Me marcho a Jerez

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Inés movía el pie debajo de la mesa de su asiento, y se metía la uña en la boca mirando a Irene de reojo como señal de nerviosismo. El corazón estaba ya desbocado y solo necesitaba al menos encontrarse con la mirada de Irene una vez, para poder relajarse algo hasta salir del hemiciclo y hablar con ella sobre esa nota. Necesitaba encontrarse con los ojos castaños de la de Podemos, esos ojos que tanto le habían contado en esos meses y a los que ella tanto le había contado. Esos ojos ante los que se había desnudado ya dos veces, y que habían sido testigo del verdadero éxtasis, ese que solo sentía cuando estaba con Irene. Esos ojos a los que había intentado negarle una y otra vez lo que realmente sentía. Buscaba a Irene con la mirada nerviosa pero no conseguía que la madrileña la mirase ni por un segundo.

-Tranquila Inés, estáis trabajando es solo eso, luego hablaras con ella. Se repetía a ella misma una y otra vez sin dejar de morderse la uña.

Le tocó a Irene salir al estrado a hablar y el corazón de Inés se desbocó todavía más, no pudo evitar esa sonrisa boba y seguirla con la mirada, pero que enseguida borró, tenía que aprender a controlarse.

Irene hablaba con esa fuerza y ese ímpetu que solo ella tenía. Sus palabras calaban dentro te gustase o no lo que dijera. Inés hacía rato que había entrado en un trance absoluto, en el que solo estaban Irene y ella, solo escuchaba su voz, y en ese instante solo existía Irene.

Inés, Inés...-Albert ya le tocó el brazo porque llevaba rato llamándola y no le respondía.

Inés volvió de sus pensamientos y le miró.

-Sí sí dime..-dijo apurada.

-¿La estás escuchando? Lo que hay que oír..- dijo Albert indignado.

-Estos podemitas, son como una mosca a la hora de la siesta- dijo Inés sonriendo.

Inés miró su reloj, eran las 14:00h y acaban de terminar, se levantó recogiendo sus cosas y buscó la mirada de Irene, esperando que con algún gesto le dijese donde podían encontrarse, pero nada la de podemos no la miraba. Su asombro fue mayor cuando la vio salir del hemiciclo como si nada, sin decirle nada.

Inés se apresuró a recoger todas sus cosas y salió de allí ignorando a Albert que la llamaba para comentarle cualquier tontería. No quería perder a Irene de vista, necesitaba hablar con ella antes de irse, y quería alcanzarla.

Andaba a paso ligero detrás de Irene, y al final pegó una pequeña carrera para alcanzar a la madrileña que estaba a punto de salir del congreso por la puerta de atrás, donde en otras ocasiones habían discutido fuerte por su culpa, para que mentir, Irene siempre le dejo las cosa claras.

Le agarró el brazo justo cuando ya estaban en la calle e Irene sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo al notar a Inés, pero se sereno y la miro normal.

-Dime Inés-dijo mirándola a los ojos

Inés le entraron unos nervios inmensos y unas ganas de vomitar horribles al escuchar la respuesta de Irene. Se le daba fatal hablar de sentimientos y sobre todo con una mujer, y sobre todo cuando tenía tantos sentimientos, cuánto más tenía más le costaba hablar.

-¿Has visto mi nota?-dijo timida casi incapaz de aguantarle la mirada.

-Sí claro que la he visto – Irene si le aguantaba la mirada.

Inés empezó a titubear- Y...bueno, no no vas a decirme nada?- dijo cada vez más nerviosa.

-¿Solo porque me escribas en un papel que me quieres, tengo que creérmelo? Inés tú no sabes lo que quieres y yo no puedo permitirme sufrir más por ti.

Unidas escribamos historia juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora