Capitulo 1

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Desperté sobresaltada.

Una noche más se repetía el mismo sueño que llevaba atormentándome dos meses. Respiré profundamente un par de veces con la mano en el pecho, solo para notar lo agitado que tenía el corazón. Me senté en la cama apoyando la espalda en la pared, para acto seguido alargar el brazo y encender la lámpara de noche. De mi boca salió una última bocana de aire antes de soltar un suspiro y tranquilizarme. Miré el techo de mi habitación intentando hacer memoria del sueño que acababa de tener. La luz de la lámpara era tenue e iluminaba de forma sutil la estancia; los cantantes de los posters que tenía, a penas eran visibles por la poca luz, pero,de alguna manera sentía sus ojos clavarse en mi como con un aire de juicio. Yo sí que me estaba jugando. Me pasé las manos por la cara y la cabellera despeinada, solo para plantear en mi cabeza qué me llevaba a repetir prácticamente cada noche las mismas imágenes.

Miré a la mesita y vi mi teléfono; lo cogí para mirar la hora: 4:27. A las 8 tenía que entrar a clase y encontrarme cara a cara con quien me atormentaba en sueños. Apagué la pantalla y volví a dejar el móvil, hicendo ademán de taparme para dormir, aún sabiendo que no podría hacerlo. Cada vez que cerraba los ojos, veía los suyos. Los cerré con fuerza y negué con la cabeza como queriendo que esos pensamientos salieran de mi cabeza, aunque bien sabía yo que no podía ser.

Dante Nachiatto había llegado hacía dos meses a mi instituto, aunque todo el mundo le conocía por un sobrenombre ridículo, acuñado por su actitud de indiferencia. Le llamaban ice boy y aunque el nombre no le quedaba mal, no dejaba de ser ridículo. 

-Ice boy, Ice boy, Ice boy. - dije para buscar una respuesta en mi cabeza. - ¿Qué quieres de mí?. -

El nombre había nacido gracias a su actitud fría e indiferente. Apenas hablaba con la gente y siempre se mostraba distante con el resto de la clase; no es de extrañar que algún sabelotodo de clase le hubiera bautizado con ese estúpido nombre.
Dejando lo del nombre a parte, el caso es que el día de su llegada me echó una mirada fulminante -vete tú a saber por qué- y desde entonces se ha repetido la misma pesadilla prácticamente noche tras noche. Pensar que su rostro me acechaba entre las tinieblas del sueño, me inquietaba sobremanera e incluso me generaba cierta ansiedad. No quería darle más importancia ni a las pesadillas ni a él tampoco, pero ¿qué os voy a decir?, no podía parar de darle vueltas.

Había tenido tiempo de analizar el sueño porque se repetía de forma cíclica: empezaba conmigo estando sentada en mi cama. Con cautela me levantaba y a continuación, salía de la estancia y bajaba las escaleras hasta el salón. Era de noche y había tormenta fuera, así que la escalera se iluminaba de vez en cuando debido a los relámpagos. Se percibe cierta tensión en el ambiente, como si hubiera algo que no debería estar ahí. Caminaba de forma cautelosa, no solo por la falta de iluminación, sino porque sentía que en algún momento sería atacada por mi depredador. Cuando llegaba al piso de abajo, dejando atrás el último escalón, centraba mi vista en la estancia que tenía delante: el salón. No se escuchaba sonido alguno, independientemente de la tormenta que azotaba fuera. El único sonido perceptible era, sin duda, el palpito desbocado de mi corazón
Con pasos lentos y cautelosos, cruzo el umbral del salón, donde me encontraba con una figura umanoide al final de la estancia. En un primer vistazo, no te fijarías en él, pero yo sabía que estaba ahí. Podía sentir que yo era su presa, sentir cómo me miraba de hito en hito. La oscuridad era inmensa, apenas podía vislumbrar nada en aquella sala. Era justo cuando empezaba a dudar que nadie se encontrase allí, cuando un rayo hacía acto de presencia y la figura del depredador se iluminaba. A penas un segundo de luz era suficiente para confirmar que mi terror era real. Su mirada feroz era lo primero en lo que me fijaba y su postura mostraba un deseo inequívoco: hacerme su presa. La parálisis por el miedo duraba en mi ser a penas unos segundos, el tiempo justo para integrar dos cosas: la primera era que sin ningún tipo de duda, aquel del sueño era Dante; la segunda en cambio era una sensación de alarma, desde la parte más animal de mi cuerpo, que me pedía que huyera porque el peligro se avecinaba. Pestañeaba dos veces y daba un paso atrás de forma lenta, solo para prepararme mentalmente; cogía aire muy, muy despacio -para no llamar la atención de la fiera, aunque ya no la viese, sabía que me no apartaba su mirada de mi- y me giraba para correr hacia la puerta de la entrada. Mi corazón sonaba cada vez con más fuerza, generando que retumbara en mis tímpanos. De reojo, veía como se acercaba hacia mí entre la oscuridad, aquella figura umanoide, lista para darme caza. Y era justo en ese momento, cuando creía que mi corazón iba a estallar y que vendría en mi busqueda la muerte, despertaba.

Aunque esta vez, podría decir de forma prácticamente inequívoca, que había algo distinto en el sueño. Me había parecido ver algo distinto en su mirada. Ya no parecía que quería cazarme, sino que me miraba con expectación, casi con curiosidad. Sea como fuere, no parecía que este tormento fuese a acabar pronto. Pensar en esa pesadilla solo me recordó que Dante seguiría con su actitud asquerosa para con todo el mundo. Este tipo de representación onírica me generaba una gran falta de confianza hacia él - por obvias razones- y cada vez que tenía que enfrentarle en clase, el corazón se me aceleraba, pánico de la angustia. La verdad es que no entendía su actitud hacia todos, pero en el fondo me generaba cierta sensación de seguridad, porque eso significaba que yo le interesaba nada y menos.

Debo admitir, a mi pesar, que era una persona de buen ver. Tenía la tez morena y los ojos más bien rasgados. Sus ojos eran pequeños pero de un color claro e intenso. Su cabello era de tono oscuro, a conjunto con la piel y llevaba dos pequeños pendientes de aro en la oreja izquierda. Se movían cuando movía la cabeza y lo llevaba a conjunto con un piercing en la nariz.
En ese momento el despertador sonó, haciéndome sobresaltar y sacándome de cuajo de mi ensoñación. Había perdido el poco tiempo que seguía teniendo para dormir dándole vueltas al asuento. El sonido penetrante de la alarma me recordó que debía prepararme para ir a clase. Solté un profundo suspiro. Tenía literatura a primera hora y pensar en quién era mi compañero de pupitre me hizo suspirar de forma resignada.

Empecé a prepararme para ir a clase; me vestí con ropa gruesa, porque empezaba a hacer frío. Me lavé la cara, peiné el pelo y calcé los zapatos para bajar, justo después, las escaleras de casa hacia la cocina. Un segundo antes de entrar, empecé a recogerme el pelo con las manos para hacerme una cola de caballo; pero en el proceso se me levantó el jersey ya entrando en la cocina que tenía la ventana abierta. Mi madre, que seguramente había quemado algo haciendo el desayuno, había abierto la ventana y el frío de otoño invadió la estancia. Me estremecí cuando entré y me bajé el jersey cuando terminé de atarme el cabello.

-Buenos días cariño. ¿Hace frío, verdad? Ahora mismo cierro. -  Dijo separándose de la encimera en la que estaba apoyada y dirigiéndose a la ventana, haciendo ademán de cerrarla. - ¿Has dormido bien?.- Preguntó, justo cuando acabó de cerrar la ventana.

- Sí bueno. Como siempre, no sé. Me he despertado otra vez, así que llevo semanas arrastrando cansancio.- Me dirigí a la nevera mientras hablaba con ella para buscar zumo. - Tal vez debería empezar a tomar esas pastillas naturales para dormir.- Me serví zumo de manzana en un baso y cogí pan del armario para hacerme el desayuno.-

- Tal vez podrías ir al herbolario a comprarte alguna infusión; seguro que allí te podrán asesorar bien. Además el regente es muy guapo y joven.- Dijo medio riéndose.

- Y también es gay mamá. El otro chico que trabaja allí, es su pareja.- Rodé los ojos y puse el pan que había cortado en la tostadora.- Además, ¿desde cuándo te preocupan los chicos con lo que me relaciono?.-

-No te relacionas con ninguno, por eso me preocupo.- Ante ese comentario rodé los ojos y dejé pasar el comentario. No valía la pena meterse en su juego.- En fin, me voy a trabajar cariño, que vaya bien el día.- Se acerco a mí, me dio un beso en la frente y salió al garaje para coger el coche e irse al trabajo.-

Después de irse, acabé de prepararme el desayuno, me hice la mochila y salí a coger el autobús del barrio para ir al instituto.




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He decidido editar la historia y volver a subirla capítulo a capítulo. Cualquier duda, en los comentarios o mensaje privado estará bien.

-EJ

Lo vi y supe que iba a caer (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora