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Nado en la superficie de la luna
sabiendome pecadora. Hemos jugado al desnudo y en la oscuridad la luna nos ha pillado. Nadamos para escapar de sus ojos recalcitrantes, pero nos es difícil salir.
Me hundo hasta hasta dejar de ver;
el agua acaricia mi espalda delicadamente y tus labios me dejan con ganas de más:
Lobo hambriento vuelvo a caer en tus manos y mi deseo de acercarme crece a cada momento.
Dibujas con tus dedos círculos en mi espalda que es la cara de la luna. Como si nada más que hacer, dos cuerpos se pegan con ganas de más.
Como aquella voz meliflua en lo profundo de mi mente, que ya me es imposible de ignorar. La luna nos observa temerosa al porvenir. Sin una pizca de interés, escapamos otra vez. Uso de razón...ya no hay...no más. Me anego en el dulce olor ácido en tu cuello porqué sí...que más da. Escondeme en la curva de tu oscuro ser y nunca olvides lo que no dije. Pero te hice saber.
