—De acuerdo, muchas gracias —sonrió dirigiéndose al ascensor, llevando consigo la caja con la prótesis para el rubio.

Y no hizo más que subir al ascensor, que escuchó las risas y silbidos. Definitivamente no importaba la raza o especie, todos los hombres actuaban del mismo modo.

Bajó del ascensor, y sonrió dirigiéndose hacia la habitación que le habían dicho. Y esperaba que Adrián estuviera con Maizak, así podía ayudarlos.

Tocó el timbre y esperó unos segundos, antes de ser atendida. Y al momento que se abrió la puerta, observó sorprendida a Maizak. Él estaba de pie, y con unas muletas para poder sostenerse.

—Mai, wou, no creí que tú... Te adaptaras tan rápido. ¿Se te hizo más fácil caminar así que con la prótesis?

—Algo así ¿Pasar?

—Por supuesto —sonrió, entrando cuando él se hizo a un lado.

Era una habitación algo pequeña, con una cama contra la pared, la ventana iba desde lo pies de la misma hasta la pared perpendicular a ella. Y ahí enfrentada a la cama, había un armario.

Junto al armario, había una puerta, por lo que Isabella supuso que se trataría del baño. Pero para alguien sólo como Maizak, estaba más que bien.

—Mira, te he traído la prótesis —le dijo enseñándole la caja que había apoyado en el suelo—. ¿Quieres que te explique cómo colocártela?

—Sí.

Observó el jean que tenía puesto, y frunció levemente sus labios. Eran al cuerpo, lo cual dificultaría un poco para poder hacerlo.

—¿Tienes algún short para ponerte? O un pantalón de una tela más suave.

Él la miró, y ante la atónita mirada de la morena, se desprendió el botón y se bajó la cremallera, antes de que bajarlos y quedar en boxer frente a él.

—A-Ah... Creo que sería bueno llamar a Adrián.

—¿Por qué? —le dijo frunciendo el ceño.

—No es bueno... Qué estemos solos, y que alguien pudiera entrar y vernos.

—Tú ser doctora.

—Sí, pero —respiró profundo y luego suspiró, asintiendo con la cabeza.

Él tenía razón después de todo.

—Siéntate aquí, Mai, será más cómodo para ambos.

El muchacho se sentó junto a ella, y puso las muletas a un lado, para que no molestaran. Isabella tomó la caja y la abrió, sacando la prótesis de metal, una más actual y de mejor vista que la que le habían colocado en la clínica.

—Se genial ¿Verdad? A mí me encantó cuando la vi, y pensé, a Mai le encantará —sonrió.

El rubio la tomó, y la observó, sí, se veía bien, mucho mejor que la que le habían puesto para sus sesiones de rehabilitación.

—¿Qué te parece?

—Estar bien, mejor que otra.

—¿Verdad que sí? A mí me gustó mucho, y es más discreta que la anterior a la hora de ir debajo de la ropa, no se nota tanto.

—Sí ¿Cómo ir esta?

Tomó las otras partes necesarias, y ayudó al muchacho colocársela, y ajustarla en su muslo.

—¿Ahí está bien? ¿Te aprieta mucho?

—No, estar bien.

—Bien, toma las muletas, y prueba caminar con ellas, y dime si la sientes bien.

Maizak se puso de pie, y tomó las muletas, dando un primer paso. Y realmente era extraño, luego de tres meses, volver a caminar con ambas piernas.

—¿Qué te parece?

—Estar bien —pronunció caminando por la habitación, con las muletas.

...

Aquí, un ejemplo entre una de las prótesis "comunes" y una de diseño, como la que tendría Mai ❤️ (izquierda de diseño, derecha normal ❤️)

Aquí, un ejemplo entre una de las prótesis "comunes" y una de diseño, como la que tendría Mai ❤️ (izquierda de diseño, derecha normal ❤️)

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MaizakWhere stories live. Discover now