Las lágrimas regresaron a sus ojos. Extrañaba a sus hermanos, a Carmen y Raúl, pero sobre todo a él, al hombre por el que perdió por completo la cabeza, el hombre con el que en unas semanas uniría su vida, por el que ya sentía que nada tenía sentido si no estaba cerca.

Ya no pudo dormir el resto de la noche. Al amanecer se puso de pie, sacó una muda limpia y se dirigió al baño. El lugar tenía moho por todos lados y olía a orines, pero no tenía más remedio. Se duchó como pudo, se vistió y salió rápidamente. De regreso en la habitación acomodó todo y cerró tomando la llave. Casi al salir de la casa se percató de un espejo colgado en el corredor, se detuvo un segundo y se observó. La imagen que reflejaba se parecía mucho a la de hacía más de una año. Sonrió con tristeza notándose pálida y ojerosa. Saldría adelante, por supuesto que lo lograría.

Lo primero que hizo al salir fue buscar algo que comer, pronto encontró una pequeña abarrotera y compró algo de fruta, pan y un yogurt. Los comió todos rápidamente y comenzó a caminar. Debía encontrar trabajo rápido, de lo que fuera mientras las cosas se enfriaban, porque el dinero que tenía no era mucho y solo le alcanzaría para un par de semanas. Buscó y buscó hasta sentirse agotada, no encontró nada.

Los siguientes 4 días fueron iguales, pero el quinto por fin encontró algo. No era muy alentador. Consistía en acomodar y limpiar en un súper de medianas proporciones. La paga no era buena, pero si se administraba sobreviviría una temporada y después buscaría un mejor empleo y en algo de su carrera. Sería sólo un mes mientras los medios cambiaban de tema, porque con terror encontró en más de un periódico su rostro acompañado de millones de mentiras y fotografías escandalosas. No se arriesgaría a una humillación, no más.

Era asombroso, pero con el paso de las horas, de los días, ya no sentía coraje, ya no sentía nada. Solo sabía que debía esperar, que lucharía y si no lograba demostrar jamás que todo eso era una gran mentira, se fabricaría una vida en la que algún día, no muy lejano, lograría acercarse de nuevo a sus hermanos; ese era sus objetivo, su único motivo y por Dios que lo lograría

El día que comenzó a trabajar, por la mañana, incluso antes de levantarse, comenzaron las primeras náuseas, sin embargo, ella no sospechó nada. Parecía una autómata, no se permitía pensar y se sentía entumida de tanto dolor y soledad. Comenzó a perder peso de forma escandalosa, el trabajo era muy pesado y el horario agotador. Debía estar ahí antes de las siete de la mañana y salía poco después de las ocho de la noche. Extenuante.

La vida consiguió transcurrir, no había día que no se durmiera llorando, aun así, se prometió que pronto olvidaría. Cuando podía, le mandaba correos electrónicos a Marco fingiendo que todo estaba bien. Él creía que ella se había ido a España de intercambio debido a los chismes que inventaron por lo que prefirió no sacarlo de esa idea. Después de todo, alcanzaba a comprender a Carmen y a Raúl, además, ellos seguían seguros y tranquilos, así que no haría nada para afectarlos. Siempre habían sido su prioridad, desde que los vio por primera vez después de que su madre apareciera con ellos cargándolos como si fuesen parte del mandado, con ambos hizo lo mismo, se los depositó en sus brazos y se fue a beber. Para Isabella, ese par de niños lo era todo. Eso jamás cambiaría.

Una noche, pensando, después de haber llorado lo cotidiano, una pregunta asaltó su cabeza. Abrió los ojos de par en par soltando un gemido. Prendió la luz de la recámara y buscó un calendario en su cartera. La última fecha de su periodo fue un mes y medio atrás. Se tapó la boca con la mano dejándose caer sobre la cama. Llevaba más de dos semanas de retraso, y de repente, comenzó a atar cabos: las náuseas por las mañanas, el dolor de pechos, el cansancio.

¡No!

Se quedó lívida por unos minutos contando una y otra vez. No tenía duda, llevaba más de quince días sin la menstruación.

Vidas Cruzadas © ¡ A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora