir de aquí porque hoy es el gran día y por fin me darán de alta. Sandy estuvo pendiente de mí en estas últimas semanas, al igual que la doctora Cold. No pensé llevarme una amistad como la que hice con Sandy y siempre estaré agradecida con ella por lo mucho que me apoyó.

No ha sido sencillo tocar todas mis inseguridades con Sharon, pero he de admitir que se siente liberador y de alguna forma logra transmitir su entendimiento. No es como todos los que dicen «entiendo lo que estás pasando» y realmente no entienden una mierda. Sé que es su trabajo tratar de conectar con todos mis miedos para ayudarme a sanar, pero le daría un maldito premio porque sé que no es fácil entrar en mi confianza con facilidad. Por otro lado, mis padres aún no saben de mi ruptura con Patrick y no tengo ni idea de cómo decirles; sé que mi madre lo sospecha, debido a la falta de visitas por parte de mi “novio”. Sin embargo, por ahora he esquivado sus preguntas de manera muy sutil. Mi padre no ha tocado el tema que sabe que me hace sentir incómoda porque veo en sus ojos que entiende cuándo quiero y cuándo no quiero conversar de algo. Quizás esta sensación de paranoia cerca de los hombres sea lo más difícil de afrontar hasta el momento, pero soy capaz de notar los avances que tengo con Aiden e incluso con papá. Veo en los ojos de mi madre cuan preocupada se siente por eso y lamento no poder hacer nada para que no se sienta culpable. El tiempo dirá si estoy lista para intentar socializar con chicos o no, y lo que sé es que ahora el tiempo será mi aliado para que eso no pase.

Cuando por fin termino de guardar mis cosas, la puerta de la habitación se abre, deja entrar a Sandy y a la doctora Cold. Genial, aquí viene la despedida.

—Señorita Lowell, me alegra ser la primera en decirle que su alta ya ha sido ingresada y puede volver a casa. —Sharon me regala una sonrisa y me tiende su mano.

Le estrecho y le devuelvo la sonrisa de manera incómoda. Las despedidas nunca fueron fáciles para mí, por más pequeña que sea, soy de esas personas que nunca sabe qué decir. Sharon saca un papel de una carpeta y me lo entrega. Miro sorprendida todo lo que está escrito y emito un pequeño suspiro involuntario.

—El Dr. Stone es un gran psicólogo y colega, está más que dispuesto a concederte una cita cada viernes. Es el más calificado en estos casos, pero si de alguna manera te sientes insegura por… —titubea con lo que va a decir, mas sé bien a lo que se refiere—. Mi teléfono estará siempre encendido para ti.

Será difícil, pero quiero hacerlo porque en el fondo sé que, si logro abrirme con el doctor Stone, entonces podré hacerlo con el sexo masculino de forma gradual. Mis padres me educaron de una manera única y mi hermano me enseñó que no todos son monstruos; sé que Patrick no lo es y tengo bastante claro que no puedo condenar a todos por las atrocidades que cometió uno. Eso lo sé, ponerlo en práctica es lo que me va a costar y me aterra intentarlo.

Asiento sin discutirle nada a Sharon y tomo su tarjeta. Siendo franca, solo quiero irme a casa y descansar en mi cama. Luego me ocupo de lo demás.
Sandy se acerca y me rodea con sus brazos con cariño y noto lo mucho que la voy a extrañar.

—Siempre debemos alegrarnos cuando nuestros pacientes se recuperan y vuelven a casa, pero a ti te echaré mucho de menos. —Sandy se separa lo suficiente para besar mis dos mejillas—. Promete que vendrás a verme.

—Lo haré, Sandy. Gracias por cuidar de mí, sé que soy medio difícil a veces.

—¿Medio?

Ambas reímos y salimos de la habitación, Sharon se despide con un ademán y se va hacia el otro lado del pasillo. En la sala de espera están Aiden y Tara con una gran sonrisa, supongo que se alegran de ver que salga caminando.

—Hola, chicos. ¿Y mis padres? —Miro hacia el resto de la sala y los busco.

Sandy, por otro lado, se despide de forma rápida una vez más y se va con otra enfermera que necesitaba ayuda.

—Están terminando el papeleo.

Aiden se acerca a ayudarme con mis cosas y Tara simplemente me abraza por enésima vez desde que me internaron.


Cuando mis padres volvieron, por fin partimos a casa. En el estacionamiento decidí ir con Tara y Aiden en su auto, porque deseo seguir postergando la charla que me espera con mis padres. Sé que hice mal en estar sola a esas horas de la noche; no era la primera vez, tengo veintidós años y siempre supe andar en la ciudad sin que nadie me esté cuidando. He vivido en Mayfair toda mi vida y es uno de los barrios más seguros de Londres, me cuesta mucho hacerme a la idea que, lo que me pasó, fue muy cerca de mi departamento y que poca gente haya notado que me atacaban. No necesito que me recuerden lo que me sucedió ni que me digan lo que hice mal, ya bastante tengo con lo del psicólogo.

No sé qué es peor, mi hermano y mi mejor amiga no dejan de compartir miradas extrañas y el silencio incómodo está llegando a un grado bastante desesperante.

—¿Pueden decirme qué sucede? Me están poniendo nerviosa —suplico. Me dejo caer en el asiento y los observo, espero una explicación.

—Em, he pensado en algo que quizá te sirva de ayuda —habla Tara y Aiden asiente esperando a que termine—. ¿Recuerdas a Jane?

—¿Tu instructora de yoga? Si esa es tu idea, no creo que sea suficiente.

—No, déjame terminar. Su hermana, Bridget, tiene un gimnasio en el centro de Wimbledon que recién inauguró y va a tener clases de defensa personal.

Y por ahí viene la cosa, volteo los ojos y respiro hondo para calmarme. Debo recordar que es mi mejor amiga la que habló y se preocupó por mí, no puedo mandarla a la mierda por su idea estúpida.

—Tara, lo diré de una forma poco ofensiva —murmuro de forma calmada—: No. No necesito estar golpeando un estúpido saco de box para que cuando un tipo venga a abusar de mí y golpearme, me pueda defender.

—Wow, Em, relájate. —Aiden me ve por el retrovisor.

—¿Qué vas a sugerir, Aiden? ¿Quieres que use un arma eléctrica? Porque esa idea me parece mejor.

—Solo piénsalo, ya hablé con Bridget y le expliqué tu situación…

—Espera, ¿qué? —Ahora sí estoy molesta, siento que se lo ha dicho a medio mundo y no a una simple persona—. Tara, esa no es tu maldita decisión. ¿Acaso me preguntaron a mí si pueden ir repartiendo mis problemas? No sabes lo que siento, ninguno lo sabe porque gracias al cielo no lo han experimentado. Estos temas son desconocidos para cualquiera de nosotros, pero lo lógico es no ir a decirle a cada persona que se te cruza, Tara, es mi vida y no puedo seguir si ustedes me lo hacen más difícil.

Exploto de forma justa, a nadie le gusta que lo expongan ante personas que ni siquiera conocen y menos decirles algo de tal magnitud. Literalmente puedo imaginarme a la tal Bridget escuchando cómo fui violada y apuñalada, es algo inaudito que no dejaré pasar. No por nada mi padre usó sus influencias para cubrir los hechos ante la prensa, para que vaya Tara con su gran bocaza y le cuente a toda la ciudad la realidad.

—Lo siento, Em. Tienes razón. —Tara se cubre el rostro con ambas manos, sé bien lo sensible que es.

—Olvídalo —pido de forma que decido terminar con su sufrimiento y con la conversación.

—Solo piénsalo, hermana, porque sabes bien que lo que pasó, no fue casualidad.

Decido ignorarlo. Sé que fue personal y es lo que más me cuesta creer, porque no soy una mala persona y no recuerdo haberle hecho el mal a alguien para que me hagan pagar de esa manera.

El tipo sigue libre, eso me pone los pelos de punta a mi familia y a mí, porque estoy segura de que intentará hacerme daño de nuevo y que esta vez no dejará cabos sueltos.

Espero que disfruten el tercer capítulo. Muchas gracias por leer y por el apoyo...x

FIGHTOVE © 《DISPONIBLE EN AMAZON》Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin