Alianza

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- Oye, Heimdall, ¿por qué no descansas? Puedo ver en tus ojos acunarse un bello sueño, sí, tus ojos pesan ya, creo que es momento de descansar...

- ¿D qué rayos hablas? No podría estar más despierto, ¿qué andas tramando, Loki? te conozco, te vigilaré, estaré 24/7 sobre tí, no te saldrás con la tuya.

- Por las Nornas, ¡que desconfiado eres, Heimdall! Me ofendes, oh guardián del Bifrost, ten en cuenta que tu ofensa será causa de desdicha por el resto de nuestras vidas

- ¿Acaso estás hablando del Ragnarok? Porque si de ello se tratase ten por seguro que te derrotaré o moriré en el intento.

- ¡Diantres, Heimdall! Claro que lo sé, o es una cosa o la otra, no se pueden ambas al mismo tiempo...

Desde ese día, Heimdall no logró despegar un momento su atención sobre Loki, desde que amanecia y salía a provocar entuertos entre los habitantes de los nueve mundos hasta que se retiraba a descansar bajo el reflejo de las dos lunas, no sin antes hacer volar por los aires a Thor y a su esposa Sif con algún divertido engaño nuevo. Cada día era diferente, cada dia Loki se esforzaba más, sabía que su espectador estaría al pendiente de sus esfuerzos y trataba de sobresalir. Ahora ya no se contentaba con provocar caidas irrisorias en banquetes de boda, malos entendidos en parejas jovenes y peleas ridículas en matrimonios viejos, ahora se empeñaba en hacer volar lo que debía permanecer en tierra, cortar las alas de lo que debía volar, se estaba convirtiendo en una verdadera pesadilla.

Heimdall quiso poner punto final a eso, decidió hablarle, abandonó su puesto y entró al palacio de Odin a buscarlo. Loki se mantuvo muy bien portado sentado en las escaleras y cuando lo vio llegar fingió no saber el motivo de su visita.

Heimdall fue muy directo y se lo dijo:

- Vine hasta aquí a pedirte encarecidamente que detengas tu actitud, me duele la cabeza de solo verte hacer tanto mal, qué pasa contigo? Adónde quieres llegar con esto? Para qué tantas locuras?

Loki fingió apenarse, Heimdall era muy astuto pero no lo vio venir.

- ¡Rayos, Heimdall! Todo lo hacia para complacerte, ibas a vigilarme, quería dar un espectaculo para ti, que pena que no hayas entendido eso. Todos mis esfuerzos a la basura, primero me ofendes y ahora te averguenzo, creo que nunca me repondré de esta humillación.

Corrió a través de Asgard y se quedó solo en la otra punta mientras Heimdall se quedaba observando sin nada más que hacer.

Durante un tiempo, fue así. Cada vez que Heimdall miraba hacia Loki lo veía cabizbajo, en actitud penitente y al principio el guardián lo prefería así pero conforme pasaron los días comenzó a aburrirse y la monotonía de aquella nueva paz lo abrumó. Comenzó a enviar pequeños mensajes a Loki para llamar su atención y hasta lo provocaba con ideas nuevas.

Otra vez el dios de las mentiras actuaba con arrogancia, ah sus súplicas no harían mella en él. El guardian esperó algún tiempo más y viendo que Loki no daba el brazo a torcer, lo fue a buscar. Era posible, realmente, que Heimdall estuviese interesado en volverlo a ver? Si eran sus locuras las que lo habían vuelto loco a él pero esa locura era lo que más extrañaba.

Eran las aventuras que Loki emprendía las que daban un sentido a su misión, era vigilarlo a él lo que hacía más llevadera su guardia allí. Ahora estaba aburrido y aunque entendía la razón, ya no había mucho que pudiera hacer.

A menos que...

Heimdall se preguntó si acaso Loki buscaba algo más tratando de llamar su atención, después de todo no podía leer su mente, no era posible para él. Pero lo necesitaba, no le había cuestionado nada pero tampoco le habia preguntado que podia ofrecerle. Con esta idea a cuestas, fue a buscarlo otra vez y se lo inquirió.

Los ojos de Loki iluminaron su faz con su verde resplandor. Le pidió a cambio de limpiar su nombre, que se quedara un poco cada día para hablar con él. Esto pareció aceptable a criterio del guardián, aunque guardaba sus resquemores, y aceptó.

Comenzó al día siguiente, tan solo unos minutos. No se confiaba tanto de él, pero luego comprendió que no tenia que temer. Loki sabía ser un buen anfitrión cuando quería y con quien quería, y por las nornas que había estado buscando como agradar al duro guardián.

- No todas tienen que ser bromas, guardián, soy un dios culto. ¿Has leido "Los tratados de Bohr"? ¿Creerás que no los escribió Bohr?

Heimdall tuvo además razones para volver, era placentera la conversación de Loki, siempre lo llevaba a alguna anécdota que caia hondo en la mente del guardián.

- Si, recuerdo haberte visto correr a través de Noruega llevando ese tornado directo al hogar de Thor.

Después de un mes, Heimdall había olvidado el acuerdo por el que Loki debía volver a ser quien fue, estaba demasiado abstraido con el nuevo Loki en que se habia convertido. Le caía mejor que el anterior y cada vez tenía más deseos de estar con el.

Allá en el Bifrost se sentía muy solo y sin embargo, debía volver. Después de unos meses de estar corriendo de un lado para otro, Heimdall lo meditó.

¿Le convenía aliarse con su enemigo? ¿Podía confiar en él?

Loki lo miró, el astuto dios pareció adivinar lo que iba a hacer.

- ¿Aún me consideras tu enemigo? Vaya, esto no puede ser posible, he trabajado arduo para verme bien... a tus ojos, estoy decepcionado pero de mí, no he logrado lo que me he propuesto, no puedo caerte bien. Heimdall, vuelve al Bifrost, olvídate de nuestra amistad...

- ¿Esto era una amistad? Yo creí que era algo más.

Por primera vez desde que se conocían, Loki no supo qué responder. El guardián se alejó, satisfecho, aunque hubiera preferido llevarlo con él.

Lo extrañó mucho tiempo, creyó que Loki aparecería de milagro a hacerle compañía algún día pero eso jamás sucedió. De vez en cuando, a diario en realidad, solía quedarse embelesado viendolo caminar, arrastrar sus bromas de un lado a otro de Asgard y en la intimidad, refrescandose en un baño de burbujas tocándose para él.

Si, Loki no olvidaba a Heimdall y se lo hacía saber, por largo rato y muy lentamente, solitario espectador. También hablaba solo, pero Heimdall podia escucharlo y eso era igual de bueno que estar con él. Aunque no recibiera respuestas. Hubiera resultado muy dificil explicarselo a alguien pero ya iban a encontrar la forma.

Quizá en algún momento, uno de los dos diera el primer paso, pero entonces el ataque de Laufey y el ejército jotun tuvo lugar, y Heimdall tuvo que abandonar con prestancia su puesto y defender la ciudad del ataque enemigo. Su primer pensamiento, sin embargo, no fue para Odin. De acuerdo, se dirigió enteramente a salvar a Loki aunque no lo necesitó. El dios de las mentiras estaba muy ocupado ensayando una negociación cuando la espada de Laufey intentó atravesar su cuerpo. No solo le erró sino que murió por su insolencia. Heimdall lo atravesó de lado a lado arrojando su cuerpo a los pies del dios, y preguntandole si estaba bien. No solo estaba bien sino que bastante ofendido por haber sido interrumpido.

En medio del fragor de la batalla, mientras los muertos caían alrededor, peleando hombro a hombro del mismo lado, Heimdall y Loki hallaron un pretexto para su unión. Después encontrarían las formas de expresarlo, si las hubiera. Despues podrían explicarlo a los demás, si les daba la gana. Despues de recoger los cadáveres y darles una despedida, barrer los pedazos, limpiar el lugar y jugarle una broma a Thor, Loki se fue a vivir con Heimdall, a hacerle compañia en su guardia solitaria, a contarle sus historias, a hacer esa cosa que hacen los dioses que solo Heimdall puede ver, que solo Heimdall y Loki podrían disfrutar.

Heimfrost (Heimdall y Loki)Where stories live. Discover now