II.

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Cuando Louis tenía dieciséis años, había sido arrestado. Lo habían sorprendido bebiendo con algunos de sus compañeros de escuela, fue el único lo suficientemente tonto como para empezar a huir con una cerveza todavía en la mano.

La policía lo había llevado a su casa del cuello, le había dicho que se sentara en el auto mientras hablaban con su madre.

Su madre se había desmayado en cuanto abrió la puerta, porque pensó que Louis había estado en un accidente. Ni siquiera se metió en problemas, en realidad no, porque ella estaba demasiado ocupada llorando por el hecho de que solo estaba un poco borracho y no tirado en un camino oscuro en algún lugar.

Louis no tiene idea de por qué está historia aparece en su cabeza, pero hace una nota mental para disculparse con ella profundamente, debido a los muchos momentos feos y aterradores que Louis experimentó en su vida, nada supera a la noche anterior, con los uniformados en la puerta.

Se acuerda de respirar.

Harry no está muerto.

Esas son las cuatro palabras que mantienen a Louis sentado en posición vertical, lo hacen escuchar lo mejor que puede al grupo rotativo de CNO, tenientes y oficiales en la sucursal de Harry que entran y salen de su apartamento.

Harry no está muerto.

Todavía.

Y esa es la palabra que lo hace vomitar por tercera vez, correr al baño y se sostiene sobre el inodoro, temblando tan fuerte que cree que puede romperse en dos.

Había un IED*. Justo fuera de los límites de Bastion donde Harry estaba patrullando. Harry y otros cinco chicos, lanzados al cielo por kilos y kilos de explosivos. (*Artefacto explosivo improvisado. IED por sus siglas en inglés)

Y es mejor que esperes que no sea todo, dice su cerebro antes de que pueda detenerlo, y quiere desconectarse, permanecer en espera un poco, porque no cree que pueda hacer esto.

Harry y otros cinco chicos. Esa fue la frase que hizo que Zayn pasara de ser el mejor amigo a alguien con un gran interés en seis segundos.

—Podría, um,— dice Zayn, sus manos que no se mueven de los hombros de Louis. Se siente adormecido por todas partes, como si no estuviera realmente aquí. La única razón por la que está registrando esto es porque la voz de Zayn es un cambio bienvenido en comparación con el parloteo del hombre frente a él. —¿Podría decir quiénes son los otros cinco?—

El teniente niega con la cabeza. —Lo siento,— dice, —no se puede divulgar información personal al público.—

—Por supuesto,— dice Zayn apresuradamente, —solo. Mi novio está en Helmand también. ¿Puede simplemente..?— traga —¿Liam Payne? ¿Está ahí?— Parpadea un par de veces. —¿Niall Horan?—

El teniente lo considera por un rato. Fletcher, dice su uniforme. Él pone sus ojos en la lista momentáneamente.

—No,— dice brevemente,—no están aquí.—

Los hombros de Zayn se hunden de alivio, y Louis lo odia, quiere golpearlo hasta que sus nudillos sangren.

Se estremece y se sienta derecho, se aparta de las manos de Zayn por un momento. Se inclina hacia delante, se pasa las manos por el pelo.

—Puede, usted, umm,— dice, frunciendo el ceño, sacudiendo la cabeza ligeramente. El sol acaba de salir, una extraña luz fría. —¿Hay alguna noticia?—

—Voy a hacer una llamada a la base ahora,—dice alguien. Louis la conoció antes, de alguna manera, aunque no tiene idea de dónde. Ella pone una mano en su brazo que lo hace saltar.

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