El hombre miró con lástima el lugar donde había visto salir a Tony, y luego se volteó a ver a la niña.

La empleada la tenía sostenida de los hombros suavemente.

    –Yo llamaré a la señora Carter, mejor anda tú con Tony —dijo la mujer. Jarvis asintió y fue en busca del niño—. Vamos, cariño —le dijo a la pequeña.

Jarvis llegó frente a la habitación y golpeó suavemente con sus nudillos la puerta.

    –¿Joven Tony? —llamó suavemente—. ¿Puedo pasar?

El chico no respondió, de hecho no escuchó nada de ruido. Movió la perilla suavemente mientras daba un paso.

    –No te dije que pasaras.

    –Tampoco me dijo que no podía —sonrió Jarvis. El chico estaba sentado en la cama con un prototipo de robot entre sus manos. No estaba llorando, pero tenía la nariz roja y los ojos irritados—. ¿Quiere hablar del tema?

    –No... —respondió Tony desviando la mirada. Jarvis se sentó al lado de él en el colchón, a una distancia prudente.

    –El señor Stark puede ser difícil a veces —el chico no respondió—. Yo tampoco encuentro oportuno que lo golpee.

    –¿Entonces por qué no lo estuviste ésta vez?

    –No llegué a tiempo, joven Tony. Pero recuerde que siempre que estoy presente, usted no sale dañado.

    –Sí, lo sé.

El joven pre-adolescente se pasó la mano por el rostro y Jarvis le acarició la espalda suavemente.

Un ruido de auto sonó afuera, y Tony al ver por la ventana, sólo observó cómo Natasha era abrazada por su tía Peggy y luego ambas subían al auto. Se alejaron y desaparecieron del alcance de los ojos del chico.

—·•·—

    –Agente Carter.

    –Dime tía Peggy, cariño, hace tiempo que no soy agente.

    –Quiero trabajar en S. H. I. E. L. D.

    –¿Y eso por qué?

    –Quiero aprender a pelear de nuevo, quiero ayudar.

    –Mí niña... Tú podrías ser una niña normal, no es necesario que-

    –Por favor. Ya tengo 12 años. Seguiré estudiando, pero entréname para ser como tú.

La mujer la miró un momento, hasta que sonrió paternalmente. Le acarició su cabello suavemente, pensando la respuesta adecuada.

    –Los fin de semana puede que te entrene. Pero tienes que prometerme que seguirás estudiando.

    –¡Sí señora!

—·•·—

Los días pasaron, con ellos las semanas y con estas los meses.

Tony no ha visto a Natasha. Una que otra vez han hablado por teléfono o su tía Peggy le explicaba qué hacía.

El castaño de nuevo se estaba sintiendo solo.

Se refugiaba en la seguridad de su habitación usándola como taller. Se había saltado de nuevo un día de clases, según él, innecesarias y se centraba en sus inventos y prototipos.

¿Una forma de olvidar toda la tristeza? La pequeña reserva aparte de Howard de diversos tragos. Se servía un vaso y luego llenaba la botella con agua para aparentar.

Tenía 14 años, así que no era complicado sentirse mareado y un poco más feliz aparentemente luego de cada vaso.

Era fin de semana y estaba siendo cuidado por Jarvis y las demás sirvientes. No tenía ni idea dónde estaban sus padres y tampoco le importaba demasiado, hasta que tocaron el timbre de la puerta y Tony guardó silencio par escuchar quienes eran.

    –Señora Carter, señorita Romanoff, buenas tardes ¿Desean pasar?

    –Claro, gracias Jarvis. ¿Sabes dónde está Tony?

    –Está en su habitación, lo llamaré enseguida.

El castaño escuchó los pasos largos de Jarvis y luego los pequeños golpes en la puerta.

    –No quiero ver a nadie —exclamó con enojo. Se sentía traicionado por la pelirroja al no saber nada de ella, como si se las hubiera tragado la tierra. Ni siquiera en los días en que él no estaba en el internado.

    –Joven Tony, la señorita Romanoff vino de visita. ¿No quiere ir a verla?

    –No quiero. Ahora no me molestes, estoy ocupado.

Escuchar los pasos alejarse tardó más de lo normal. Suspiró largamente y se recostó en su cama con desgano.

Hasta que una melodía de piano empezó a sonar.

No era una avanzada, de hecho, parecía improvisada. Y la curiosidad le ganó.

Salió de la habitación y se acercó con cautela a donde provenía la melodía y sólo pudo reconocer la cabeza pelirroja de su amiga mientras tocaba aquel instrumento.

Tardó, pero decidió acercarse.

    –¿Desde cuándo sabes tocar el piano?

Ella se giró rápidamente y le sonrió amistosa.

    –En verdad no he aprendido. Sólo copio lo que te he visto hacer —respondió.

    –Pues con razón eres tan terrible. Haz un espacio, te enseño —Natasha se movió un poco para darle espacio a Tony para que se sentara.

Él le sonrió ampliamente y puso sus manos encima del teclado, ella le imitó y ambos tocaron una canción completa juntos.

Peggy y Jarvis miraban desde la lejanía y sin molestar. Ambos con una gran sonrisa, orgullosos de aquellos dos niños.

Al terminar, ambos se miraron un momento. Tony fue el primero en reaccionar y abrazarla.

    –Te extrañé.

    –Yo también a ti —correspondió la menor.

—·•·—

Para mala suerte de ambos, Howard había llegado justo esa tarde y no le agradó para nada tener a esa "mala influencia" cerca de su hijo.

    –¡¿Qué es lo que te ocurre Howard?!

    –¡No quiero a esa niña cerca! Eso es lo que pasa. No permitiré que mí hijo se transforme en un maricón.

    –¿Es enserio? ¡¿Sólo por aprender bailar ballet?!

    –Muévete Peggy.

    –Oblígame.

La ex-agente estaba sirviendo como muralla entre el hombre y los dos niños. Natasha estaba justo detrás de ella, y ella misma protegiendo a un asustado Tony a pesar de que lo negara.

    –Señor Stark, le aconsejaría apartarse —mencionó Jarvis con suavidad.

Howard no escuchó. Olía a trago, y era obvio no fue iba a hacer.

Logró empujar a Peggy y a Jarvis e intentar golpear a Tony, pero Natasha fue más rápida.

Con un veloz movimiento utilizó el propio brazo ajeno para escalar y tomar su cabeza con las rodillas. Giró sobre sí misma y tiró a Howard al suelo haciéndole un llave.

Cuando notó el gesto de rendición al golpear el suelo, lo soltó. Tomó la mano de Tony y lo llevó a un lugar lejano.

Peggy rió honestamente y miró al hombre con una sonrisa triunfante.

    –Eso, es lo que se logra cuando practicas ballet. Puedes matar a tu oponente usando sólo tus piernas.

Estoy teniendo problemas para actualizar, no me maten.

ᏒᎬᎠ ᏢᎪsᏆ. ᏁᎬᎳ ᏢᏒᎬsᎬᏁᏆWhere stories live. Discover now