PRÓLOGO

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Era un día nuevo, podía sentir como la luz del sol de la mañana tocaba mi rostro con su suave calidez, acompañado del sonido de mi despertador el cual sonaba ya desde hacía unos 5 minutos aproximadamente, incesante y molesto, pero a su vez efectivo para su único objetivo de obligarme a mí misma a levantarme para apagarlo, aunque nunca sea de mi agrado total, después de todo, no es escuchado a la primera persona decir algo como "Me encanta escuchar mi despertador sonar cada mañana", sinceramente, creo que sería capaz de golpear a cualquiera que dijera algo como eso.

- Cállate de una buena vez... -

Fueron mis palabras mientras que ya cansada de escucharlo busco desesperadamente con el tacto de mi mano el horrible aparato que perturbaba mi tan agradable y apacible sueño, aunque, por alguna extraña razón no importaba cuántas veces moviera mi mano de un lado a otro sobre la mesa de noche junto a mi cama no lograba encontrar al que en ese momento se convertiría en mi peor enemigo.

- HMMM... que molestó eres... no tengo ganas de despertar... además, es sábado por la mañana... porque suenas un sábado -

Alegue mientras que me sentaba en mi cama, adormilada y con un fastidio tan intenso que ya había logrado malhumorar con creces, froté mis manos sobre mis párpados en un intento de quitar la pesadez de los mismos hasta que la acción fue interrumpida por un buen bostezo y un prolongado estiramiento. Una vez logré hacer que mi mente y cuerpo se sintonizaran lo más mínimamente requerido para poder darme por "despierta" dispongo todo mi ser a un mismo objetivo y misión, eliminar a mi compañero y a la vez enemigo.

- ¿Dónde te metiste pequeña máquina infernal y porque demonios me molestas un sábado? -

Diría mientras que buscaba con mi vista el pequeño aparato, no logré verlo por ningún lado, pero, con mi visión tan perjudicada y miope realmente no era mucho lo que lograba ver, no fue hasta que mis oídos terminaron de conectar con mi cerebro al cien por ciento que note que aquel aparato estaba puesto sobre el guardarropa de unos dos metros de altura, en ese momento lo único que pude hacer fue mostrar una mirada confundida y lo primero que hice fue sospechar que había sido mi hermana menor en una de sus elaboradas y molestas bromas.

Sin más me dispuse casi de manera obligada a levantarme de la cama mientras que ya desde ese momento pensaba cómo iba a devolver la broma, salí de entre mis cálidas sábanas desvelando el que tal vez no era el cuerpo de una super modelo, pero, aún así bastante atractivo cuerpo desnudo, o eso pensaba yo, desde pequeña siempre había recibido elogios y frases como "Qué linda niña" o "Esa princesa es una muñeca de mármol como ninguna otra", tal vez por mi piel clara y lisa, eso en mi preadolescencia se convirtió en un ligero narcisismo sanó que me llevó a autoproclamarse como una "hermosa mujer sin igual", pero basta de mi por ahora, en ese momento lo que interesaba era acabar con el agobiante sonido.

- Así que aquí es aquí donde estabas, te perdonare esta vez porque no es tu culpa, alguien te manipuló para esto -

Es lo que dije al momento de estirarse para alcanzar el reloj despertador lo cual no me tomaría demasiado, tenía una buena altura de 178 centímetros, por lo cual con el simple hecho de estirarme un poco podría alcanzarlo y tomarlo, aunque, justo en el momento en que lo muevo acción una pequeña placa de presión que estaba debajo del aparato infernal la cual dispara un pequeño sistema eléctrico que conducía justo a una pequeña cámara oculta en el espejo que daba justamente a donde estaba parada, para mí desgracia, estaba todo tan bien planeado que no logré darme cuenta de eso hecho, además de mi aún adormilado estado.

Una vez lo tengo en mis manos detener el incesante sonido para luego concentrar mi borrosa vista sobre aquel reloj y fijarme en la hora que indicaba, me costaba un poco de esfuerzo pero logré ver la hora.

KurokroWhere stories live. Discover now