-Es fea con ganas -nos declara Pansy Parkinson, una bonita y vivaracha alumna de cuarto curso-, pero es perfectamente capaz depreparar un filtro amoroso, porque es una sabelotodo. Supongo que así lo consigue.» 

Como es natural, los filtros amorosos están prohibidos en Hogwarts, y no cabe duda de que Albus Dumbledore estará interesadoen investigar estas sospechas. Mientras tanto, las admiradoras de Harry Potter tendremos que conformarnos con esperar que la próxima vez le entregue su corazón a una candidata más digna de él o en la busca de un filtro amoroso que podría estarlo afectando.

Annie estaba completamente aturdida.

—¡Te lo advertí! —le dijo Ron a Anniere dientes, mientras ella seguía con la vista fija en el artículo—. ¡Te advertí que no debías picarla! ¡Te ha presentado como una especie de... de mujer fatal

—¿Enserio, Ron? —dijo Annie conteniendo una risa.

—Es como las llama mi madre —murmuró Ron, ruborizándose.

—Esperaba más de parte de ella —dijo Annie encogiéndose de hombros y lanzando la revista a una silla cerca. Al levantar la vista observó a los Slytherin que la miraban detenidamente en busca de alguna reacción.

Annie los saludó con un gesto de mano y una sonrisa sarcástica.

Sacaron sus ingredientes para pociones mientras Annie y Hermione comentaban acerca de el supuesto triángulo amoroso entre ellas y Harry.

—Por fascinante que sea su vida social, señorita Roberts —dijo una voz fría detrás de ellos—, le rogaría que no tratara sobre ella en mi clase. Diez puntos menos para Gryffindor.

Snape se había ido acercando sigilosamente a su pupitre mientras hablaban. En aquel momento, toda la clase los observaba. Malfoy aprovechó para lucir ante Harry la inscripción «POTTER APESTA» de su insignia.— ¡Ah...! ¿También leyendo revistas bajo la mesa? —añadió Snape, cogiendo el ejemplar de Corazón de bruja—. Otros diez puntos menos para Gryffindor... Ah, claro... —Los negros ojos de Snape relucieron al dar con el artículo de Rita Skeeter—. Potter tiene que estar al día de sus apariciones en la prensa...

Las carcajadas de los de Slytherin resonaron en el aula, y una desagradable sonrisa dibujó una mueca en los delgados labios de Snape que comenzó a leer el artículo en voz baja.

—«La pena secreta de Harry Potter...» Vaya, vaya, Potter, ¿de qué sufre usted ahora? «Tal vez sea diferente. Pero, aun así...»

Annie se estaba conteniendo de mandar a freír espárragos a Snape.

—Mientras tanto, las admiradoras deHarry Potter tendremos que conformarnos con esperar que la próxima vez le entregue su corazón a una candidata más digna de él o en la busca de un filtro amoroso que podría estarlo afectando. ¡Qué conmovedor! —dijo Snape con desprecio, cerrando y enrollando la revista ante las risas continuadas de los de Slytherin—. Bueno, creo que lo
mejor será que los separe a los tres para que puedan pensar en sus pociones y olvidar por un momento sus enmarañadas vidas amorosas. Weasley y Granger quédense donde están. Roberts, enseguida de Parkinson; Potter, a la mesa que está enfrente de la mía. Muévase, ya.

Annie bufó y  guardó sus ingredientes con enojo para ir al lugar enseguida de Parkinson.

—Muy buen artículo, ¿no crees, Roberts? —murmuró Parkinson con una sonrisa cruel.

—Vete a la mierda, Parkinson —masculló volviendo a su poción.

(...)

—Hoy es tu aniversario con Harry, ¿no? —preguntó Hermione mientras se arreglaban en la habitación.

—Sí, pero decidimos mejor ir con Sirius, ya podríamos celebrarlo algún otro día —explicó Annie.

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now