¿Sería por eso?

3.5K 18 2
                                    

Cuando hay un inicio precoz de tu sexualidad, pudieran desatarse ciertos comportamientos "más abiertos" que afectan tu vida sexual adulta de una u otra manera. ¿Sería por eso? Me he hecho esta pregunta miles de veces y la verdad cada que lo hago, el morbo corre por mis venas.

El ser tímido también pudiera ser una desventaja pero una gran ventaja en ciertos aspectos. Tenía sólo un amigo en la escuela secundaria, un gran amigo nuevo después de haber pasado seis largos años en la primaria con los mismos conocidos. Un buen amigo con el que iba a todas partes, solíamos hacer tareas juntos en mi casa, comprar mucha comida chatarra y refrescos para que después de hacer la tarea, disfrutáramos mientras platicábamos sobre temas relacionados a nuestra edad.

Un buen día, la profesora de geografía nos pidió que trabajáramos en parejas para realizar un trabajo referente a las capitales de los países del continente americano. Teníamos que ilustrar con banderas y demás recortes para que fácilmente recordáramos la información antes del examen.  Ya sabíamos la dinámica, ir a nuestras casas, cambiarnos de ropa, comer y Juan caminaría 6 calles para llegar a mi casa y realizar el trabajo. En esta ocasión, Juan me dijo que su mamá no le había dado permiso de ir a mi casa, que esta vez tenía que ser en la suya. Al entrar a su casa, podías percibir un aroma delicioso a limpio, muchas fotos en las paredes y plantas colgando en una marquesina las cuáles podías apreciar una vez que Alejandra te invitaba a tomar asiento en su sala cómoda color café. Volteabas levemente a la izquierda y aquellas plantas daban un tono oscuro al cuarto que daba tranquilidad. 

Alejandra tenía 36 años, un hijo llamado Juan de 13 y amigo mío, mi mejor amigo. Ambos vivían en ese hogar a 6 calles de mi casa y ella no tenía necesidad de trabajar ya que vivía de la pensión que le había dejado su esposo, muerto años atrás en un tiroteo ya que era agente de la policía y fue emboscado. A grandes rasgos eso me contó juan entre plática y plática. Ale era una señora muy amable, si volteaba a verla siempre me sonreía. Nos veía trabajar en su comedor muy grande, ella sentada al otro lado, a veces cuando nos perdíamos en nuestra plática Juan y yo, nos pedía que nos diéramos prisa. No fue la única vez que fui a hacer tarea a casa de Juan, fueron varias y yo me sentía muy bien. Ale nos preparaba fruta, nos daba agua, muchas sonrisas y me comentaba entre broma y broma que me parecía a un novio que tuvo cuando ella también asistía a la secundaria. Una tarde, después de haber guardado mis cosas y haber comido mangos con chile, se acercó a mí con una servilleta y me limpió la boca. Sin que Juan se diera cuenta, se me acercó al oído y me dijo en una voz gentil, tierna y que me provocó una pequeña erección y un hormigueo delicioso en el cuerpo: -"Te vas con cuidado, mi niño hermoso..."- La verdad no entendía lo que pasaba, me había gustado mucho ese acercamiento, no sé si Ale me gustaba, creo que si, por eso, ya quería ir diario a casa de Juan y no precisamente a hacer tarea.

Un buen día, no quedé con Juan en ir a su casa, quería ver a Ale aunque fuera sólo para preguntarle por Juan. Abrió la puerta e inmediatamente me invitó a pasar. Acababa de bañarse y llevaba una toalla en el cabello y un camisón amarillo que jamás olvidaré. Me senté en el sofá café mientras ella se fue a la recamara. Regresó con un cepillo en la mano ya sin la toalla diciendo que Juan no estaba, que se había ido con sus primos a un deportivo y regresaría más tarde para preparar sus cosas de la escuela para el día siguiente. Yo estaba satisfecho porque la había visto, Juan no era relevante esa tarde y ya estaba dispuesto a despedirme cuando de pronto Ale se puso detrás del sofá café y tocó mis hombros dando ligeros apretones en ellos. Era lindo sentir sus manos en mis hombros, era como un pequeño masaje acompañado de preguntas sobre mi escuela. -"¿Quieres ver tele un ratito?"- me preguntó con esa voz dulce que me fascinaba, era una mujer muy amable y tierna. Me sentía con mucha confianza y acepté, me levanté del sofá y fuimos a la recámara. Se sentó a los pies de la cama, abriendo un poco las piernas bonitas que tenía, dejándolas ver arriba de la rodilla ya que su camisón amarillo era corto. Quise sentarme a un lado, pero me pidió que me sentara en ese pequeño espacio que tenía entre sus piernas mientras las abría un poco más. Para mí fue nuevo ese acercamiento, vi su piernas y sentí algo inexplicable pero no morboso, me senté entre sus piernas, pasó sus manos por mi cintura y las entrelazó y acercó su boca a mi cuello preguntándome que qué programa quería ver. Acercó su boca a mi oído y me dijo en voz susurrante y tierna: -"Eres un chico muy guapo, más guapo que Juan. ¿Tienes novia?"- Le contesté que no mientras sentía un delicioso hormigueo desde la oreja y hasta las piernas y de pronto pasó algo que jamás olvidaré... Empezó a juguetear con mi oreja, sus labios eran exquisitos, yo empezaba a sentir una erección por tan bella sensación. "¿Te gusta?, se siente rico, ¿Verdad?" Era delicioso, no contesté y me dejé llevar por sus labios, sus manos, su voz, su dulzura, su deseo. Subía sus manos y tocaba mi pecho y mis brazos mientras seguía pasando los labios por mi oreja, por mi cuello, para entonces ya tenía un erección, me había dejado llevar por esa mujer que demostraba, tenía una experiencia bárbara en ese arte de la seducción. Me pedía que tocara sus piernas, eso hice de una manera torpe y brusca ya que de pronto, ella puso sus manos sobre las mías y me enseñó cómo hacerlo. Me levanté y me empezó a quitar la playera, tocaba mi espalda suavemente, ella hacía todo, yo sólo me dedicaba a esperar y a hacer lo que ella me decía. De pronto, me llevó suavemente la mano a su parte más íntima, poco a poco, volteé a verla y tenía los ojos cerrados, también se dejaba llevar hasta que llegué a esa parte, la toqué y fue ahí donde inició el despertar sexual de éste chico, si, con una mujer muchísimo más grande que él y mamá de su gran amigo. 

Al pasar los años, unos 20 aproximadamente, me enteré que Ale estaba enferma. Fue una compañera de esa misma clase la que me platicó un poco sobre la vida de Juan, aquél chico que se había casado y convertido en contador. Me dijo que la señora Alejandra tenía un problema de hipertensión y había sufrido algo así como una embolia cerebral que la había dejado con parálisis facial o algo así. 

Sabía que había regresado a vivir a ese lugar después de haberse mudado a Estados Unidos un tiempo. En una visita a mi mamá en esa misma colonia, pasaba a saludar a un amigo y entonces Ale me vio, agachó la cabeza y apresuró el paso, quise saludarla, pero entendí y no insistí, creo que tenía mucha pena, pensaba que podía reclamarle aquel acto y la verdad yo sólo tenía ganas de agradecerle, agradecerle infinitamente haberme iniciado en este camino tan hermoso...

Historia real de un cornudo (cuckold)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon