Todo tiene un comienzo

1 0 0
                                    


Todo había comenzado en un otoño hace ya varios años, seis para ser exacta, cuando apenas entraba a la universidad de bellas artes. Pensaba estudiar fotografía como así también diseño gráfico. Todo parecía normal, los nervios del primer día, el no encontrar con facilidad hacia donde debía ir, los nuevos compañeros, las nuevas posibles amistades. Las materias interesantes, las que no tanto. Hasta que una tarea me llevo directo a él. Debía sacar fotos de la noche en Blakburd, mi ciudad. Encontrar ese "algo" que se luciera. Que llamará mi atención. Que tenga ese algo especial donde todo aquel que la vea después pueda y quiera detenerse unos cuantos segundos a observarla. Camine por varias calles buscando algo para capturar con mi lente, pero nada me satisfacía. Había estado todo el día por todos lados incluso lugares que no conocia. Estaba cansada. Me senté en una plaza un poco más alejada del centro, me recosté sobre el pasto y observé, las estrellas. ¿Sería así como todos los fotógrafos se sentían cuando no podían encontrar una inspiración para sacar buenas imágenes? Estaba frustrada. Demasiado. Ya habían pasado varios minutos después de la una de la mañana, y debería volver a casa.

- ¿Qué hace una chica en este vecindario sola? ¿y tan tarde? – una figura a oscuras caminaba hacia mi desde la derecha. Inmediatamente me senté y lo observé, esperando reconocer a quien se había parado ya frente a mí. No lo hice. No lo conocía. Era un muchacho morocho, y a pesar de la oscuridad se notaban sus ojos claros. Vestía una remera con un dibujo que no llegue a distinguir con una campera de jean sobre ella. Una camisa a cuadros se ataba a su cadera justo arriba de su jean negro. No había notado de mi mirada hacia todo él hasta que volví a su rostro que me sonreía sobrador. - ¿Te gusta lo que ves? – rio un poco y se sentó junto a mí. Me aleje, por inercia sin levantarme. Espere a ver sus movimientos, quizás a que me robase. No obstante, se tumbó sobre el pasto y observo, como yo lo había hecho antes, las estrellas. - Me gusta mirar el cielo. Es como relajante – manifestó tomando mi cámara de un costado. Me miro a través de la lente y sentí el sonido que indicaba una foto tomada.

- Te estas tomando demasiadas atribuciones – manifesté estirando mi mano para que me entregase la cámara. Volvió a sonreírme mientras se sentaba quedando frente a mí.

- Benjamín Ryman – tendió su mano como en las viejas épocas, pero a diferencia de esos momentos, no la estreche.

- ¿me devolves mi cámara? Tengo que irme –

- No parecía que fueras a irte antes de mi llegada –

- ¿estabas observándome? – inquirí alzando mis cejas. Volvió a sonreír y presto atención a sus laterales.

- No soy el único. Te acompaño a tu casa –

- No vas a acompañarme a ningún lado – rebatí mientras me levantaba y tomaba mi mochila. Su sonrisa no se quitó del rostro y no supe si eso era bueno o si comenzaba a odiarlo. Me apunto con mi cámara y el sonido que hizo volvió a indicarme que había sacado una nueva foto de mí. Se paró, a centímetros mío y observo la pantalla de la cámara.

- Una sonrisa te quedaría muy bien – rodee mis ojos y volví a estirar mi mano para que devolviera el aparato y así poder irme. Sin embargo, fue su mano la que se estrechó con la mía. Volvió a repetir su nombre y supuse que esperaba saber el mío. No se lo dije. Me limite a soltarlo y comenzar a caminar hacia mi casa. Escuche el pequeño sonido de una nueva foto. Volví a girar sobre mi eje y lo observe seria. Otra foto. – servirías como modelo – otra foto. – bonita, lindos ojos verdes

- Son celestes – remarque enojada. Todos los veían de vez en cuando verdes, pero mis ojos eran celestes. Igual a los de mi madre.

- Son lindos igual

- Córtala. – Miró el cielo, enfoco el lente y saco una nueva foto. Como si no importará lo que yo le decía. – podes terminar – murmure entre tanto él seguía tomando fotos. Se detuvo con la cámara mirando hacia el lado izquierdo. Su rostro se tensó y me observo de costado.

- ¿tenes como irte? –

- No te interesa –

- No estoy jugando – su voz sonó más seria. Sus hombros se tensaron y no supe que más responder. En cuestión de segundos tomo mi brazo y me atrajo un poco más a él. Intente soltarme, pero no parecía estar dispuesto a dejarme. Su vista seguía fija hacia nuestra izquierda y pude notar como se acercaba un grupo de personas. – Solo quédate quieta y callada – apuntó aun tomando mi brazo. Me miro unos segundos antes de volver a fijarse en la gente ahora a nuestro alrededor. – Sebastián – murmuro observando a uno de ellos. Era alto, quizás de la misma estatura que Benjamín. Su cabello castaño claro relucía en la poca luz en este sector de la plaza. Sus ojos oscuros se posaron en mi e inmediatamente sonrió.

- Siempre con alguna chica nueva vos, Benjamín – dio unos pasos hacia nosotros y sentí en mi brazo como Benjamín me tomaba con más fuerza y me colocaba un poco más detrás suyo. – no voy a hacerle nada. No te preocupes – informo frenando su paso justo frente a él. Volvió a sonreír y hecho un vistazo a todos los demás presentes.

- Sé que no tengo que preocuparme por vos – murmuro intentando tirar de mi fuera del circulo de personas. – ella se va – comunicó con voz firme cuando no pude salir por entremedio de la gente, que me sonreía sobradora.

- Deberías dejarla decidir, capaz y quiere quedarse a compartir una copa – El muchacho castaño hablo con gracia haciendo que mi mirada se dirija a él. Me sonrió desde su posición y pronto alzo sus cejas esperando quizás una respuesta de mi parte. Tome con más fuerza mi mochila y respire tomando aire de forma profunda, pensando cuál de las opciones era mejor tomar. Intentar salir corriendo por entremedio de ese grupo de personas que no tenía pinta de amigables, o quedarme a tomar algo con ellos como si eso no fuera quizás peor. Ninguna de las dos parecía buena, incluso ambas se veían mal. Muy mal. Pero tenía otra tercera opción, otra que tampoco sabía si era la mejor pero que me miraba expectante. Mi cámara seguía en su mano izquierda. Su ceja derecha se levantó como si le extrañase que estuviera de alguna forma considerando tomar una copa con alguno de ellos. Me encogí de hombros y de una forma más débil de lo que quería pronuncie un <<tengo que irme>> - vamos una copa – volvió a repetir mientras sentía que un brazo rodeaba mis hombros. Me aleje instintivamente. Otro muchacho más morocho estaba posicionado junto a mi e intentaba hacer algo.

- Déjala que se vaya. ¿De los problemas que tenes conmigo los podesarreglar conmigo o acaso me tenes miedo? – Benjamín volvió a acercarse a mí ytomo de mi brazo suavemente. La respuesta que no espere fue el intento fallidode un golpe por parte de Sebastián. Casi en un acto reflejo Benjamín me empujohaciendo que caiga al suelo de forma más desparramada y desprolija posible. Lamochila quedo incrustada en parte de mi espalda haciendo que lo que teníadentro me lastimase. Una pelea se había desatado frente a mí y no sabía en quémomento desde que intente pararme habían llegado más personas para sumarse a lagolpiza de ambos bandos. Observe la escena un tanto aterrorizada. Mis ojosviajaban de un lado al otro. Miraba como comenzaba a haber sangre en losrostros de algunos y como Benjamín y Sebastián estaban trenzados en el suelo.Me di media vuelta y corrí. Sin importarme mi cámara. Ni ninguno de todosaquellos desconocidos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 22, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dragones azuladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora