—¿Desde cuando la tienes? —preguntó curiosa.

Harry sonrió un poco apenado—. Hace poco. Hermione me regaló el marco y me había dado esa foto...

—Me gusta.. —ladeó la cabeza.

Comenzaron con los deberes mientras hacían pequeñas bromas de el momento en que Harry y Ron habían estado jugando con las varitas de pega.

—Y si se hubiese convertido en...

—¿Quieres ir al baile conmigo? —la cortó. Annie se desconcertó un momento debido al repentino cambio de tema, pero segundos después sonrió.

—¿No es algo obvio? Claro que sí —respondió Annie.

Harry suspiró de alivio.

—¿Nervioso, Potter? —bromeó.

Harry sonrió de lado.

—Ya quisieras, Roberts.

(...)

—No parecía muy interesada en criaturas mágicas, en realidad —les contó Hagrid durante la última clase del trimestre, cuando Harry, Ron, Annie y Hermione le preguntaron cómo le había ido en la entrevista con Rita Skeeter.

Para alivio de ellos, Hagrid abandonó la idea del contacto directo con los escregutos, y aquel día se guarecieron simplemente tras la cabaña y se sentaron a una mesa de caballetes a preparar una selección de comida fresca con la que tentarlos.

—Sólo quería hablar de ti, Harry —continuó Hagrid en voz baja—. Bueno, yo le dije que somos amigos desde que fui a buscarte a casa de los Dursley. «¿Nunca ha tenido que regañarlo en cuatro años?», me preguntó. «¿Nunca le ha dado guerra en clase?» Yo le dije que no, y a ella no le hizo ninguna gracia.

—Claro que sí —corroboró Harry, echando unos cuantos trozos de hígado de dragón en una fuente de metal, y cogiendo el cuchillo para cortar un poco más—. No puede seguir pintándome como un héroe trágico, porque se hartarían.

—Ahora quiere un nuevo punto de vista, Hagrid —opinó Ron, mientras cascaba huevos de salamandra—. ¡Tendrías que haberle dicho que Harry era un criminal demente!

—¡Pero no lo es! —dijo Hagrid, realmente sorprendido.

—Debería haber ido a hablar con Snape —comentó Harry en tono sombrío—. Le puede decir lo que quiere oír sobre mí en cualquier momento: «Potter no ha hecho otra cosa que traspasar límites desde que llegó a este colegio...»

—¿Ha dicho eso? —se asombró Hagrid, mientras Ron, Annie y Hermione se reían—. Bueno, habrás desobedecido alguna norma, Harry, pero en realidad eres bueno.

—Gracias, Hagrid —le dijo Harry sonriendo.

—¿Vas a ir al baile de Navidad, Hagrid? —quiso saber Annie.

—Creo que me daré una vuelta por allí, sí —contestó Hagrid con voz ronca—. Será una buena fiesta, supongo. Tú vas a abrir el baile, ¿no, Harry? ¿Con quién vas a bailar?

—Me siento ignorada, gracias —habló Annie divertida.

—Oh, cierto —rió Hagrid.

Cada día de la última semana del trimestre fue más bullicioso que el anterior. Por todas partes corrían los rumores sobre el baile de Navidad

Algunos profesores, como el pequeño Flitwick, desistieron de intentar enseñarles gran cosa al ver que sus mentes estaban tan claramente situadas en otro lugar. En la clase del miércoles los dejó jugar, y él se pasó la mayor parte de la hora comentando con Harry lo perfecto que le había salido el encantamiento convocador que había usado en la primera prueba del Torneo de los tres magos. Otros profesores no fueron tan generosos. Nada apartaría al profesor Binns, por ejemplo, de avanzar pesadamente a través de sus apuntes.

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now