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No es un adiós, es un me quiero.
La primera razón que más quiero destacar en éste libro es que si necesitas decir adiós es porque anhelas decir que te quieres. Las despedidas están para terminar con algo que nos ha hecho sufrir de alguna manera para empezar con algo que nos hará feliz de otra manera.
La primera razón que quiero destacar en este capítulo es que, cuando le decimos adiós a algo que nos hace daño no estamos despidiéndonos sino que, estamos diciéndole a la otra persona: 'perdona, pero yo voy primero'.
¿Quieres averiguar a qué me refiero con todo esto? ⬆️ Entonces, continúa leyendo.
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Seguro que, al leer los primeros párrafos, has pensado que eso ha sonado algo egoísta. El problema está en que solemos pensar que, quién se aleja de ciertas cosas –o personas–, es un egoísta. Pero no es así... Hoy descubrirás que no siempre suele ser así.
Antes de empezar descubramos, ¿qué es el egoísmo? El término egoísmo hace referencia al amor excesivo que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender solo a su propio interés. Por lo tanto, el egoísta no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia.
Aunque ésta es la definición general, hay diferentes tipos de egoísmo: 1º) El egoísmo egocéntrico. Este es el que todos conocemos y hemos leído anteriormente. Es una actitud que te aleja de los demás, te hace perder tu valor social y te acaba aislando emocionalmente de todos. La persona solo mira por sí misma, por sus beneficios y por su propio interés sin importarle cómo influyan al resto. Este egocentrismo es característico de personas apáticas y victimistas que culpan de todo a los demás.
Este tipo de egoísmo podría resumirse con la frase de Richard Whately: «Un hombre no se define como egoísta por perseguir su propio bien, sino por descuidar el bien de otros.»
