LA PARADA

Una casualidad

Cuando te volví a ver era un día soleado y agradable, lo cual agradecía porque llevaba el uniforme de gala de la preparatoria. Amaba ese uniforme; una falda a la rodilla, blusa de tres cuartos y chaleco sin mangas, pero era horrible usarlo en días demasiado calientes. Tomé el camión Cumbres 2 terminando mis clases para encontrarme con una amiga en la unidad médica, con quién había hecho planes para acompañarla en su cita médica.

Un señor venía empujándome más hacia el final del asiento abriendo demasiado las piernas, solo decidí ignorarlo y observar por la ventana durante el trayecto de una hora.

Cuando el camión se detuvo en la parada frente a un centro comercial te vi subir pensando me eras familiar y sentándote dos asientos adelante observé con más atención las mechas azules de tu cabello recordé nuestro encuentro días atrás y una emoción de alegría me invadió deseando hablarte, pero no me parecía correcto. Sólo habíamos hablado una vez, tal vez ni siquiera me recordabas.

El camión avanzó y yo seguía con nervios esperando notarás mi presencia. Después de 10 minutos sin una pista de voltearas a verme, me recargué contra la ventana cerrando los ojos. Faltaban 40 minutos para mi parada y aprovecharía el tiempo para descansar un poco. Estaba agotada por haber sido un día largo de estar llenando solicitudes de ingreso durante el openhouse de la escuela, un evento formal realizado cada año para promoción.

Un brinco fuerte dado por el camión provocó un dolor en mi trasero por caer de golpe en el asiento de nuevo, despertándome.

"Mier-coles" Exclamé evitando maldecir por una apuesta con una amiga de la preparatoria.

"Jueves" Contestó alguien a lado mío, volteé a ver a la persona y abrí los ojos en sorpresa. "¿Cómo estás?" Preguntó.

"Muy bien" Me acomodé mejor la falda y peiné el costado de mi cabello el cuál había estado contra la ventada. Observé hacia el asiento dónde recordaba haberte visto y estaba una señora con una niña en brazos sentada. Supongo el señor a lado mío bajo antes y tomaste asiento a mi lado.

"Tus ojos son diferentes" Afirmó con las cejas fruncidas.

Sonreí "Tengo pupilentes, hoy hubo un evento y quise arreglarme bien. Soy de Turismo así que, debo dar una buena imagen, aunque no tenga el cuerpo" Reí nerviosa y talle un poco mi parpado moviendo el pupilente verde en mi ojo izquierdo para lagrimear y no sentirlo tan seco.

"¿De qué hablas?" Preguntó sorprendida "Ya quisiera yo tener esas piernas, las mías lucen como popotes" Fruncí el ceño sin saber exactamente a lo que te referías y pensé un momento sobre mis últimas palabras siendo conciente sobre hablar acerca de una de mis inseguridades.

"No creo eso, eres muy guapa, ya quisiera ser así. Si pudiera, cambiaría todo mi cuerpo" Suspiré.

"Bueno, me quejo de mis piernas y es verdad me gustaría tener más carne, pero la apariencia no lo es todo. Las personas creen que tener una figura delgada, piel blanca o rasgos finos hace a las mujeres hermosas o un cuerpo trabajado, alto y ojos de color a los hombres calientes. Realmente no pienso eso"

Por un momento recuerdo enojarme, me sentí atacada. "Para ti es fácil decirlo porque tienes todo eso" Recuerdo pensar molesta.

"¿A dónde vas?" Pregunte cambiando de tema, no quería sentirme peor empezando hablar de físicos. Sabía terminaría con la autoestima por los suelos. Sólo estar a lado tuyo me incomodaba.

"Voy a la universidad de mi hermano a dejarle unos planos que olvidó" Sonrío y señalo el tubo negro entre sus piernas. Supuse ahí estaban los planos.

"Ya veo" Contesté.

"¿Tú? No tomaste el camión equivocado de nuevo, ¿verdad?" Bromeó.

"No, voy a la unidad 30. Me dejaron claro cuál camión tomar" Rodeé los ojos "No estoy bajando desesperada, ¿o sí?" Seguí el juego con algo de sarcasmo y ella río. Sentí la irritación de hace unos momentos irse con rapidez. Me costaba mucho estar enojada más de dos minutos con alguien.