Capítulo 2: Veneno

Start from the beginning
                                    

—¿Qué? —digo dejando de reír, pero sin perder la sonrisa.

—No creo...

Me encanta decirle esas cosas porque se le encienden un poco las mejillas y se bloquea al hablar.

—Vamos, tengo ganas de nadar un poco —digo sin dejarle tiempo a hablar y, antes de que pueda negarse, me bajo de la orilla hasta dar con mis pies en el fondo del río.

El agua me llega a la cintura, es un río tan poco profundo que se puede cruzar a pie sin problemas, pero también es posible nadar sin chocarte contra el fondo.

Como tengo un vestido muy sencillo, de tela aún más ligera que el que tenía ayer, no tengo dificultades para moverme en el agua, así que nuevo los brazos y las piernas y miro a Averet sin perder la sonrisa.

—¿Ves? Nadie dijo que tuviésemos que quitarnos la ropa.

Él suelta un suspiro y pone cara de fastidio.

—¿Por qué me haces esas cosas? —Se queja. Yo me río.

—Porque puedo. Y porque no le veo nada de malo. Además, tú también me lo haces.

Me mira con los ojos abiertos de par en par.

—Y-Yo j-jamás haría a-algo así...

—No con ese tema, con otros. Me llamas alteza sabiendo que no me gusta. Así que mueve el culo y ven a nadar conmigo.

Él suspira, dándose por vencido, y se mete en el río.

Nadamos un rato y jugamos, salpicándonos el uno al otro. En cierto momento, como me estoy riendo, me acaba entrando agua en la boca y tengo que toser.

—Rix, ¿estás bien? —pregunta con preocupación.

—Sí —me apresuro a decir—, tranquilo.

Es increíble la diferencia que hay entre mi profesor de tiro con arco y mi mejor amigo.

El primero es serio, estricto, seguro de sus capacidades; es casi una completa transformación del chico amable, tímido y recatado, aunque Averet siempre es un poco serio.

Pero es curioso que sea mucho más pudoroso que yo, cuando lo normal es que las recatadas seamos las mujeres. A mí eso siempre me ha parecido una estupidez, aunque tampoco me mostraría así con cualquiera; Averet es mi mejor amigo, con él hay confianza.

—Deberíamos salir ya para irnos secando —propone Averet—. No creo que a tu madre le haga gracia vernos llegar mojados. Quizá piense algo que no es...

—Lo sé —concedo mientras apoyo las manos en la orilla y me impulso para salir del río.

Averet también sale fácilmente y después cogemos la cesta de pícnic que preparamos y vamos sacando la comida para ponerla sobre un mantel.

Al principio comemos en silencio, pero luego siento la necesidad de verbalizar mis pensamientos.

—Odio que el castillo esté patas arriba por la llegada de esos... esos... bueno, tú sabes.

Averet asiente.

—Al menos, gracias a eso, tenemos tiempo hoy para pasarlo juntos.

—Y lo agradezco... echo de menos cuando éramos niños y mi madre era más permisible con mis escapadas de clase... pero, volviendo al tema, me enoja mucho que estén tu madre y todos los demás empleados de cabeza con los preparativos. Esos impresentables no se merecen nada. Menos mal que al menos han contratado a más empleados...

Averet suspira.

—Vendrán, se irán y tú seguirás con tu vida. Aprovecha que estos días no tendrás clases.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 10, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Las pruebas de la princesaWhere stories live. Discover now